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Por Ángel Padilla
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«Los hijos de Romeo y Julieta», un intento de salvar el mundo desde la ficción

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    «Los hijos de Romeo y Julieta», un intento de salvar el mundo desde la ficción- (foto 1)

    Existe un pueblo con muy pocos habitantes, que habitan un lugar arrasado, a miles de años luz de distancia. Ese planeta donde moran esos pocos estuvo, en tiempos, colmado de vecinos y vecinos en pueblos y pueblos dentro de ciudades y ciudades y colmado de países florecientes, henchidos de vida y maravilla, donde moraban millones de seres, de los que en esta historia solo quedan 13, en una nada putrefacta y baldía; Los 13 así llamados en la historia, como para dotar de un aura de épica a lo que sin duda es una tragedia.

    El mundo que habitan Los 13 es un basural inmenso. Un territorio colmado de desechos y podredumbre, cascotes de los edificios donde vivían sus habitantes, derruidos todos y toda construcción, montañas y cordilleras con picadillo de metrópolis y lagos inmensos, sucios como agua de fosa séptica, que conectan con el mar o a la inversa, nunca se sabe porque en ese estercolero solo habita la muerte y la destrucción más completa, lo yermo, la homogeneidad de sólo una cosa: acumulación abyecta de cosas muertas y sequía, ausencia casi completa de la vida, de las fuentes de alimento y agua limpia que esos 13 habitantes necesitan para subsistir. De hecho, por todo lo narrado, Los 13 están en las últimas. Casi todos, entre ellos, son ancianos, o si no lo son, anímicamente sus cuerpos lo son, están cansados, enfermos, moribundos... Entre ellos hay dos niños, y el único perro superviviente de ese planeta, el perro Key. En ese mundo se ocultan del sol, porque exponerse a él, aunque sea poco tiempo, representa la muerte. En un lugar sin agua potable, sin alimentos, el llameante sol golpea para la caída a los supervivientes en poco tramo; por ello se ocultan en oquedades de sombra de las inmensas montañas de basura, buscando entre ésta algo que echar al estómago enfermo, y se cubren los escuálidos cuerpos casi esqueletos con trapos y más trapos mugrientos contra las cataratas de fuego vivo que emana el Sol desde muy alto. Las cucarachas, allí, primero crecieron como ratas, y van camino de tener tamaño de perros. Sólo sobrevivieron, después de los más grandes y enconados desastres que han sobrellevado dicho territorio a ser el terrible espacio sin esperanza que es, las formas de vida más duras. No se sabe cómo esos 13 llegaron hasta donde llegaron, pero les queda poco, cada día hace más calor y el conjunto está más enfermo.

    Se les ocurre la loca idea de enviar a los dos más sanos, o menos enfermos, de entre ellos, la pareja que componen Lur y Europa, quienes precisamente son los padres de los dos pequeños a punto de desfallecer de inanición.

    La decisión es dura, pero necesaria y urgente. Todos saben de la existencia de un lugar en esa zona 0 donde se puede pasar a un tiempo antiguo, viajar al pasado, cuando todo era distinto.

    El mundo descrito es el de la Tierra, nuestro planeta, dentro de ¿quién sabe?, ¿100? ¿150 años?

    Entonces la misión consiste en retroceder en el tiempo de esta tierra, a un lugar en el que hablar, a los humanos que encuentren, de lo que ocurrirá de seguir como se sigue, sin tomar medidas de paliación de la enfermedad del Todo, medidas contra el Calentamiento global, generado, en la sexta gran extinción, no por causas naturales como las anteriores grandes extinciones, sino por el humano y su letal contaminación de los cielos, mares y la aniquilación con grúas e incendios de los grandes pulmones verdes del orbe.

    Entre tanto, aquí, en nuestra época, inicios del siglo XXI, dos enamorados actores se reúnen en un teatro para, vestidos de Romeo y Julieta, ensayar la memorable e inmortal obra de amor de Shakespeare, que pronto se representará. En el teatro la actriz que interpreta a Julieta confiesa al actor que hace de Romeo que está embarazada de él. Ambos convinieron siempre que no era responsable, tal y como está el mundo hoy, traer niños aquí; pero el destino es como es, la suerte es como es, y lo que ocurre lo hace sin que podamos detenerlo, casi siempre.

    Romeo acepta de buen grado la noticia, y más que eso, se alegra y canta vítores al niño que vendrá a través de su pareja, jurando que le procurarán el “mejor jardín posible” a su llegada.

    Es entonces cuando Lur y Europa logran romper la barrera del tiempo y saltan, sin saber dónde han llegado, nada menos que al teatro donde la pareja de actores comparten tan importantes asuntos.

    Así empieza la aventura de los tiempos, basada no en una quimera, sino en una verdad que nos angustia a todos y a la puerta de nuestra conciencia toca todos los días, a veces a rascada de mano de niño y otras a coces poderosas nos envite para que reaccionemos: la crisis climática.

    Cada vez más, por la acción nociva del ser humano en el mundo vivo de este planeta, el calor del mundo aumenta, se anuncia que los mares subirán de su nivel varios metros sus aguas, cuando las grandes masas de hielo se derritan, sumergiendo costas y después países enteros; las catástrofes pluviales y de sequías que ya estamos padeciendo, serán infinitamente mayores. Y lo que derive de tanta ira climática y tanta muerte del ambiente que echa a andar como un enorme Frankenstein que golpea para vivir, sólo lo mostrará el tiempo.

    ¿Lograrán Europa y Lur con su viaje convencer a través de Romeo y Julieta a la humanidad de que se detenga, piense y actúe para detener aquello tan nocivo que hacen para que esta Tierra no se dirija al mundo aterrador e inhabitable del que ellos llegan?

    DATOS DE LA OBRA

    “Los hijos de Romeo y Julieta”
    Autor: Ángel Padilla
    Edita: La Consentida Editorial, 2024
    Ilustraciones internas: Ana Clara Pees

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