Benjamín y el “Catchascatchcan”
Os voy a contar lo que me ocurrió en la Fabrica Maceva, de Burriana, dedicada a la fabricación de porcelana eléctrica, cuando, modestia aparte, yo era el Jefe de Fabricación y no contaba con más de 23 años de edad.
Quiero señalar que tan joven como era, por una parte, y tan duro que me tocaba ser por otra, con el fin de tener al personal a raya para que no se desmadrara en el asunto disciplinario.
La fabrica la llevábamos entre el Señor Ramón Monfort (contable y Parte Administrativa) y un servidor, que cargaba con la parte de Fabricación.
No teníamos Gerente que nos rigiera, pero sí una Dirección General, en Madrid, cuyo Consejo de Administración estaba a cargo de Don Mariano Zugasti Gil, que era el Presidente.
Yo tenia a mi cargo cinco encargados (Sección Pastas y Prensas, encargado Bautista Llacer (Sección Abujardado), encargado Jerónimo Córdoba,( Sección Tornos y Moldeado), encargado, Vicente Borja, (Sección Hornos), encargado José Llacer, (Sección Embalaje y Almacén), encargado, Francisco Monfort.
Formábamos un buen equipo para ordenar y dirigir aquella plantilla que en total éramos unos 100 o más personas,
Un buen día vino en busca mía el Encargado de Hornos, Pepe Llacer, (El Redó), queriendo hablar conmigo, le atendí, escuché cuanto quería decirme y en concreto me comunicó :lo que me quería decir, que era lo siguiente: "Mira Vicente, en mi equipo tengo un operario, que me han mandado de la Oficina de Colocación, se llama Benjamín Jornet, es muy buen chico, muy trabajador, porque él, solo está pendiente de su tarea, pero no tiene casa en el pueblo, ni techo que le cobije, ni nadie que le acoja, vive como puede, a cielo raso, y casi podría decirse que solo le falta pedir limosna.
Pero, como se encuentra con fuerzas y con ánimos, solo quiere una colocación, trabajar, trabajar y ganar algo.
Me ha pedido, por favor, que durante dos o tres noches que le deje dormir en la paja que tenemos para el embalaje, mientras mira a ver si encuentra cobijo, con el fin de estar protegido un poco.
No tiene ropa y espera su primer jornal para comprarse algo con qué arroparse, pues no lleva más que lo puesto, no tiene equipaje ni nada. Como sabes, la paja está al lado del horno y es un peligro. ¿Qué hacemos pues a los dos nos incumbe? Y si te digo la verdad es un cargo de conciencia dejarle en plena calle.”.
“Pero el caso es que tiene un defecto, desde la cabeza hasta las rodillas,
Total que parece Quasimodo el Campanero de Nostre Dame, Y yo le contesté:
¿”Y que quieres decirme con todo esto”?
"Pero el insistió en que tendría limpia toda la zona del horno, donde suele estar el personal del mismo, y también haría cuanto hiciera falta de lo que le mandaran, y además efectuaría la vigilancia y el cuidado de la fábrica por las noches. “Yo le contesté que me dejara pensarlo y que le contestaría por la tarde.”
Pero aquel mismo día le contesté: “Pepe, por mi parte “Conforme”, pero venid a verme y hablaremos del tema que no es tan sencillo, pero dormir encima de la paja, ni hablar. Puede traer malas consecuencias”. A cambio de su propuesta le expuse la mía:
Ahí en la entrada hay un cuartito que no se usa para nada, y si alguien tiene una cama que le sobra podría dársela o dejársela y por lo menos, cuando tenga que descansar, que pueda hacerlo como las personas, ¿no te parece Pepe?
Vinieron a mi despacho, para hablar y al presentármelo vi. que efectivamente tenía los rasgos y cicatrices, así como deformaciones por los hombros, del Quasimodo aquel, pero finalmente acordamos un plan, que a mi me cuadraba, porque tendría vigilante
por las noches y una persona que se cuidaría de lo que se le ordenaras.
Pero yo quise averiguar mas sobre el tal Benjamín y de la corta charla que mantuvimos resultó, entre otras muchas cosas, que era de Cataluña y que había sido "luchador de lucha libre", en la faceta de “Catchascatchcan”, pero en una de les tantas peleas que tenían, en una de ellas, le toco luchar con uno que no podían verse, ni uno ni otro.
