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Por Ángel Padilla
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«Se vende una negra por no necesitarla su dueño.» «Se regala cadáver de dueño como abono.»

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    «Se vende una negra por no necesitarla su dueño.» «Se regala cadáver de dueño como abono.»- (foto 1)
    «Se vende una negra por no necesitarla su dueño.» «Se regala cadáver de dueño como abono.»- (foto 2)
    «Se vende una negra por no necesitarla su dueño.» «Se regala cadáver de dueño como abono.»- (foto 3)

    Anuncios de ese tipo se podían leer en el siglo XVIII en los periódicos sin problemas y con total normalidad. «Se vende una negra recién parida, con abundante leche, excelente lavandera y planchadora, con principios de cocina, joven y sin tachas.». Aquella era la época de la humanidad en que nacer con color distinto de piel a la "blanca" podría traerte problemas, tales como -ni más ni menos- nada más nacer ser ya propiedad de alguien blanco. Como hoy en día y desde el inicio de la humanidad ocurre con el resto de los animales no humanos.

    «Se vende Teckel Hembra enana. Disponible teckel color merlé para finales de noviembre. Solicita información sobre fotografías actuales. 1.100€.» Este anuncio de venta de un animal, en particular de una perra denominada de raza, lo he encontrado en una web de criadores de perros de raza. En tal página hay infinidad de anuncios de perros de raza en venta: «Disponibles machos de bulldog inglés para finales de noviembre. Llámanos para más información. 1.200€.»

    Tener en propiedad seres vivos es algo intrínseco a la naturaleza del ser humano, y no parece que vaya a sofocarse ese ansia de posesión y dominio en esta especie tan ciega respecto a todo lo que rodea lo que la humanidad cree es "la humanidad" y en tanto la humanidad se crea con derecho a usar todo lo que sus manos pueden tocar, a voluntad; porque han creado la garantía de que les amparan para ello las religiones; han generado una legislación a la medida de su afán de crimen constante, de su asedio y humillación hacia todo lo vivo, sobre todo si es hermoso (el humano, el cazador, ansía matar las "piezas" que considera más bellas, eso le da poder, ahí, sin más, su pequeñez mental).

    Una sociedad entre cuyos valores más importantes está el de la competición como algo positivo, y si es olímpica, se admira con vehemencia enfervorecida, es un grupo que avanza hacia una involución constante. Si no se abren las mentes hacia comprender lo que significa respetar, no se respeta el grupo, por tanto no se respeta el individuo. Un individuo que no se respeta no conoce bien qué es respetar, y no respeta.

    Todo en la cultura humana gira alrededor de conceptos de aplastamiento. Colonización, conquista, dominio, incluso la palabra victoria, que tiene una parte tan hermosa, nombrada por el humano siempre viene cargada de sombras y cadenas. Para que un humano diga victoria, cuántos deben haber caído a sus pies, diciendo "derrota".

    No se gana sin hacer perder a otro u otros. No se avanza sin dejar atrás a otros u otros.

    Siempre ha de espejarse el hecho humano en los demás, en la otredad, no hay vida mental. No hay progreso mental, no hay reflexión, pensamiento crítico ni hablar. Por tanto el humano desde su nacimiento nace en una cultura en que es enseñado a correr más que los amigos, a ser más "guapo" o "guapa" que los amigos, a poseer más cosas que las amigas o los amigos.

    Las otras especies de animales que todavía continúan libres no conocen esta trampa en que naufraga el humano y por la que está haciendo naufragar el mundo. El caballo necesita sólo la hierba que le viene en gana a su estómago, que es la que lo sacia en el momento, y luego se conforma con sentir el viento y apartarse las moscas con la cola. Saber que el cielo sigue ahí, el prado ahí, y él está bien. El ave vuela y se posa en una rama, y hace lo mismo una y otra vez y cuando cambia la estación el ave se marcha a otro lugar. La hormiga se afana junto a las demás compañeras en transportar trocitos de madera a la casa común, esa acción del trabajo, del movimiento vital, una aventura colectiva al fin, hace feliz a la hormiga, fuerte y serena esquiva obstáculos sin cesar, sabe que de su buen paso depende no sólo ella sino todo el hormiguero. El caballo no olvida a su clan, se aleja poco de ellos, y cuando deciden avanzar lo hacen en grupos serenos, respetuosos. Así las aves, vuelan en grandes racimos hermosos, en paz y si el hormiguero es saboteado la hormiga no se detiene ni un segundo a lamentarse, se pone en marcha de inmediato para reparar el problema. La palabra problema no existe para la mente de los animales libres, sólo existe la palabra solución.

