Camps, Rambla y el Plan Desconfianza
La Generalitat Valenciana está condenando a Castellón a la crisis. Desde que el pintiparado Francisco Camps anunciara la puesta en marcha del Plan Confianza, en su discurso de Año Nuevo, no ha llegado a las arcas del Ayuntamiento de Castellón ni un céntimo de euro. Esta debe ser la manera especial con que el Partido Popular afronta los malos momentos de la economía: con pasotismo y con desprecio a Castellón. Con el Plan Desconfianza. Porque ya me dirán de qué manera se piensa crear riqueza y activar el empleo si no es con el presupuesto de la Generalitat puesto al servicio de la economía productiva, de las empresas, de los trabajadores y de los autónomos de la Comunitat Valenciana, en general, y de Castellón, en particular. Sin dinero no hay paraíso.
El miniajuste del Consell que ha propiciado el amiguito del alma del Bigotes (y otras yerbas de mal crecer) es otra bofetada en la cara que el amilanado Camps nos pega a los sufridos castellonenses. El vicepresidente Vicente Rambla, que ha puesto la cara al NO-DO de la política valenciana en los últimos años, ha sido desterrado a la Conselleria de Industria e Innovación. La esperanza es lo último que se pierde, pero ¿se puede esperar algo de quien ha coordinado la gestión del Consell, hasta el día de hoy, sin ningún éxito que anotarse en su currículo? Si ha sido incapaz en el pasado, es posible que siga enfangándose en la ineficacia en el proceloso futuro.
Rambla tiene la enorme responsabilidad de echar una mano salvadora a la industria cerámica, un sector que vertebra la economía provincial. Un reto que le obliga a demostrar experiencia, imaginación e iniciativa, cualidades de las que no goza el Gobierno autonómico de más bajo perfil político que sufre la Comunitat Valenciana desde 1983. El vicepresidente Rambla tiene la ocasión perfecta de demostrar su ADN castellonero y mirar hacia esta provincia, hacia esta capital, para impulsar políticas que nos devuelvan a la senda de progreso. Sólo con el esfuerzo solitario del Gobierno de España no será posible acabar con la crisis. Castellón quiere lo que Camps prometió y lo que el Consell nos debe. Y eso es lo que pedimos los socialistas.