Y en un "round" él tenia al otro K.O., y tumbado encima de la lona del ring,
Y cuando Benjamín estaba dándoselas como ganador y hablando con unos y con otros, aparte de la chica con la que iba, cuando el contrincante, que en realidad no estaba K.O., se incorporó, se fue directo a por el, lo cogió, lo agarró, lo dobló, lo levantó y, casi sin darse cuenta, lo lanzó, fuera del ring, por encima de la gente, contra las butacas que estaban en el patio.
Lo lastimó de tal manera que de allí al Hospital. Y Benjamín se acabó para siempre,
Desgraciado, inútil, sin novia, sin dinero y a ver quien lo quería de aquella forma con que se presentaba ante la sociedad que tanto le aplaudió en otras peleas.
En resumen que el marrón de verle como un indigente más les cayó a Pepe El Redó y a Vicente Piqueres, compadecidos de ver la situación de aquel muchacho, en la plenitud de su vida. Pero menos mal que el plan salio perfecto según habían planeado.
Se me olvidaba decir que a Benjamín le hacia la comida –cena, otra “alma de Dios” que, según quiero recordar se llamaba Vicentica y de apodo “La Cahueta”, que vivía allá por el final de la calle de San Bruno. Creo que estaba separada y tenía tres niños a su cargo.
También le dio lastima el tal Benjamín y, en cierto modo, cuidaba de él en cuanto a lavarle y plancharle la ropa y llevarlo vestido decentemente.
Benjamín era bastante corpulento y vendría a pesar unos 80 – 90 Kgs. , pero nada de grasa, allí todo era músculo..
Con el tiempo hizo bastantes amistades, ganó simpatía entre el personal, y cada cual, según sus posibilidades, le hacían obsequios y regalos que él mucho agradecía
Yo, al menos, tuve la satisfacción de haber hecho una buena obra de caridad, (porque en realidad así era, al no dejar, por ahí vagando como un indigente más), de haber ganado un amigo agradecido, tener como asistente a un “luchador de Lucha Libre”, y un operario dócil y, servicial para lo que hiciera falta, y además muy bueno, que al cabo de algún tiempo después, me demostró que no había fallado en la elección, por su valía, educado, respetuoso y, como la Guardia Civil, en servicio permanente a todas horas.
Cuando yo me despedí de la Maceva, allí quedó Benjamín y yo ya no supe más de él, pero tengo un excelente recuerdo de cómo supo corresponder a lo que yo hice por el.
Las ultimas noticias que tuve suyas, en uno de mis viajes de vacaciones desde Madrid, es de que Benjamín terminó por irse a vivir con Vicentica, en dicha calle de San Bruno, y como ella estaba separada, debido a relaciones matrimoniales, al marido de verdad le entraron celos de verla con otro hombre, y tuvieron una fuerte reyerta, de la cual, supongo, que dicho marido no saldría muy bien parado dado que se las había tenido que ver con un profesional de la “Lucha Libre” Si no quería tal situación debió dejarla en su día y no abandonarla con tres niños pequeños.
CONCLUSIONES.-
Benjamín, poco a poco se fue haciendo popular entre el personal de la factoría, hasta el extremo de que, por indicación suya, me vi. obligado a prometer y hacer “UNA BUÑOLA” para todo aquel que, en horas extras, quisiera colaborar en la descarga de un camión de arcilla que venia de Alcañiz. Llegó el camión, fue una verdadera juerga, en un periquete se descargó y a continuación lo prometido, otro día, con otra juerga.
Y es que es así como se debe llevar al personal, con estímulos y premios y no con el látigo en la mano. Mi mayor aliciente en esta vida ha sido TRABAJAR, TRABAJAR Y MÁS TRABAJAR. Con el Trabajo yo he tenido ilusión toda mi vida y: ¡Menuda diversión!
Soy, según técnicos psicólogos especialistas, APASIONADO-SENTIMENTAL (el calificativo no es mío sino producto de una serie de tests que nos hicieron, señores de una empresa de Barcelona, a los mandos de la empresa donde trabajaba, y omito una serie de batalles más que no vienen al caso citarlos. La cuestión es que me calificaron así, según el informe, y por ello siempre he disfrutando con mi trabajo.
Puestos en antecedentes por lo citado anteriormente, yo siempre he procurado ser siempre el mismo. Pero he ahí mi pregunta: ¿Por qué me han valorado bastante alto los distintos Jefes que he tenido por encima de mí, y he sido muy apreciado por la clase obrera que han estado por debajo de mí o a mi mando? No me lo explico, porque líder no he sido nunca y más bien de “los que suelen ponerse en la última fila”
A mis superiores les he tenido siempre deferencia y respeto y a mis inferiores atención, consideración y aprecio. Y así me han ido las cosas. ¡No puedo quejarme!, La amistad con un rico ( y más de los que salen como hongos en otoño) me importa muchísimo menos que la de un pobre. Particularmente con el primero, ni por caridad ni por nada, no moveré un solo dedo, por el segundo, en cambio, haré lo que haga falta.
