No hay como ser inútil
No hay como ser inútil, y lo digo por experiencia. Eres un gran nadador, un tipo que ya en el pueblo eras el mejor del barrio y del que todo el mundo decía: «Chuchi nada que nin diola», pues Chuchi tiene todo los boletos para acabar fiambre. ¿Por qué?, porque la vida es así, ni más ni menos. Un sobreesfuerzo, un mareo, un golpe fortuito… pero eres un torpe total, un inútil, que nadas de espaldas y te haces el muerto no porque te guste, sino porque te olvidas de bracear… pues no te pasa nada, ni un calambrillo.
Pero esto ocurre en todos los ámbitos. Por ejemplo, hay una avería eléctrica en tu edificio y por eso de la vida te juntas con cuatro vecinos en el sótano para solucionar el problema (del que, por supuesto, no tienes ni idea) y vas tú, tocas por tocar un cable rojo, a ver qué pasa, y no sucede nada; y va el del quinto, armado como si fuera a la guerra de las galaxias porque trabaja en Eléctricos Paragüay S A, toca el otro cable, el azul, y allí se queda frito.
¿Que por qué? Psss… tú, con cara de parvo, ni idea; pero luego te enteras de que, tras una ardua investigación, han averiguado que en Alemania, donde fabricaron el condenado cable, se confundieron de color y que el peligroso era el azul cuando tenía que ser el rojo. Y te dicen, además, que eso solo ocurre una entre mil millones de veces, y tú, que ni tenías idea de lo que era una pila, pues macho, eres el uno o la una, que de todo hay, que queda vivo.
Estas situaciones no solo suceden cuando se trata de actividades, digamos, un poco peligrosas, que para ti no hay ninguna, por supuesto. ¡¡¡¡Que va!!!!! ¡¡¡¡Ni mucho menos!!!! Entras en un bar a tomar a una tapa de ensaladilla, y no me digas cómo; pero, al poco rato, el que está a tu lado y que entró casi al mismo tiempo y tomó otra, se siente mal, se marea, cae de la silla, se pone pálido, azulado, el camarero y otros clientes lo atienden, llaman a una ambulancia y, como los bolos, directo al hospital, sino al hoyo. Y luego se averigua que justo fuiste tú, sí tú, el último que tomaste la última tapa de la última bandeja de ensaladilla y que, un minuto después, ni dos, ni tres, ni cuatro; uno, pero uno solo, se puso una bandeja nueva que era la que contenía la mayonesa en mal estado.
Cuando se es inútil se es de por vida y, en el fondo, se sufre; se sufre porque sabes que a ti no te va a pasar nada, porque la naturaleza ni se para contigo, pero al que está a tu lado ya le ves cara cadavérica… ¿Y qué vas a hacer?, ir diciendo a diestro y siniestro: «¡¡¡¡¡Cuidado con lo que hacen, que yo soy el inútil!!!!!»… pues no, hombre, no, te dejas ir, porque las cosas ocurren porque ocurren, pasan porque tienen que pasar y tú eres el inútil y ellos… ellos eran los expertos.