Un rato con Rato
No era un político cualquiera. Era el vicepresidente; el superministro del gobierno de Aznar. ¡Aznar, el mítico Aznar! De sus colaboradores solo Ana Pastor no está afectada por demandas judiciales o acusaciones de corrupción.
Rato, ya desde la posición fue creando una imagen de político inteligente, íntegro y con solidez moral. Se ha dicho de él que fue “el mejor Ministro de Economía de la democracia” “el activo más importante del PP”. Fue quien puso en orden al país y el artífice “del milagro español”.
Nadie se percató, ni quiso, ni se dijo, ni quiere ahora recodar que generó dinero para el Estado vendiendo las grandes empresas públicas españolas y que en su ADN estaba la corrupción que protagonizó su padre.
Antes de él los españoles fuimos dueños de Endesa, Repsol, Telefónica, Argentaria,… que eran patrimonio de todos y generaban ingresos al Estado. Después de él nos hemos quedado vacíos de propiedades públicas.
Del Ministerio de Rodrigo Rato -hay que recordarlo- salió la Ley del Suelo que fue el germen de la burbuja inmobiliaria y de la crisis financiera posterior.
Con la Ley liberalizadora del Suelo, el precio de las viviendas subía como la espuma y ante las quejas de los ciudadanos de que era inasequible adquirirlas, Aznar decía “¿inasequible? este año vamos a construir 650.000 viviendas; más que Francia y Alemania juntas.” También hay una frase de Rodrigo Rato archivada en las hemerotecas: “Nadie sensato puede decir que estamos ante una burbuja inmobiliaria.” La historia refleja que, con Zapatero, la burbuja siguió creciendo durante dos años más. Tampoco existía para él.
Según ha contado Aznar en sus memorias, Rato fue la persona preferida para sucederle, pero Rato por dos veces se negó a aceptar el ofrecimiento. Luego se arrepintió y cuando la terna estaba entre él, Oreja y Rajoy, Aznar optó por este último.
Pero al autor del “milagro español” le esperaban metas mucho más elevadas. La aureola de su “milagro” se extendió por el mundo y Rato fue propuesto para ocupar (y ocupó) el más alto cargo que nunca alcanzara ningún español: Director-gerente del FMI. (Digo “alto” y no “prestigioso” porque es conocida la lista de gerentes de ese organismo metidos en escándalos). De ahí salió de forma misteriosa. Informes internos del organismo dicen que “no supo detectar la burbuja inmobiliaria que ondeaba en EEUU y Finlandia.” ¿Cómo iba a detectar algo que sucedía en países lejanos si no la vio cuando crecía en España ante sus propias narices?
A pesar de como salió del FMI su prestigio seguía intacto; tanto que Rajoy optó por él como el hombre ideal para liderar Bankia. Allí con dinero a su alrededor Rato extrajo de su ADN las tarjetas Black y las repartió generosamente (para todos y para él). Allí golpeaba con la mano izquierda y con la derecha cogía los sobres que le mandaba el Tesorero del partido. Allí hizo otro milagro y cambió de un plumazo las pérdidas contables por beneficios convirtiendo la basura generada en la Caja por acciones que vendió a un alto precio a los clientes que creyeron en él. ¿Cómo podía engañar y manipular y estafar una persona de tanto nivel? Sí era un estafador. Un estafador que cruzó la puerta giratoria para ganar 600.000 euros como consejero de empresas que privatizó. Lo sabemos ahora que está acusado de fraude, blanqueo y alzamiento de bienes, entre otros delitos.
No trato, al escribir este artículo, de ensañarme en una persona a la que hasta los suyos no quieren ni ver y al que los preferentistas le persiguen. Se trata de ponernos ante el espejo de lo que dijimos, aplaudimos, alabamos y hasta mitificamos, para que lo que ha ocurrido nos sirva de reflexión. El caso Rato, el caso Pujol, el Gürtel y los Eres son sin duda los cuatro grandes pilares sobre los que descansa el cadáver de la marca España, pero la mayor repercusión nos la ha dado el Superministro por el cargo internacional que ocupó.
En adelante oiremos decir, cada vez menos, el repetido slogan del PP: “Sabemos cómo salir de la crisis porque ya lo hicimos del 96 al 2004 cuando gobernamos con Aznar”. Ahora ya sabemos que aquellas recetas no sirven porque ya no quedan grandes empresas públicas para vender y porque es demasiado pronto para volver a encender la mecha de la especulación inmobiliaria.
AHORAS HEMOS SABIDO…
Hemos sabido que Rita Barberá se desplazó, en plena crisis, a Florencia y pagó 771 euros por una habitación de hotel. Que no fue con cutreríos y gastó 2.000 euros en una cena para sus 26 invitados. Que gastó 4.000 euros en alquilar un coche con chofer en Londres. Todo a cargo del erario público donde también puso ostras, langostinos y gin-tonics.
Hemos sabido que Federico Trillo decía que no es lícito hacer de mediador desde el poder con negocios privados. Lo decía mientras cobraba 354.000 euros de una constructora por hacer informes ocupando un cargo público, lo mismo que Martínez Pujalte. A Trillo y a Pujalte, estoy seguro que su partido va a exigirles con insistencia que les muestre los informes, tal como se lo ha exigido a quien los hacía a países suramericanos sin ocupar ningún cargo público.
¿Cuántos escándalos más será capaz de aguante aguantar el PP en su camino de convertirse en un partido minoritario en toda España (menos en Castellón, en donde según la última encuesta de Metroscopia solo baja el 30%, mientras que en Alicante baja un 50% y en Valencia el 59%)?
Recollons!!! què bo que eres amb les dades i l'escriptura!!!