    No existe para el animal libre la palabra competición, sólo la palabra juego. Y cuando parece que compiten es sólo por preservar el bien común de un clan de un presunto peligro, sólo ante el peligro se emplea la pelea, la defensa de los grupos.

    No pretendo idolatrar a las otras especies de animales. Sé de las guerras entre avispas y abejas, del morro que se gasta el ave cuco dejando sus huevos en nidos ajenos para que se los empollen otras aves, etc.

    Mas no hay comparación. Cualquier escaramuza o situación escabrosa que se observe en la naturaleza en las otras especies tiene siempre un fin común de supervivencia. No hay arbitrariedad nunca. No hay impulso de poseer más de lo que se necesita. Si hay guerra es porque el terreno que se tiene se acaba, y hay que avanzar.

    El humano es el único animal que, teniendo más de lo que desea, quiere poseer más. Y más. Allí nació la esclavitud animal, la esclavitud humana, y "el tercer mundo", y "el cuarto mundo". En el carácter atrofiado del animal humano late la satisfacción de humillar, la superioridad y el sentirse bien depende de tu "poder" observado por los otros. Todo ronda alrededor de "los otros". Cómo te ven los otros. Un potentado con muchos esclavos es un hombre temido y admirado. Un individuo que pasea un perro de raza que se sabe le ha costado adquirirlo dos mil euros, es alguien a tener en cuenta. Uno abre el grifo y bebe ese agua de un vaso y dice: bueno, hay lugares que no tienen acceso ni al agua, y se sonríe, sabiéndose afortunado, sin detenerse -ni ganas- a pensar qué ha tenido que ocurrir para que uno pueda beber agua cuantas veces quiera y otros no tengan acceso a ese bien tan preciado, como si fuera algo de otro planeta.

    El orco humano, el feo humano, de alma y de aspecto, cada vez más de aspecto feo. Su suciedad mental le ha llegado en boomerang, ahora se retocan y cambian el rostro, ya se va viendo en tres dimensiones el monstruo interno que este humano actual posee, que no ha dejado de ser desde que salimos de entre las briznas hacia el asfalto poniendo a más de 120 por hora el coche como seña de identidad, poder y éxito.

    Un gran coche, un coche nuevo y caro. Pliega el techo ahora que nos miran, aunque haga frío. Que esto es un descapotable por algo.

    Una cara parrilla en un gran jardín para asar trozos de animales esclavos que han muerto vilmente para el poder del humano, y ése tío o tía son admirado.

    En un anuncio de los años 60 aparece una mujer sentada sensualmente en las piernas de un hombre, que mira pillamente a la cámara, la mujer lleva falda corta y medias blancas. Encima de la imagen se puede leer «Mi jefe quiere saber la marca de las medias que uso». Hablamos de un anuncio que en la época se veía en forma natural y es de la marca de medias Glory Complet.

    En otro anuncio ilustrado para periódicos, se ve a una madre y una hija vestidas ambas de "criaditas", felicísimas de estar fregando los platos. Es un anuncio de guantes de látex Picot. El lema es "Enséñale desde niña a proteger sus manos, en las labores caseras, con guantes de látex Picot". Y se añade que "Si tuvo la precaución de proteger sus manos con guantes de látex Picot podrá, en cualquier momento, lucir el encanto femenino de sus manos". Hay que destacar que en la imagen la joven a la que se enseña a proteger sus "encantadoras manos" ésta aparece en una postura forzadamente sensual, sexual.

    Todavía hay imbéciles que dicen que no saben cocinar, ni planchar. Se dice: hemos avanzado, sólo en superficie, y malamente, no os fieis, por abajo late el mismo ente destructor, horrendo, inútil y psicopático.

    Actualmente se está "trabajando" una ley de protección animal a nivel estatal, llevada a cabo por un estamento creado hace muy poco, bastante chistoso y sobre todo muy inútil, denominado Dirección General de Derechos de los animales. Un estamento dirigido por un impresentable, que no sabe de derecho animal ni papa, ni quiere saber. Es otro más de los que se han metido a política para vivir bien y no hacer nada. En el terreno animal viene a presumiblemente gestionar una ley mejor que la que tenemos, no obstante nada más lejos de la realidad. Podemos constatar esto, si logramos no arrugar los morros al leer lo que este tipo dice, sobre la ley que prepara, y que recuerdan sus palabras a ese tufo de los anuncios vistos en este artículo en que uno desearía tuvieran todos un lenguaje de un pasado pasado, y que este hoy fuera un lugar donde nadie pudiera hablar de otros, de otras vidas, en formas despectivas, como si fuera un terrateniente decidiendo, algo así como un dios, un regalavidas. En lenguaje bienestarista, que es donde únicamente se mueve este estafador de los animales (de sus verdaderas necesidades e intereses), dice cosas como:

    "Los animales hasta ahora se consideraban como cosas, pero lo que queremos es que se diferencie entre cosas, personas y animales". Es decir, sigue diferenciando el concepto de "personas" (nosotros) de "animales" (los otros, los a dominar). Y esto de alguien que se supone que está de parte de una "evolución" que sí trae el movimiento animalista, pero no él, que no es animalista sino, como digo, un farsante. Dice:

    "Quiero romper una lanza en contra de los estereotipos que hay cuando se habla del mundo rural, en cuanto a la protección animal. Nosotros con la ley queremos dar un ámbito legal para garantizar, por ejemplo, la seguridad de animales como los perros pastores que son vitales y un mecanismo de protección de ganado. Y si miramos al detalle la normativa de, por ejemplo, Castilla-La Mancha, no hay diferencia entre un perro pastor y un perro doméstico, y si la hay".

    O sea, según este tipo "los perros pastores" (o sea perros obligados a trabajar, o sea esclavizados) son vitales, dice. Normaliza la esclavitud de esos pobres animales obligados a pastorear, y no a realizar lo que les dé la gana, que es a lo que han nacido, como yo quien escribe y como tú que esto lees.

    Habla de un "mecanismo de protección de ganado". El único mecanismo de protección de ganado que hay es dejar en paz al "ganado". Que no sea cada individuo, único e insustituible, de eso que él parafrasea normalizándolo (ganado) y que representa el lenguaje especista y esclavista más vil y letal.

    Habla el Torres de que hay diferencias entre un perro pastor y uno doméstico, claro que las hay, la identidad, identidad con la que cada ser vivo nace, pero él no habla de eso, él tira por defender "lo rural", o sea la esclavitud animal "regulada".

    Todo esto que dice en medios nacionales que pueden leer millones de personas, dentro de un tiempo será leído con asco como quien lee lo de hace dos siglos de Se vende negra hacendosa y sana.

    ¿Es tan difícil de comprender?

    Mientras exista la política y ésta, claro, unida a los medios de comunicación, que será siempre, podremos ver los monstruos de la humanidad paseando sus látigos llenos de sangre por las calles. Torres dice en otra entrevista (a calzón quitado -como dirían los periodistas de la tele, comentaristas se llaman ahora, con el fácil-lenguaje, del que ya hablaré en alguna otra ocasión, la demolición del arma más poderosa que poseemos, la lengua, la palabra-):

    “Planteamos formaciones en la convivencia y tenencia responsable de animales de compañía. Todos lo que han tenido uno sabe que se va aprendiendo sobre la marcha, cómo se alimenta o cuánto cuesta mantener un animal al año”. 

    Un tipo que dice estar trabajando por los animales y los denomina como "animales de compañía", queda invalidado porque esa expresión es especista, contraria por tanto a los animales que ninguno nació para "hacer compañía" a nadie, ni humano ni no humano. Como ninguna mujer nació para ser "mujer de compañía". Todo en su lenguaje causa nauseas. Dice que los animales "van aprendiendo sobre la marcha", aquí encontramos una forma de expresarse vaga, también corta de miras, también estúpida, hay que decirlo, claro. Culmina con los fuegos artificiales de que hay que saber "cuánto cuesta mantener un animal al año". Cambiemos esa frase poniendo niño en lugar de animal, o anciano en lugar de animal, o esposa en lugar de animal, o marido en lugar de animal, y así infinitamente, probemos a ponernos nosotros en el sujeto en que colocamos a los (otros) animales, y veremos cuán vil y torpe y pérfida somos aún como civilización.

    Que no somos civilización. Esto es un vertedero de estupidez acumulada.

    Y de maldad.

    Aquí todo se vende. Menos el poder acumulado. Ese se atesora, y para ello hasta se mata si hace falta. La valía del humano se mide en cuánto daño y expolio puede ejercer en este mundo.

    Qué triste. Sobre todo por quienes padecen esa Pisada maldita de acumulación mórbida de apropiación y propiedad, de identidad en la tierra amorfa, de un ser que no sabe todavía quién es ni qué función tiene o debería tener en el mundo.

    Termino este texto de hoy con un anuncio que me acabo de inventar (aunque si recibo respuesta de él, negocio, claro) para ponerlo como colofón a tanto absurdo inaguantable:

    «Se regala humanidad al completo a habitantes de otras galaxias. Una vez adquirida no se admite devolución. Se entrega de una, no por partes. Urgente.»

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