Club Tai Chi He-Ren: una disciplina física, mental y cultural… Con grandes deportistas en Puçol
Constancia, fuerza, precisión, equilibrio... Son algunos de los valores que exige —y aporta— el taichí y que han llevado a los practicantes del club local a obtener un buen montón de medallas. Provinciales, autonómicas… Y también nacionales e internacionales. Pero más allá de los méritos deportivos, los amantes de esta disciplina han encontrado en ella una manera de cuidar su cuerpo, su mente e, incluso, comprender mejor el mundo que les rodea.
El taichí es una de las disciplinas que engloba el Wushu, un concepto que hace referencia a las artes marciales chinas en general. «Mis andanzas durante los primeros años de juventud fueron con el Wushu en distintos estilos, duros y de combate», explica Paco Serrano, monitor deportivo del club local que comenzó a la edad de 16 años.
«Y más adelante conocí el taichí». En él encontró una fuente de beneficios para la salud física y mental. «Vi todo lo que de verdad puede aportar a nuestro día a día, tanto a nivel deportivo como de salud e, incluso, para la vida cotidiana». Y es que a pesar de la intensidad y exigencia de los entrenamientos, esta actividad no supone problemas para el cuerpo.
«Todo esto me cautivó y decidí centrarme en aprender este hermoso arte, lo cual me ha llevado a viajar por todo el mundo aprendiendo y compitiendo». Hoy ostenta numerosas victorias en campeonatos de España, tanto de Wushu como de taichí.
También cuatro medallas de oro y una de plata en los campeonatos europeos celebrados en Moscú y Georgia, entre 2016 y 2017. Y para rematar su medallero… Un décimo puesto en el Campeonato del Mundo del Polonia.
Esta pasión por la competición en las artes marciales la comparte con su esposa y compañera de vida, Montse Jaraba, quien también ha obtenido medallas nacionales en repetidas ocasiones y que, desde hace años, se dedica a la organización del club, del cual también es cofundadora. «Su dedicación y buen hacer, compaginado además con las competiciones, la convierte en el verdadero motor de la escuela».
Pero según los fundadores del Club Tai Chi He-Ren, los alumnos son la clave de este colectivo local. «Aunque sea bueno, tenga ganas y experiencia, un profesor no crea una escuela solo», apunta Paco Serrano: «Lo importante de verdad es tener alumnos con ganas de aprender, con un objetivo común y valores de solidaridad y amistad».
Una ventana al conocimiento del mundo
Y eso lo tienen, según los responsables. «Ellos son los verdaderos dueños del futuro y hay que cuidarlos, quererlos y darles todo lo que tenemos». Por ello, ahora trata de inculcar a sus alumnos todos los valores que caracterizan al taichí. «Si a lo largo del tiempo se ha visto que esta clase de entrenamientos es muy muy buena para la salud, imagina lo que puede desarrollar si se practica bien desde pequeño».
Pero más allá de esfuerzo físico, control mental y el equilibrio entre ambos, esta disciplina otorga al conocimiento del mundo un papel central. No solo con relación a la cultura oriental, con la que guarda un estrecho vínculo.
«China, con su rica cultura, hizo de todo esto un arte que se extendió a otros muchos continentes», comenta Serrano, que ha viajado al país en repetidas ocasiones: «Allí nació el taichí y lo practican todos, niños y mayores».
Pero cada lugar tuvo su desarrollo desde la prehistoria, incluida España. Aquí se practica el garrote y la lucha canaria, disciplinas centenarias que deberíamos cuidar en todo el país, según el maestro: «Todo pueblo que no respete sus tradiciones, a sus mayores y no conozca su historia está abocado a repetir sus errores».
Serrano destaca esta máxima de Confucio para describir la falta de interés por la cultura y la historia en España. «Desconocer dónde nace el ajedrez, que Jaime I hablaba en distintas lenguas a sus hijos o que el jardín botánico de Puçol tuvo una gran importancia en el conocimiento de las plantas y semillas en todo el mundo…».
Todo ello no significa que se deban mantener las mismas costumbres siempre, subraya el maestro de taichí, sino adaptarse a las situaciones sin olvidar a nuestros mayores y sus aportaciones. Todo esto es lo que simboliza el Taiji y el Yin Yang, explica Serrano: Cambios, adaptación, superación y esfuerzo. «Y cuando lo entiendes, comprendes mucho mejor las similitudes que existen entre todos los países y personas».
Esfuerzo, superación y raíces
Para transmitir estos valores y el respeto hacia nuestras raíces, el club enfoca parte de los entrenamientos al conocimiento y la relación entre la cultura china y la valenciana. Se basa en el ejercicio de prueba y error: repeticiones constantes hasta lograr que el cuerpo alcance su máxima técnica.
Todo ello, acompañado de ejercicios de fuerza como golpear duramente objetos o levantar a los compañeros. «El taichí propone una serie de trabajos de mucha exigencia física utilizando solo nuestro cuerpo, activándolo para fortalecerse y, así, encontrar el equilibrio físico y mental». Siempre, minimizando los riesgos de accidente durante el entrenamiento.
«Al vernos practicar, la gente cree que el taichí es únicamente un arte marcial suave, sin cansarse». Nada más lejos de la realidad, comenta Paco Serrano: «La lástima es que esta sociedad viaja hacia la mentalidad del mínimo esfuerzo, a veces sin importar quienes están a nuestro lado».
En definitiva, el Club Tai Chi He-Ren trata de inculcar a sus alumnos una filosofía basada en el esfuerzo, la superación y el resto de valores que atañen a la disciplina. Incluyendo el conocimiento del mundo y las distintas culturas. «Fue lo que me fascinó desde el principio y que ahora intento enseñar».
Y no les va nada mal. Entre sus filas se encuentran distintos campeones autonómicos y de España, además de algunos títulos internacionales. «El club ha tenido una línea ascendente en todas sus categorías, desde la infantil hasta la senior». María Moreno, Víctor Montagón, Alberto, Pablo, Nicolás, Ismael, Iván, Pau, Marta… Todos ellos, medallistas en distintos campeonatos de España y de la Comunidad Valenciana.
Pero lo más importante para ellos es crear personas honestas, sociales y sanas, apunta: «Además los chavales aprenden el trabajo en equipo, valores de solidaridad… Y el reconocimiento de los padres supera en creces cualquier alegría por la consecución de un título».
Aunque la pandemia ha supuesto un importante bache para ellos, esperan remontar la temporada con esfuerzo, unidad y compañerismo, aseguran los responsables. Para ello, han retomado sus entrenamientos alquilando las pistas de frontón del Polideportivo Municipal, «y esperamos en septiembre poder continuar con las clases en el Sindicato Agrícola».
El objetivo no es otro sino continuar dando victorias al club local y, sobre todo, disfrutar de esta actividad milenaria, fuente de beneficios para cuerpo y mente. Una disciplina que no es «mejor ni peor que otras… Simplemente, diferente».