Retomando el tema “Benjamín”, del cual nos hemos apartado, quisiera conocer la opinión, porque tengo alguna duda, de si “obré correctamente haciendo una obra de caridad que, de haber seguido otro camino destinto del que encontró, Dios sabe donde hubiera ido a parar. Igual podía haberle tocado la Lotería, como haber ido a parar a la cárcel por delincuente ¿Quién sabe?. El caso es que como a mi siempre me ha gustado ayudar a quien menos o nada tiene, he ahí una demostración propia, no para encumbrarme yo sino simplemente lo hago, casos como este y similares, porque nace en mi sin la presión de nadie. Soy así. Y deseo que me digan si obre bien en este y otros casos más.
Siempre fui amigo del débil. El que es fuerte ya se vale por si mismo sin ayudas.
Me gustaría algún juicio sobre este caso que he puesto como ejemplo.
Y finalizo esta columna con algo que yo llamaría “repugnante”. No voy a contarlo todo por lo extenso del texto pero si referirme a un final gracioso.
La fábrica, que había estado siempre repleta de pedidos pendientes, empezó a decaer, ya que por los sistemas implantados por mí, ( no los anteriores en los que cada cual hacia lo que le daba la gana) llegó un momento en que faltaban pedidos y se produjo una época de crisis en la que empezamos hasta fabricar platos y, francamente no estábamos preparados para tal aventura, ni cualquier otra, como no fuera empezar desde “cero” con otro sistema, actual o nuevo, pero otro por completo diferente..
A mí, como responsable, se me exigía que tuviera una varita mágica para resolver la tal situación, pero yo no la tenia. En una carta, que conservo, le decía al Sr. Director General que “Aquello era un centro de producción. Que en Madrid tenia preparado, bien dotado, un Departamento Comercial, que era quien debía buscar y decidir QUÊ era lo que quisieran que hiciésemos”, y nosotros lo haríamos. A mí que no me pidieran ya más filigranas, ni inventos porque no era ese el camino.
En una de las visitas por fábrica con dicho Señor, este observó que un operario estaba un poco cojo de un pie, o sea lisiado por accidente laboral. Al verlo me dijo de forma inadecuada “que tal operario debía despedirlo inmediatamente, ¿No ve que una persona así no puede y no debe trabajar? ¿Cómo lo ha admitido? me dijo. Mi respuesta fue que era uno de los operarios más trabajadores y eficientes de la plantilla.
Y no repliqué ni dije nada más al respecto. Simplemente pensé: ¡ANDA, PUES SI LLEGA A VER A BENJAMÍN SEGURO QUE NOS ECHA A LA CALLE “IPSO FACTO”. Y supongo que así hubiera sido ya que venia en plan borde a ultimar lo del expediente de crisis, incluso a despedir gente.
En vista de todo lo anterior, como podrá suponerse, yo estaba hasta la coronilla, cuando entre unas y otras llegó el momento, nunca por mi deseado,al decirme: “Prepárese que nos vamos a Castellón, a la Magistratura de Trabajo a rematar este asunto”.
Y llegó el momento decisivo cuando le dije clara y taxativamente: ¿SU DESEO NO ES EL DE ECHAR GENTE A LA CALLE? ¡PUES BIEN, AQUÍ TIENE YA EL PRIMERO, YO. Prepárenme la liquidación. Pasaré a por ella.
Marché a casa, sobre las 12 horas, sorprendí a mi mujer. Le explique todo y al siguiente día estaba ya trabajando de tornero en el taller de uno de mis proveedores.
En menos de 24 horas pasé de ser JEFE DE FABRICACIÓN A UN SIMPLE TORNERO.
Y al día siguiente ejecutó de la misma forma, el que había tenido como Encargado de Hornos, JOSÉ LLACER (El REDÓ).
Y aquí termina por ahora este relato de mi vida, que no olvidaré nunca por lo singular del caso, por haber hecho una obra de caridad, por defender los derechos de unos obreros, saber plantar cara ante un hecho injusto, y encontrar otro camino, en Madrid, que me dio mejores resultados y mas porvenir que aquella fabrica cuyo final era el fracaso.