De los viernes concierto a los viernes recortes

Con las políticas duras de austeridad (y el país en recesión grave) aumenta el desempleo, se contrae la economía, crece la desconfianza, no existe la inversión empresarial, reina el pesimismo, bajan los ingresos, los recortes se suceden unos a otros, sigue subiendo la prima de riesgo, siguen sin calmarse los mercados,… y Rajoy cambia “Los viernes concierto” por “Los viernes recortes”.

Hay que preguntarse, desde el razonamiento sosegado, por qué con dos años de esas políticas de recortes los problemas en lugar de solucionarse se agravan.

En Grecia vienen utilizando esa misma medicina (que viene ordenada por la misma doctora alemana que nos trata) durante cuatro años y las cosas allí han empeorado, no obstante, siguen diciendo que hay que seguir con el mismo tratamiento y Europa, tras tanto “ajuste” apuntando en el mismo vector, se hunde en la recesión a la que se apuntan cada vez más países, mientras el crecimiento, allí donde existe, es tan débil que apenas es perceptible.

A pesar de los síntomas, ellos insisten en las mismas políticas de recortes duros para “reducir los déficits y ganar la confianza de los mercados” “porque -repiten- no hay alternativas”.

Rajoy cree que ha hecho bien los deberes, pero desesperado e incrédulo ante los resultados, se ve obligado a suplicar ayuda de sus socios europeos y manda a Soraya a pedir auxilio a EEUU. Montoro, muy irritado, (El Montoro que dijo a Coalición Canaria en 2010:”Que se hunda España que ya la salvaremos nosotros”) pronunció unas palabras que denotan impotencia: “No podemos aceptar que determinadas instituciones europeas se refieran a veces a España con un tono despectivo. Ya está bien. Cuando un país está haciendo lo que hay que hacer para recuperar la credibilidad del país y del euro merece un respeto”. Y en Europa, Holanda, sin gobierno, no le escucha; Hollande que acaba de llegar, distribuye su recetario; Grecia está perdida, como Portugal, Italia o Estonia y la jefa Merkel repite su estribillo, más preocupada por que los alemanes le hayan dado la espalda en la rica Renania. La Europa de los mediocres hace aguas.

Entre tanto, aquí y para el consumo interno, nos dicen que la culpa es de la herencia recibida (herencia recibida que tampoco era la que decían que era los que presumen de decir la verdad y llevan años gobernando en Valencia y en Madrid porque las previsiones son solo éso, y cuando los ingresos fallan, fallan las previsiones en Valencia, en Madrid y en todas partes) y que la solución estaba en la reforma laboral, luego que había que reformar el sistema financiero, luego que la culpa era de las autonomías, luego… ahora que la culpa es de Grecia. ¡Pobre Grecia! o mejor ¡pobres griegos! que llevan arrastrando unos recortes imposibles de soportar, mientras contemplan impotentes como, los que pueden, se llevan a sus casas la calderilla que queda en los cajeros de los bancos (las sumas importantes ya hace tiempo que pusieron a buen recaudo los patriotas griegos (hay patriotas en todas partes), porque en los acuerdos de libre circulación de Schengen, por error se puso “personas” donde debía decir “capitales”.

Hace muy bien Montoro en enfadarse pero para salir del pozo sería mejor que hicieran piña todos los partidos y dejaran de intoxicarnos con declaraciones que sólo sirven para que ellos reciban el aplauso estéril de sus más fieles seguidores. Tampoco debería poner tanto énfasis en defender demasiado a los mercados (es decir a los dueños de capitales) porque quien invierte sabe que tiene un riesgo. Si la inversión ha sido fallida lo normal sería contabilizar las minusvalías de esos quebrantos (modelo islandés). Hacer lo contrario es llevarnos al modelo griego de duro sufrimiento que ni las divinidades a las que invocan los curas ortodoxos logran mitigar.

La carga ideológica no conduce al razonamiento. Dialogar partiendo de ideas impolutas que no admiten la menor discrepancia no conduce a ningún sitio. Tampoco vamos a ninguna parte repitiendo “que no hay alternativas”. No quieren entenderlo “Los españoles -dicen- nos han dado la mayoría para que hagamos reformas”. Y mientras no lo entiendan seguiremos en el pozo cavando cada vez a mayor profundidad, en lugar de caminar juntos en buscar alternativas al ladrillo que creen puestos de trabajo. Para mí esas alternativas están en las energías limpias, la rehabilitación de viviendas, el turismo y la investigación.

Quienes al dictado de sus intereses nos tienen intervenidos sí saben lo que debemos hacer ¡en beneficio de ellos, claro! Su mensaje es éste: “Te doy más dinero, cada vez más caro, para que con él vayas pagándome los intereses que me debes. Mientras tanto tu ocúpate sólo de ir recortando”. Un mensaje con un futuro muy negro.
Lo siento.

La moral y la ética

En los últimos meses han salido de España más de 100.000 millones de euros. Los propietarios de esos capitales son españoles cuya españolidad y amor a la patria no les impide poner fuera del país, el dinero que España tanto necesita, tal como hacen también el 70% de nuestras empresas del Ibex. Como decía la secretaria del miembro más mediático de la realeza: ¿Qué hay de malo en tener una cuenta en Suiza?

Es una moral tan dúctil como la de Carlos Divar que ve normal pasar los fines de semana a cargo del erario público con misteriosos acompañantes, en hoteles de cuatro estrellas; como la de muchos creyentes que cogen de los preceptos solo aquellos que les convienen: “este sí, este no”, tal como decía la popular canción. Como la de los políticos que no quieren investigar a Bankia, ni que hable MAFO.

Hay muchas actuaciones que no serán sancionables Código Penal en mano pero son éticamente repugnantes, o al menos a mí me lo parecen, como también me lo parece el blanqueo de dinero sin averiguar si viene de la trata de blancas o el narcotráfico.