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Valencià
Por J. P. Enrique
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Rita, de apestada a las lágrimas de cocodrilo

    Primero fue el cariño, la admiración, el halago y la adulación. Rita era la mejor y era la política a la que la madre de Soraya Sáez de Santamaría le dijo que debía parecerse.

    Ella, Rita, actuaba siguiendo su papel y con él vivía enfundada en la Valencia que ella tenía en su mente. Fuera de ella y de su ideología no había nada. Nada que fuera digno.

    Ella decidía todo. Ella era "la Jefa". Dictaba por dónde había que abrir una avenida al mar, aunque el coste fuera el derribo de decenas de viviendas protegidas. Decidió levantar torres en el Botanic. Ella se ponía la teja y la mantilla. Ella era Valencia: el himno, la valencianía, las fallas y la "mascletá". Ella decidía a quién había que invitar a su balcón y quien debía recibir regalos de su ayuntamiento. Ella y sus "coleguitas" separaban a los buenos de los malos valencianos.

    Rita sobreactuaba, decidía, ordenaba, hacia un desplante a Alberto Fabra y sacaba pecho con sus mayorías absolutas y se ocupaba de adornar Valencia con un circuito automovilístico, unos veleros, y todo lo que ella consideraba bueno. Hasta el Papa Benedicto le fue útil para poner a Valencia donde ella pensó que había que ponerla.

    Cuando, tras años de momentos muy dulces, la luz iluminó la cara oculta de la luna y aparecieron, salpicándola, la Gürtel, el caso Noos, Taula, unas nuevas imágenes del Circuito automovilístico, de los veleros y de la visita del papa, un cordón sanitario se fue tejiendo a su alrededor y la fue dejando cada vez más aislada.

    Rajoy, su amigo íntimo, que le debía el favor de haberle ayudado para ser elegido presidente en el Congreso de Valencia, siguió apoyándola, pero cayeron todos sus concejales. Cayó su amigo Camps y se hicieron públicas unas grabaciones en donde se decía cómo se había financiado el PP valenciano.

    Los escándalos la fueron salpicando cada vez más, sin llegar a tocarla. Ella no sabía nada, pero... ¿"nada de nada de nada" como se preguntaba su teniente alcalde también caído en desgracia? Nada, repetía ella. Las finanzas del partido eran cosa de otros.

    La corrupción en Valencia seguía creciendo. La mayoría, tras las últimas elecciones municipales, fue de "los malos". Con solo dos palabras salidas del alma "qué hostia", la alcaldesa de España resumió lo que había ocurrido.

    Con una Rita ya más debilitada, las nuevas caras del PP (Maillo, Alonso, Cospedal, Boning,...) se propusieron lavar la imagen de un partido salpicado en exceso por la corrupción. Decidieron que lo primero era apartarla. Le abrieron expediente disciplinario y la privaron de la militancia. La número tres del partido ya no les era útil. Tan poco útil que hasta firmaron con la oposición para que dimitiera y la empujaron a dejar la vida pública.

    Fue un golpe demasiado duro. Tras su salida del partido daba pena verla tan sola sentada en la bancada del grupo mixto del Senado desde donde pretendió defenderse.

    Los suyos, los del partido de su vida, la repudiaban, "era indigna y carecía de ejemplaridad", al mismo tiempo que el Tribunal Supremo la iba acosando y la llamaba a declarar como imputada. Los partidos de la oposición hacían su trabajo y le sacaban los trapos sucios. La prensa también haciendo su trabajo aireaba los trapicheos del PP valenciano.

    Día a día a Rita se le fueron incrementando los que le negaban el saludo "Mangui ¿no me saludas?" y que no querían salir en una foto en la que ella estuviera. Al menos, públicamente, era una persona despreciable. La estrategia del partido marcaba ese guión.

    Rita, humillada e incomprendida, se escondió en su casa. Solo miraba a la calle escondida detrás del visillo de su ventana. ¿Cómo podía pasarle esto a ella? ¿A ella? ¿Por qué a ella? ¿Por mil euros?

    El partido se alejaba de Rita porque no era útil para mejorar la imagen del PP en su feudo valenciano y en el nacional. Recibió presiones muy fuertes. Ella seguía sin entender nada. Sus más cercanos dicen ahora que se medicaba con pastillas muy fuertes para superar su estado anímico. Había envejecido -decían- diez años en los tres últimos meses. En ese estado deprimente su corazón le falló de madrugada mientras descansaba en un hotel de Madrid.

    Tras su muerte hemos visto el radicalismo inútil de un Pablo Iglesias de bajo nivel y poca educación, dando munición a quienes necesitan muy poca para lanzársela a su cabeza. Hemos visto a muchos del PP compungidos, mostrando lágrimas de cocodrilo, lanzando dardos sobre quienes han criticado a Rita y olvidando sus duras presiones hasta que fue expulsada del partido. Hemos visto a Rajoy confesando que había hablado con la ex alcaldesa unos días antes de declarar ante el Supremo, algo que no se habría atrevido a confesar un día antes del fatal desenlace. También hemos visto la grandeza de un alcalde, el de Valencia, decretando tres días de luto y ofreciendo el Ayuntamiento para el sepelio. Es de destacar el gesto de Joan Ribó porque ese alcalde sufrió el desprecio, el día de su toma de posesión, de una antecesora que no acudió al acto de entrega de poderes y se marchó ese día a pavonearse haciéndose fotos por los mercados de Burriana.

    En Valencia, ante una muerte tan inesperada y su causa sobreseída impidiendo que fuera o no condenada, los dirigentes del PP andan desorientados porque desde hace tres meses, en su discurso, se han alejado al menos públicamente de Rita como de una apestada. Desde Madrid, intentan apoderarse del cadáver en su provecho mientras la militancia más cercana habla de su honestidad, de lo que ha hecho por Valencia, de que vivía en un piso alquilado, de su honradez, de que la han condenado los malos de la izquierda sin pruebas,... Si era tan inocente ¿por qué el PP la forzó a presentar su baja como militante del partido?

    Ahora toca el duelo y la cercanía y la compasión ante el drama humano de una muerte inesperada que siempre es dolorosa para todos. Atrás quedan despilfarro, entorno de corrupción, hoteles de lujo, regalos y blanqueo. Atrás quedan la Gürtel, Noos y Taula. Rita ya forma parte de la historia. ¡Descanse en paz!

    La muerte no nos hace mejores ni peores. HAY QUE SER MUY CARROÑEROS Y MUY MANIPULADORES PARA UTILIZAR AHORA EL CADÁVER DE RITA PARA ACUSAR A LA PRENSA Y A LA OPOSICIÓN, TODO POR UN PUÑADO DE VOTOS. Una persona cercana a Rita, su cuñado, lo ha dejado claro: "HA MUERTO DE PENA Y LA FUNDAMENTAL APORTACION LA HAN TENIDO LOS SUYOS".

    Me quedo con todas las mismas evidencias de corrupción que apuntan a la ex alcaldesa y el gesto loable del alcalde Compromis Joan Ribo.

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