Fin de etapa
El cambio estético dado por Zapatero a su gobierno no supone modificación alguna, ni giro en su política, de hecho, el mismo día en el que se anunció la remodelación se aprobaba parte del trámite de un presupuesto para 2011 que bate record en previsión de desempleados y deuda.
El errático presidente del gobierno no pudo ser más explícito, y la justificación de la crisis de su ejecutivo la resumía en "se va a explicar más”, "hay que fortalecer el discurso político”, es decir, que todo el cambio operado se quedará en palabras y no en hechos.
El final del felipismo y del zapaterismo –el 53% de sus votantes cree que Rubalcaba será el candidato- se parecen como dos gotas agua.
La tasa de paro está hoy en el 20%, igual que en 1996, con el agravante de que aún queda más de un año de legislatura y el número absoluto de parados es hoy superior e insufrible para 1.308.000 familias con todos sus miembros en paro.
El déficit público, del que el ejecutivo socialista es responsable en un 85%, es superior incluso al de 1996, y por tanto el aumento de nuestra deuda pública alcanza también tasas más altas que en la época de González.
La sensación de pobreza es mayor hoy que entonces por el alargamiento de una crisis que acaba con ahorros y agota las prestaciones por desempleo.
La presencia de Rubalcaba como vocero gubernamental, es, hoy como ayer, el epitafio político a una época de pésimos gestores, en la que el inquietante portavoz y ministro de interior solo tiene como objetivo amortiguar el golpe, y relatar la agonía final con la mejor prosa.
No hay política distinta, es la misma pero “se va a explicar más” que diría Zapatero. Una alternativa sería la presentada por Rajoy a estos presupuestos en los que se propone un ahorro 700 millones, para no congelar las pensiones, recortando las subvenciones a los partidos, los sindicatos o la televisión pública.
Confío en que los paralelismos se queden ahí y en esta ocasión se respete la ley en política antiterrorista y no hayan ni “gales” ni tampoco concesiones que debiliten el estado de derecho.
El gobierno de Felipe Gonzalez también tuvo la mala suerte de encontrarse con una crisis que, aunque no tan grave como ésta, también hizo mucho daño. Estas crisis son ajenas a los gobiernos individuales de cada país, aunque éstos son culpables en conjunto, por permitir al capitalismo salirse con la suya, pues éste, en su afán de acumular avariciosamente para sus componentes que son grupos económicos que están detrás de familias poderosas , (para ellos vivir como los antiguos reyes) provocan descompensaciones que son las que nos hacen sufrir siempre a los mísmos, a los trabajadores que, paradójicamente, somos los autenticos productores de éstas riquezas, que son nuestras y que bién repartidas, harían que el mundo funcionara mejor. Ésto mísmo es lo que estaba intentando Zapatero cuando llegó la crisis, que ha tenido que espaciar y ralentizar, pues lo principal es salir del bache. Paciencia y confianza en Zapatero y no dejarse llevar por cantos de sirena del mediocre Rajoy