La ley es tela de araña. No la teme el hombre rico
Si Ud. o yo realizamos reformas en nuestra vivienda, sin la correspondiente licencia de obras, Ud. o yo sabremos que hemos cometido un delito/falta, infracción al fin. Podrá ocurrir:
a) Que el Ayuntamiento nos pille y nos ponga una sanción. Tendremos que pagar y punto.
b) Que no se percaten de las obras realizadas. En este caso seguirá existiendo el delito pero nos libraremos de la sanción.
c) Que el Ayuntamiento nos denuncie pasados cinco años. Seguirá habiendo habido delito, pero no procederá la sanción porque habrá prescrito, o
d) Que el Ayuntamiento detecte el delito pero que la denuncia se traspapele, no se le de curso o se le de curso mal, en cuyo caso también existirá el delito, pero no la sanción por fallos administrativos.
Donde pone delito pongan Uds. falta o denle el nombre que quieran y si quieran cambien la licencia de obras por una denuncia de tráfico. También pueden Uds. cambiar estos ejemplos por una sanción de Hacienda por no haber declarado unos alquileres o incluso anoten, si quieren, el delito de haber robado un banco o haber agredido a un vecino.
En todos los casos estará muy claro, para Ud., para mí y para todo el mundo, que hemos cometido un delito aunque nos escapemos de la multa, la sanción o la cárcel, bien porque no nos pillen, se confundan o haya prescrito.
Es curioso que si no se trata de Ud. o de mi y se trata de un político o cualquier espécimen poderoso, resulta que las cosas cambian tanto que él, ante los mismos delitos, simplifica la inexistente inocencia y la no sanción con estas palabras: “Los jueces han hecho justicia y me han absuelto. Puesto que no me han sancionado está claro que soy inocente. Venían a por mí. Soy una víctima”.
No solo pregonan de forma tan torcedora su inocencia sino que detrás, el partido al que pertenecen se atreve a decir: “se ha demostrado que había una persecución y que D. Fulano no había cometido ningún delito” (Confundiendo interesadamente prescripción con absolución como pasó en el caso Naseiro o en las obras de Luna y miles de lunas que hay por todas partes).
Lo grave de algunos políticos no es que manipulen de forma tan grosera las resoluciones judiciales, lo grave es que detrás de ellos haya tantos fieles seguidores que se dejen arrastrar por lo que ellos dicen. Sus fans les creen, aplauden y defienden con pasión, aunque digan barbaridades y abusen de su poder de la forma en que lo hacen.
Ellos, muy alejados de los que Ud. y yo pensamos, nunca dirán: “Cometí un delito, pero he tenido la suerte de coger a un buen abogado que me ha librado de una gorda”.
Al pairo de lo dicho hemos visto estos días a nuestro político más famoso, Carlos Fabra; a él y a su partido, alardear e incluso burlarse de “la ineficacia de nuestro sistema judicial”, por el archivo (por prescripción) de sus delitos fiscales posteriores a 1999. Cuando al principio del caso, un periodista le preguntó por sus irregularidades fiscales (3,6 millones de euros sin justificar), el político dijo que “lo aclararía ante el juez”. Ante el juez no dijo nada y se acogió a su derecho a no declarar. Ahora, tras el archivo de cuatro de sus cinco delitos fiscales (aun le quedan otros pero ya veremos como se van diluyendo), los periodistas le ha preguntado sino debería dar alguna explicación al menos política. La respuesta otra vez, sin el menor sonrojo, ha sido: “Yo doy las explicaciones ante el juez”. Y ya nadie se acuerda que en sus comparecencias no dijo nada, mientras sus abogados se divertían, enredando y enredando, un recurso tras otro, un año tras otro.
Un juez honesto debería decir: “Mire Sr. abogado, es Ud. un manipulador y un retorcido liante defendiendo a su cliente que le paga muy bien precisamente por serlo. Deje Ud. de buscar recovecos, contar mentiras y alargar procedimientos mediante recursos absurdos. Su cliente, como Ud. sabe muy bien, ha ocultado mucho dinero al fisco perjudicando gravemente a las arcas públicas. Éso es lo importante y lo grave. Ha perjudicado a todos los españoles. Ahí está el delito. Todo lo demás son ganas de enredar. No me venga con sandeces diciendo que falta un papel, que hay una fecha errónea, un recurso mal presentado o fuera de tiempo o cualquier otra tontería que a Ud. se le ocurra. Está muy claro, como se demuestra en los documentos, que su cliente ha defraudado casi dos millones de euros a las arcas públicas. Y eso –repito- es lo importante y lo grave. No ha podido rebatir las graves acusaciones que pesan sobre su cliente y por lo tanto le sanciono a Ud. y condeno a su poderoso e influyente cliente, para que ni él ni Ud. se burlen de la justicia, tal como, está más que claro, intentan hacer”.
Curiosa esta Audiencia Provincial que en el 2006 ordenó que se investigara la renta y el patrimonio de Carlos Fabra entre el 2000 y el 2003 y ahora, la misma Audiencia, archiva los resultados de esa investigación porque dice “están prescritos”. ¿A qué jugaba la Audiencia al ordenar tan compleja investigación, dilatada por múltiples recursos y por que los extractos bancarios tardaban en entregarse? ¿A qué juega ahora esa misma Audiencia al ordenar archivar la causa tras tener constancia de múltiples y gordas irregularidades?.
Ya el poeta Martín Fierro escribió unos versos sobre la justicia que yo diría que no son demagogia sino pura estadística:
“La ley es tela de araña
En mi ignorancia lo explico
No la teme el hombre rico
Nunca la tema el que mande
Pues la ruempe el bicho grande
Y solo enreda a los chicos”
¿Intolerancia?
Un mes y otro mes, un día y otro día, durante tantísimos años has encendido tu cigarrillo en mi casa, a mi lado, sin que nadie te lo recriminara. Ahora que el niño (también yo) estimulados por los mensajes de prohibición que escuchamos, te hemos recordado que “no se debe fumar”, te enfadas y sueltas irritada: “¡Que intolerancia! Es de criminales hacerme salir a la calle con este frio”. Pienso que alguien debería explicarme lo de mi crimen, lo de mi intolerancia y esa libertad que ahora reivindicáis los fumadores, sin pensar que nuestra libertad de no fumar nunca fue respetada.
Si, si ,claro, pero yo empezaría por la enorme concentración de personajes que se amontonan por esta nuestra casa y que huelen tan mal.