La fuerza de los sonetos
El vuelo de las águilas
(Soneto con estrambote)
Odié siempre las grandes multitudes
porque son un enjambre de locura
que puede terminar, en su aventura,
con algunas, muy ciertas, inquietudes.
Sin duda buscaré las amplitudes
pues aquellas prodúcenme tortura.
El vivir entre tanta chifladura
es muy propio de nuestras juventudes.
Hay causas que originan largas colas
por ver u oír, al fin, ciertas bobadas
cuando sólo se buscan aureolas,
y las gentes se quedan mosqueadas.
Mas afirmo: Las águilas van solas,
los borregos van juntos en manadas.
Escuchad el murmullo de las olas,
libremos nuestras mentes del tormento
luchando por la vida con talento.
¡Está ahí! Ahora, hoy y siempre
(Soneto con estrambote)
Acecha como fiera muy hambrienta
escondida detrás de matorrales,
y su sombra se pega a los mortales
que fulmina cual rayo en la tormenta.
Quien no tiene cordura lo revienta
con unas consecuencias muy fatales,
y en tragedias que ya son abismales,
a cualquier ser humano desorienta.
Todo el mundo rechaza su presencia.
Más quien viva un ambiente muy aciago
buscará solución con impaciencia.
Al notar con mis años que naufrago,
acepto resignado su existencia
cuando deba beber mi postrer trago.
El tema es muy profundo; ¡No divago!:
Pues ella, sin retraso ni demora,
acude puntual y en cualquier hora.
En el jardín
(Soneto con estrambote)
Paseando por dentro del jardín
yo contemplo, de Dios, las maravillas
cuando veo tantas rosas amarillas
y el conjunto de flores.¡Un sinfín!
El perfume de aquel bello jazmín
y ver jugar a ciertas avecillas
me dicen que estas cosas tan sencillas
ya son para nosotros un festín.
Si tengo ante mis ojos una rosa
admiro plenamente su belleza
y evito la marchite cualquier cosa,
pues quiero se conserve su pureza.
Sólo, quizás, alguna mariposa
la tratará con mucha sutileza.
Pues a mí me produce gran tristeza
si cortan una rosa del rosal
y que muchos lo vean tan normal.
Epitafio
No sintáis pena alguna por mi muerte
pues éste es el final de mi sendero.
Aquí tengo el descanso verdadero,
aunque no tuve queja de mi suerte.
Yo no aposté en mi vida por ser fuerte
pero tampoco fui manso cordero.
Jamás me ha doblegado el vil dinero,
y mi actitud que a nadie desconcierte.
Ya que mi alma es ahora muy dichosa
por estar ante Dios puesta de hinojos,
mi partida no fue muy dolorosa.
¡Que mi marcha no nuble vuestros ojos!
Aquí, detrás de tan sencilla losa,
sólo están de mi cuerpo los despojos.
Evocación
Si busco mi refugio en el pasado
es que veo un futuro delirante,
y vivo con zozobra cada instante
por estar al presente encadenado
En mí, toda ilusión, se ha terminado,
veo melancolía en mi semblante,
camino por la vida vacilante
porque algo de mi ser fue transformado
Mas no hallo una razón en mi existencia
ni un momento crucial en mi destino;
me falta una respuesta en la conciencia
que me diga si tuve un desatino,
cuando falto de un poco de experiencia
yo pude haber tomado otro camino.
Tribulación humana
(Pensamientos de un anciano)
Mientras voy terminando mi andadura
por un mundo tan lleno de maldades,
yo busco en el barullo mil verdades
que me llenen de paz y no tortura.
El placer, en la vida, poco dura
por estar rebosante de ansiedades
y abismarnos en ciertas veleidades
que suelen conducir a la locura.
Veo, pues, que se acaba mi existencia
y con ella lo más bello pasó.
Mas ahora ¿qué busca en mí la ciencia
si toda mi ilusión ya se perdió?
Morir es, de nacer, la consecuencia.
¿Pasa el tiempo?... ¡No! Quien sí pasa soy yo.
Pues alguien con sentido ya pensó:
¿Para qué conseguir longevidad
si atrápanos, al fin, la eternidad?
Resignación
No sé si mi critério será cierto
cuando veo desorden en la vida,
pero pienso que mucho se descuida
evitar el que exista tanto muerto.
Los chiflados me causan desconcierto,
quien es pobre carece de guarida,
el rico su dinero dilapida,
y quien miente me deja boquiabierto.
Mi conciencia con esto se provoca
y podría soltar algún bramido,
pero creo que en algo se equivoca.
Vale más el dejarlo en el olvido
y admitir que la gente siga loca.
¡No trates de encontrarle algún sentido!
Pensamientos míos
Contemplo cada noche el firmamento
y viendo de este mundo su arrogancia
¿por qué se da tantísima importancia
a la gente con falta de talento?
Los límites de nuestro entendimiento
indícanos cuán grande es la ignorancia,
de todo lo que tiene concordancia,
y que por ley se encuentra en movimiento.
Aún está cerrada nuestra mente
y está reconocido por cualquiera
el no poder ver más que lo presente.
La duda está en saber si lo de afuera
podemos comprenderlo claramente,
y si es verdad o sólo una quimera.
Teniendo fe cristiana es la manera
para entender que todo este misterio
no se acaba en un triste cementerio.