Lo que se ve venir
Ha llegado a mis manos un e-mail muy simpático y gracioso, sobre el cual voy a poner de manifiesto mis observaciones y conjeturas a la vista de los hechos.
Estas opiniones son mías, y sé que tendré detractores, pero cada cual puede opinar y pensar lo que le de la gana.
Mi relato empieza así, y figura como dicho por un sabio:
“El día que Albert Einstein tanto temía, finalmente llegó……..
¿ALGO QUE OPINAR? Ud., como yo, ¡quedamos impávidos!
En el e-mail pueden verse (a base de fotos):
.- “Cuatro chavales en la playa”. Con el Whatsapp en la mano cada uno de ellos, dale que te pego al cacharro. Lo que menos les importa es la playa.
.- “Hinchando por el cuadro”. Ignoro de qué se trata. Importa más el Whatsapp.
.- “Almorzando con amigos”. Ellos al Whatsapp. Ya se almorzará en otro momento.
.- “Durante un compromiso intimo”. El compromiso es con los Whatsapp. Lo que se tienen que decir entre ambos, importa un pito.
.- “Conversando con la mejor amiga”. El Whatsapp es lo que importa. La amiga ¿qué amiga? ¡Ah! si, está aquí a mi lado.
.- “Visitando un museo”. Serán los Whatsapps. Lo del museo es para descansar un rato.
.- “Disfrutando un paseo”. Lo de menos es el paseo. Lo importante es el Whatsapp, con el cual están un montón de jóvenes dentro de un descapotable, grande, cada cual con el suyo y su tarea. ¡Ah! y en esos momentos ni se te ocurra interrumpirles.
Y así se podrían aportar miles de ejemplos. Por la calle, en el bus, comiendo, cenando, en el cine, en el jardín, y un largo etc. etc. interminable. Y es cuando el tío Albert dice:
“TENGO MIEDO QUE EL DIA EN QUE LA TECNOLOGÍA VAYA A SOBREPASAR LA INTERACCIÓN HUMANA. EL MUNDO SERÁ UNA GENERACIÓN DE IDIOTAS.
Y EL DÍA LLEGÓ.
Y efectivamente así es, pero lo malo no es eso, que cada día va a más, en este campo.
Pero hay más campos, más inventos, más estupideces, como la que hemos citado, hasta el extremo de que ya son interminables.
Está la TV que, para empezar, diremos que la mayoría de los programas son verdaderas porquerías sin pies ni cabeza. Los hay pasables, algunos solamente, y deporte nos dan hasta la coronilla.
Y no hablemos de las tertulias de los comentaristas que dan verdadero asco. La cuestión es no currar y no trabajar, como no hemos hecho nunca los que sí hemos currado. Quisiera saber la cantidad de miles de vagos que acampan por ahí.
La TV lleva aparejados el Video (antes), el DVD (ahora) con los que no se entienden ni se aclaran los expertos. Lo interesante es la venta del cacharro, con sus instrucciones en un montón de idiomas, y una vez vendido ya te las compondrás como puedas, para hacerlo funcionar, pues las instrucciones son tan confusas y con palabras tan raras que ni dios se aclara.
Y no te quejes porque es peor. Quien te lo vendió, si no lo entiendes tu, él todavía lo entiende menos, pues a la minima duda te manda al servicio técnico, y estos te dirán que “iremos en cuanto podamos”, o que les lleves el aparato a su taller. El técnico sabe o no arreglarlo, según, y finalmente en la factura, por no haber hecho nada, te la clava hasta el corvejón, que si gastos por desplazamiento, mano de obra, piezas de repuesto, etc.
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Después vienen los móviles cuyos modelos los están cambiando continuamente, y cuando acaban con tu paciencia los tiras a un rincón y te olvidas de ellos. .
Y los inalámbricos, que no sirven para nada más que para complicarnos la vida porque no sabemos nunca lo dejamos; pasa tres cuartos de lo mismo.
Y a propósito del teléfono contaré un suceso semanal que viene al caso.
Cuando yo trabajaba en la fábrica MACEVA, en Burriana, los lunes-martes hacíamos ya la nómina de la semana para el mismo martes pedir conferencia con Madrid para el día después, miércoles.
Dicho día íbamos a la central, hablábamos con Madrid informándoles del montante de la nomina. En Madrid tomaban nota y el Jueves hacían la transferencia, al BBV, para poder poner el importe en cada sobre y tenerlo preparado el sábado, que era el día de pago por la tarde. Y a la semana siguiente igual.
Así era como funcionábamos entonces, que era fatal pero sencillo. Ahora se hace mucho peor, más complicado, pero pasa lo que dice Albert Einstein que: CADA DIA QUE PASA SABEMOS MÁS, PERO ENTENDEMOS MENOS.
