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Por Ángel Padilla
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Vístete de consumidor no vegano en Halloween, ¡ese es el 'traje' más terrorífico (para los animales no humanos)!

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    Vístete de consumidor no vegano en Halloween, ¡ese es el 'traje' más terrorífico (para los animales no humanos)!- (foto 1)
    Vístete de consumidor no vegano en Halloween, ¡ese es el 'traje' más terrorífico (para los animales no humanos)!- (foto 2)
    Vístete de consumidor no vegano en Halloween, ¡ese es el 'traje' más terrorífico (para los animales no humanos)!- (foto 3)
    Vístete de consumidor no vegano en Halloween, ¡ese es el 'traje' más terrorífico (para los animales no humanos)!- (foto 4)

    Eso más o menos lo que fueron a decir activistas del colectivo Valencia Animal Save este sábado pasado 26 de octubre por el centro de Valencia, concretamente en la calle Micalet.

    Son pocas/os, algunas veces son más, otras menos, pero no se arredran ante ello, saben que el activismo de calle, constante y tenaz, no atrae precisamente la atención ni de los animalistas comunes, quienes se conforman con ir a una manifestación cada cierto tiempo, firmar contra maltratos animales concretos en campañas por internet y compartir informaciones sobre animales perdidos.

    Sin duda, todo suma. Pero lo que nos vienen a decir activistas que a pie de calle no cesan en hablar con los viandantes del porqué deben hacerse veganos para YA, es que el cambio no va a venir con pequeñas cosas, sino con una marea, constante y poderosa, al menos con igual fuerza y persistencia que la narrativa especista, que todo lo colapsa y oculta el sufrimiento animal, el infierno animal.

    Las activistas esta vez incidieron con el mensaje antiespecista alrededor de la fiesta que se acerca, la de Halloween. El lema, que imprimieron en carteles donde se mostraban imágenes de animales en los distintos ámbitos de calvario al que los somete el humano: explotación animal de animales para comida no vegana y cancerígena, la estúpida y sádica vivisección, en fin, la esclavitud que sufren todos los animales que por desgracia son capturados por el humano, en zoos, circos, acuarios... la lista de lugares de horror y gigantescos encierros de psicópatas donde son vapuleados y horrorizados los animales por su peor pesadilla: el humano, no tiene fin.

    Por ello, a estas activistas veganas (y a quien esto escribe) les choca que la sociedad humana dedique un día a sacar a la calle los fantasmas mentales, culturales, religiosos... vistiéndose de payasos maléficos, superhéroes, vampiros y vampiresas, fantasmas, monstruos del cómic o del cine o con cualquier disfraz bizarro o tenebroso que la imaginación permita.

    Porque ¿a qué divertirse jugando a ser todo eso que tememos, si en realidad el mayor horror, la mayor pesadilla, somos nosotros?

    A Ed Gein no le hubiera hecho falta disfrazarse de Frankenstein. Sería una idiotez. Él en sí mismo ya era un monstruo, que generó pavor en su época y hasta la actualidad. Profanador de tumbas, puede que Ed Gein sea el asesino en serie más cinematográfico. Apodado “el carnicero de Plainfield”, sus crímenes cometidos en los alrededores de su ciudad natal de Plainfield (Wisconsin), adquirieron gran notoriedad en 1957 cuando se descubrió que había desenterrado varios cadáveres de cementerios locales y elaborado trofeos y recuerdos con sus huesos y piel. También mató a dos mujeres, que se sepa. Seguro fueron más.

    El despiadado, risueño y caradura asesino en serie Ted Bundy no precisaría disfrazarse, si pudiera hacerlo, de Gilles de Rais. Por la misma razón argüida Gein, ellos ya dan miedo. Son el miedo. Son monstruos.

    Yo visualizo a un o una no vegana arrastrando el carro de la compra, ¡ese! ¡Ese vestuario y ambientación, esa estampa, esa visión del Consumidor acudiendo a la compra, arrastrando ufano y como si no matase una mosca el carrito, un consumidor no vegano, es el terror más grande, vestíos de eso, de esa abominación, en Halloween!

    De brujas, de inquisidores, de esqueletos, de ectoplasmas y apariciones, de la misma legendaria Muerte, o si queréis, los no veganos, que sois la mayoría de los que esto leéis, no hagáis nada, salid (con lo puesto) entre los muertos y los asesinos del pasado recreados por el gentío con disfraces, pues sois, junto con lo más temible, el terror absoluto.

    Es sólo una idea, ¿eh? Que igual no celebráis Halloween, como yo, que no celebro nada social, pues todo me parece una estupidez: el Estado propone incluso las fiestas multitudinarias, y el pueblo obedece, fantásticamente feliz. ¿No es este el mejor escenario para que el capitalismo esté convirtiendo, con la connivencia silente de la humanidad que rodea el orbe, esta Tierra —en esto sí, prepárate, 'juguetón', rey del carpe diem—  en la peor desgracia conocida para todos los seres vivos con los desastres que están sobreviniendo con el calentamiento global, producido en buena parte por la explotación animal?

    Los ricos sonríen, todo es casi sangre. Mas cuando todo sea sangre por completo, ellos ya no estarán: habrán vivido sus vidas a todo tren, sus vidas, porque no les importa el futuro, tú no les importas y tú haces todo lo que te piden para que vivan sus trepidantes existencias efímeras y vacías y pueriles al mil por mil, jodiendo el mundo a pasos de gigante.

    Sirvan estas líneas para matizar lo que sois, los no veganos. Recordando el lema que usaron las activistas: “Para ellos [los animales] todos los días son Halloween”. Sois el terror máximo, en tanto comáis animales.

    Como yo lo fui hasta que dejé de hacerlo. No os sintáis atacados, os defino.

    Gilles de Rais, quien cometió sus primeros crímenes entre 1432 y 1433, declaró que cuando los niños que secuestraba estaban muertos los besaba y a los que tenían los miembros y las cabezas más bonitas los levantaba para admirarlos, y les abría el cuerpo y se deleitaba viendo sus órganos internos.

    “De los cerdos me gustan hasta los andares”, dice secretando saliva el caníbal humano, que no es menos cruel ni miserable moral que Gilles de Rais con los niños que asesinó y profanó en su dignidad más pura, en su derecho innegociable de vivir sus vidas. No pudieron. Se toparon con su peor pesadilla.

    Y vosotros, no veganos... En fin, en definitiva, no os disfracéis de vampiros o de asesinos en serie o de la gélida Muerte, que ya lo sois, sin añadir nada a vuestra ropa ni aspecto.

    Y seguid obligando a vuestros niños a que vayan puerta por puerta regalando caramelos, participando de vuestras gilipolleces y farsa letal y destructiva hasta más no poder, en vuestras vidas de mierda, que dirigís — eso lo hacéis de lujo—  hacia un mundo de mierda, que cada vez sea más mierdoso, y más vergonzante, y más vomitivo.

    Paro aquí, ya no sigo, con vuestra maléfica cercanía se me congelaron hasta los dedos.

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