Alberto Fabra se equivoca y rectifica
Alberto Fabra se equivoca y rectifica. El alcalde ha comenzado a dar su brazo a torcer ante dos decisiones del Partido Popular que han atentado gravemente contra el bolsillo de los castellonenses. Primero fue el asunto de los maceteros que el equipo de gobierno dejó caer sobre algunas calles de la capital sin orden y concierto. La instalación de estas piezas de mobiliario urbano pretendía contribuir a mejorar el paisaje urbano, pero ha conseguido un cabreo generalizado de los vecinos, a los que se les reducen las ya de por sí escasas oportunidades para estacionar cerca de sus casas, y también de aquellos que han tenido un encontronazo amargo con los dichosos chirimbolos y se han dejado una parte del sueldo en el taller de chapa y pintura. El vicealcalde Moliner se ha visto obligado a reconocer los errores, aunque sea por lo bajini, y ya dice que retirará los maceteros allí donde molesten. Primer éxito ciudadano y antepenúltimo fracaso del PP.
Después vino el asunto de la zona azul. El PP ha decidido sablear de nuevo las precarias economías de miles de familias e impone el aparcamiento de pago en tres nuevas áreas de Castellón. Esta es la receta de Fabra para hacer frente a la crisis: subir tasas e impuestos, ahogar a los castellonenses con más presión fiscal para que los concejales y concejalas populares puedan mantener su nivel de derroche y despilfarro. Aunque después de airearse las primeras quejas ya ha salido a la palestra el concejal de Movilidad, Miquel Soler, para anunciar cambios y admitir la improvisación con que gobierna (¿?) o lo intenta Alberto Fabra. Segundo éxito ciudadano y penúltimo fracaso del PP.
Así gobierna Fabra, de espaldas a la ciudadanía. Ni con los maceteros ni con la zona azul ha tenido el alcalde la sensibilidad mínima para tratar de conciliar los intereses del Gobierno municipal con los de los vecinos. Alberto Fabra está secuestrado por su egolatría y no escucha las demandas justas de los castellonenses. Ha colgado el cartel de “no molestar” en la puerta de la alcaldía y espera a que el paso del tiempo solucione sus estropicios. Castellón va a la deriva y Fabra sigue mirando a la Luna.
