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Per Manuel Guisande
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¿En qué se parecen La Coruña y la Comunidad Valenciana?

    Estaba yo pensando estos días en qué se parece La Coruña, de donde soy, y Castellón, Valencia y Alicante... pues oye, no se parecen en nada, y mira que le di vueltas y me repetía: « ¿En qué se parece, en qué se parece?».

    Entonces, en un momento de lucidez impropio de mí me lo monté en plan oración negativa: «¿En qué no se parece, en qué no se parece? Y joé, ahí había de todo, así que para centrarme me acordé de cuando el año pasado estuve ahí, y entonces me di cuenta que no incluso se parecen en lo único que se pueden parecer, ya ves como es la vida de enrevesada. ¿En qué?, pues en la playa, en el mar.

    Pero hasta en esto hay matices. Cuando ahí en la comunidad valenciana fuimos a la playa, cogimos de toalla, las pusimos en la arena y en 5 minutos... frente al mar... no me lo creía, ya estaba dispuesto para darme un chapuzón. Y no me lo creía porque en La Coruña, aunque sea verano y el de la tele te diga que va a haber una ola de calor... lo primero que hacemos es mirar al cielo y entonces... todos a opinar: Si está medio nublado la frase es «despejará o no despejará», y si hace sol, «se nublará o no se nublará» y tras diez minutos meditando vas a la playa, pero vas así con un «me da que me da...».

    Pero claro las playas gallegas son como son. Tu ahí en Castellón, Valencia o Alicante llegas a la playa, estiras la toalla, sientes el calorcillo, vas al agua, estás un ratito, das unas brazadas, sales tranquilo, vas a la toalla nuevamente, cremita y a vivir... ¿no?

    En Galicia no; en Galicia vas al agua y la miras de reojo, la tocas y con lo fría que está te paga una descarga de 400.0000 voltios que rebotas hasta al arenal. Es más, yo creo que hay gente que viene de Madrid o de Andalucía en tren a Galicia sin billete de vuelta y que cuando se tienen que ir van con todo a la playa: maletas, mochilas, carritos del niño, la suegra, la nuera y la renuera, tocan el agua y ¡¡¡zas!!!!, aparecen en sus casas sentados en el comedor... mis hijas dicen que exagero, yo no digo nada, pero para mí, para mí, que si no es así.... pues aquí la gente desparece, pero bueno... tampoco es cuestión ahora de ponerse a ver cuál es el voltaje exacto.

    Ahí, por ejemplo en Alicante,... bueno bueno, yo cuando metí el pie en el mar lo primero que pensé fue «¡¡Ah!!!, esta ciudad no tiene luz...» y me entró así un... «pobres alicantinos, no sabía yo...» hasta que menos mal que me di cuenta cuando vi farolas encendidas, pero te lo juro que ya eran bien entradas las nueve de la noche y que hasta entonces iba por la calle... como te diría yo, con un desasosiego, con un... os veía y me repetía «joé, tan majos y sin luz...».

    Y hasta en un arrebato de solidaridad, pero de solidaridad con vosotros, no con nadie más eh, me acordé del Gobierno central, del autonómico, del municipal y para dentro me decía «me ca... hacerles esta faena a esta gente, me ca...».

    Y así conocí Alicante, que es muy diferente a La Coruña, con una sola cosa en común, el mar; bueno, no, dos, el mar y un imbécil que se llama guisandiño, yo, al que también tienen la paciencia de leer.

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    comentaris 2 comentaris
    Manuel Guisande
    Manuel Guisande
    02/02/2014 10:02
    Todos tenemos buen corazón

    Paco, creo que todos tenemos buen corazón. He vivido en muchos sitios y quien enturbia todo son los políticos, que nos enfrentan, la gente de la calle somos muy sencilliña. Quizás Galicia, al no ser un lugar de paso y no estar influenciada por la pillería del turismo, pues somos más... no sé si es la palabra más adecuada, noblotes. Gracias por tu comentario, que siempre anima

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