La cruda realidad
Que el número de desempleados ha disminuido no lo digo yo sino la Encuesta de Población Activa (EPA). Por lo visto la tasa de paro pasa del 24 por ciento al 23, y 151.000 personas han logrado trabajo entre los meses de julio y septiembre.
Está claro que en los meses de verano siempre se ofrecen contratos temporales para trabajar en hoteles, restaurantes y terrazas, pero si a eso le añadimos que en el mes de octubre las temperaturas en la Comunidad Valenciana y otras zonas del país se mantienen como las de agosto, hace pensar que en el terreno laboral de la hostelería todavía es verano, por lo que los contratos puede que se alarguen un poco más pero no mucho.
Precisamente ese es uno de los problemas: los contratos temporales. Trabajar tres meses y estar siete sin trabajar porque no hay empleo no es sinónimo de crecimiento sino de precariedad laboral.
Por el contrario, se está destruyendo el empleo indefinido para convertirlo en ese empleo laboral de menos horas, es decir, un trabajador de ocho horas se reemplaza por dos empleados de cuatro horas cada uno.
La verdad es que si la situación laboral mejora en España es gracias a los emprendedores, aquellos que están creando sus propios negocios y empresas. Si no fuera por la iniciativa de algunas personas la cifra de parados sería mayor.
Pero lo cierto es que el Gobierno proporciona ayudas a los empresarios, que luego se convierten en ese tipo de contratos temporales, por lo que despedir a alguien les sale muy barato.
No sé si en estos datos se incluyen las personas que están haciendo algún curso de formación del Estado. Para los que no sepan de lo que hablo, cuando alguien realiza uno de esos cursos de formación de larga duración, automáticamente se le da de baja como demandante de empleo.
Esto es algo que no entiendo ¿acaso el que se está formando no quiere trabajar?
Cuando dicen que el número de desempleados disminuye ¿tienen en cuenta a los alumnos de estos cursos? Porque si así es las cifras se equivocan.
Tampoco sé cierto si los datos reflejan la gente que se ha ido fuera de España.
Luego están las mujeres, que por lo que dicen los números, parece ser que en pleno siglo XXI todavía lo tienen más difícil que el género masculino a la hora de encontrar trabajo.
Si hay algo que destacar son los recientes comentarios de ciertas personas públicas. Parece ser que en la actualidad el compaginar -o al menos intentar hacerlo- la vida personal con la laboral es más bien una peste. Algunos empresarios entre los que se encuentran mujeres no están por la labor, y si por casualidad alguna de las trabajadoras o aspirantes a serlo se encuentra en edad fértil, será mejor que ni se lo plantee. El otro mal de la mujer en este siglo se llama “quedarse embarazada”.
No es de extrañar que la cifra de parados tenga un porcentaje todavía alto.