Benigànim aplaza la procesión de la fiesta de la beata Inés al próximo domingo 29 de enero
La localidad valenciana de Benigànim ha trasladado al próximo fin de semana, del 28 y 29 de enero, parte de los actos de la fiesta de la beata Inés (Benigànim, 1625-1696), como la procesión, debido a las previsiones meteorológicas, pero mantiene mañana, sábado, la celebración de la misa en su honor.
Así, este sábado, a las 11.30 horas, tendrá lugar una misa solemne en honor de la que fue la primera mujer valenciana declarada beata, "pero en lugar de ser al aire libre, en la plaza de la Beata Inés como de costumbre, tendrá lugar en la iglesia del convento, donde también se celebrarán misas a las 7 y a las 8 horas", según ha indicado hoy a la agencia AVAN el párroco Pilar José García.
Debido a las previsiones meteorológicas, los Festeros de la Beata Inés, la Hermandad Inesina y el Ayuntamiento de la localidad han trasladado al siguiente fin de semana el resto de actos de la fiesta.
Por este motivo, el domingo 29 de enero tendrá lugar, a las 17 horas, la procesión en la que la imagen de la beata recorrerá las calles de Benigànim, engalanadas para la ocasión, por uno de los siete recorridos establecidos que varía cada año, y estará acompañada por vecinos y devotos, que escenificarán en los portales milagros y hechos de la vida de la beata.
Vida de la beata Inés
Josefa Teresa Albiñana Gomar, que asumió como religiosa el nombre de Josefa María de Santa Inés, nació en Benigànim en 1625 y con 18 años ingresó en la orden de las Hermanas Agustinas Descalzas fundada por San Juan de Ribera.
Hasta su muerte en 1696, con 70 años, permaneció en el monasterio de Benigànim realizando los oficios más humildes del convento, cuidando también de las religiosas enfermas y aconsejando a las personas que acudían a recibir sus orientaciones. Fue beatificada en 1888 por el papa León XIII.
Su cuerpo fue venerado en la iglesia del convento hasta que desapareció en 1936. En la actualidad el monasterio alberga una reliquia suya, extraída del cuerpo antes de su desaparición, que se venera en una imagen yacente de la beata depositada en una urna.
La beata Inés "fue una religiosa con una vida espiritual intensa, llena de revelaciones místicas, como el abrazo que recibe de Jesús, quien libera sus manos de los clavos del crucifijo frente al que oraba la religiosa, la aparición del Niño Jesús para ayudarle a rescatar las llaves de la despensa que se le habían caído a un pozo o el naranjo que creció habiéndolo plantado al revés la misma beata Inés, árbol que se conserva en el municipio", según ha indicado el director del Archivo de Religiosidad Popular, Andrés de Sales Ferri.