Valencia verde, Valencia valiente, Valencia viva
Hoy en día tenemos toda la tecnología y recursos necesarios para hacer frente a la emergencia climática. Vivimos en un momento en el que tenemos la mayor cantidad de información, de innovación y de conocimiento para poner solución a este gran desafío, únicamente necesitamos una pequeña palanca para ponerlo en práctica y mejorar nuestras vidas, y es la voluntad política. Necesitamos representantes valientes que tengan la voluntad de cambiar la ciudad en la que vivimos y hacerla más habitable.
El próximo veintiocho de mayo tenemos la posibilidad de elegir a quienes durante los próximos cuatro años dirigirán nuestras ciudades, nuestros pueblos y nuestras comunidades autónomas. A su vez tenemos la posibilidad de elegir a aquellas personas que también están dispuestas a construir más centros de salud públicos, más escuelas públicas, incluir a la naturaleza en los espacios urbanos, apostar por el transporte público y electrificado y optar por fuentes de energía renovables. Ya no sirven ideas extravagantes y retrógradas, ya no sirve la deriva continuista que nos ha llevado hasta dónde estamos, ya no sirve el lavado verde, sirven las soluciones y sirve la implementación de dichas soluciones con la urgencia pertinente.
A quien dice que no estamos preparados para la transición ecológica, para lo que no estamos preparados es para el continuo aumento de las temperaturas, la incesante sequía, el aumento de los incendios. Estamos perfectamente preparados para aplicar todo lo necesario para construir una sociedad más justa y más verde. Igual que se dispuso todo lo necesario para luchar contra la pandemia: presupuestos extraordinarios, movilización del cuerpo funcionarial, académico y profesional, solidaridad en todos los estados de la sociedad. Esta misma actitud debemos tenerla para construir una Valencia más verde e igualitaria. Esta igualdad, así como tiene que ser a nivel de género, edad y origen también debe ser igualitaria a nivel de distritos. Hay barrios de Valencia, como Benimaclet y Cabañal, en los que se talan de forma sistémica árboles urbanos maduros, en los que se deja que se sequen jardines, en los que se está eliminando al mayor aliado que tenemos para luchar contra la emergencia climática, la naturaleza.
No sólo viven valencianos en la Plaza de la Virgen y en la Plaza del Ayuntamiento, todos los ciudadanos de la ciudad tienen derecho a sombra, a aire puro, a moverse en transporte público, eso es libertad, no lo es el privilegio de tener uno o más coches privados para invadir y contaminar el espacio común. Devolvamos árboles y arbustos a Valencia, devolvamos la vida a las calles, que viene acompañada de más niños en las plazas, más terrazas llenas de gente, más ancianos que pueden pasear sin sofocarse. Devolvamos la vida a nuestras dietas, donde podamos comer de aquello que se produce cerca de nosotros, devolvamos la vida a los mercados de productores, devolvamos la vida a la huerta, a la Albufera, a los ríos, a las playas. Esta vida es incompatible con proyectos megalómanos de expansión de infraestructuras portuarias, de trenes y carreteras que siguen arrebatando espacios verdes y destruyendo ecosistemas.
Así pues, el veintiocho elegimos como queremos que sea nuestra ciudad, cómo queremos que sea la implicación de nuestros dirigentes ante los desafíos actuales. Elegimos un compromiso con los ciudadanos y con el planeta. El veintiocho de mayo elegimos la vida.