Y con los cacharros de cocina, neveras, lavadoras, lavavajillas, cacharros varios, etc. pasa lo mismo: mucho botón, mucha lucecita, mucha chorrada para que funcione pero en realidad solo se usan unos escasos botones y ya, el mismo técnico que te lo instala ya te anticipa que NO SIRVEN PARA NADA.
Y hablando de la automoción ahí el tema es más complicado.
Cuando una persona quiere tener coche, tiene dos caminos: comprarlo de segunda mano o nuevo.
Si es de segunda mano puede pagarlo todo íntegramente en una vez o a plazos.
De cualquier forma preparad el bolsillo y que se haga cuenta, quien sea, de que siempre lo tendrá en el taller por chorradas que se presentan y hasta maldecirá la compra, y si lo quiere un poco mejor, por un poco más, haberlo comprado nuevo.
Y si lo quiere nuevo ya sabe: los hay económicos y los hay carísimos de miles y miles de €uros.
Cuanto más sencillo “chatarra” pura (dos años máximo), y cuanto más caro, tiene tal cantidad de mandos, botones, lucecitas, chivatos, etc. que hasta tienes que abrocharte el cinturón si quieres que el “trasto” funcione. Desde complicado hasta complicadísimo.
Y no le pidas explicaciones a quien te lo vendió porque este, por lo regular, no tiene ni la mas zorra idea. Su misión es vender, nada más que vender y la tecnología verdadera está en China, Japón, Corea, etc. y si lo quieres bueno de verdad te costará un par de huevos.
Antes, yo lo sé, las carrocerías se hacían de chapa de acero de 0,8 mm... o 1,00 mm.
Hoy se hacen de plástico que, apretando con el dedo gordo, dejas huella para siempre.
Allá por los años 50 los Wolksvagen (El escarabajo) que se hacían, la carrocería estaba hecha con chapa de acero de 1,5 mm... Así duraban ellos.
Hoy no se trata de si un coche dura más o menos. Cuando tienen un accidente algo fuerte, no solo se abollan o se deforman, es que se desintegran, quedan inservibles ya, y al desguace.
Y tocando temas, que son muchos e importantes, no podemos olvidarnos de la INFORMÁTICA. Ahí si que hay tela marinera. Pero no quiero meterme en el asunto porque supondría mucha sabiduría, mucho tiempo y cualquiera se mete en una asignatura que de un día para otro cambia totalmente.
Como colofón de la columna y dándole la razón a lo que ha profetizado el Don Albert Einstein, más visto lo que está sucediendo y aconteciendo cada día, a nivel mundial, contaré una anécdota sobre lo que ya suele verse, de vez en cuando, por la calle:
“Un domingo por la mañana, lluvioso y solitario, serian allá por las 11, salí a dar un paseo por la calle o avenida de Almazora, aquí en Valencia (zona por donde vivo), que, por cierto estaba bastante solitaria, y me llamó la atención un individuo que iba recorriendo todas las farolas y en cada una se paraba.
Una vez frente a la misma se ponía en posición de “firmes”; a continuación se persignaba o santiguaba sobre si mismo y seguidamente se arrodillaba, rezaba, o decía algo. Estaba unos momentos de rodillas, después se levantaba, y se iba a otra farola donde hacia la misma operación y así iba recorriéndolas todas.
Yo no digo que el tío estuviera loco precisamente. Sus razones tendría para llevar a cabo lo que hacia, pero pienso que muy cuerdo no debería estar para llevar esa marcha con mal tiempo, temprano, o ser un beato de remate, para encararse a esas horas con una farola ya apagada”.
Viendo este ejemplo y otros similares, que los encontramos a ciento, no cabe duda de que D. Albert Einstein tiene razón, cada vez más, porque a la gente normal y de cada día no se la ve frente a una farola, pero SI frente a un Whatsapp, casi todo el mundo.
LA PRISA (en mayúsculas), que hoy es la que domina, pues no me negarán que todo el mundo tiene prisa, todo dios tiene prisa, no se escucha ni se atiende a nadie como es debido, cada cual va a la suya, y se está amasando una empanada mental, en todas las personas, que dentro de poco no habrá en el planeta suficientes psiquiatras para atender tanta locura, ya que hasta ellos mismos empiezan a padecer este síndrome.
Y el cataclismo vendrá por querer uno cualquiera abarcar tanto, correr tanto, ganar tanto, ser más que los demás, y mejor que su vecino. Falta de armonía.
No sé de quién serán obra todos estos inventos modernos, pero por un sendero así se termina… señores, hay que ir más despacio.
Magnifico articulo que sirve para reflexionar lo que es evidente y a kla vez anormal, pero lo consideramos normal fruto de los avances tegnologicos. Realmente Einstein tenía una visión muy clara de lo que ya sucedia en su tiempo y ahora ha ido in cresciendo. El punto que añade Sesentón de la obsolescencia programada es ya el colmo.