Nuestra historia económica reciente siguiendo el Catón
Como siempre ocurre, detrás de un ciclo de alegrías, vino el momento de la resaca. El apretón vino de la mano de Felipe González (socialista) que aplicando las técnicas del Catón que permanece tanto tiempo sin actualizar, devaluó dos veces la peseta para de ese modo aumentar la productividad, rebajando sin que se note demasiado, los salarios y las pensiones.
Sorteada “con éxito” la crisis del 92-93, otra vez Catón en mano, gracias a la puesta en orden de la economía del modo que el manual indica, España, con el ajuste ya hecho, el 1-1-99 entraba en el euro.
Solbes, Boyer, Solchaga, (socialistas) habían iniciado el ajuste que indicaba el Catón y lo continuó Rodrigo Rato (liberal y futuro número uno del FMI).
Ya estábamos en el euro y el déficit ajustado el 3%. Un ajuste que ordena aplicar, también ahora, de forma escrupulosa la canciller Merkel para poner en cintura a toda Europa y dejar a la economía sin estímulos, dificultando así la vía de la recuperación.
Al otro lado del atlántico Obama se mueve intentando cuadrar las cuentas públicas sin cometer el “delito” de subir los impuestos a los más ricos, tal como le exigen los del Tea Party. Por el contrario, en la otra parte del mundo, Hu Jintao ha estimulado la economía inyectando nada menos que 568.000 millones de dólares en el año 2009 y ha hecho lo mismo en 2010. El gobierno comunista (eso dicen) ha mantenido sus enormes inversiones en bonos de EEUU, evitando que el caos esté más descontrolado de lo que está; pero con los chinos, batuta en mano, dirigiendo la orquesta y acumulando cada vez el mayor poder que le dan unas arcas muy llenas. Merkel, dirigente del primer país exportador de Europa, ha hecho lo contario: se ha fijado más obsesivamente que nadie en el déficit, pensando que el bienestar de su país nada tiene que ver con los otros países de Europa.
Nos gobernó Aznar (conservador) que tomó el poder el 96 (Debo remarcar que en ese año ya se habían realizado los ajustes que marca el Catón y la economía estaba creciendo a tasas del 2,4%, tras la recesión acabada en el 93).
En el 96, Aznar siguiendo el manual, intervino congelando sueldos y vendiendo empresas públicas. Nos dejó sin patrimonio. Como marca el Catón.
Con nuestra incorporación al euro España vive una época con unas características muy especiales. Estamos protegidos por una moneda fuerte que no podemos devaluar, en un entorno en donde los tipos de interés nos vienen fijados desde Bruselas por el Banco Central Europeo, es decir por Alemania.
En estas circunstancias, el dinero llegaba en vagonetas repletas de billetes a través de los Fondos Europeos y en forma de capitales privados (franceses, holandeses y alemanes muy interesados en la alta rentabilidad de nuestros valores inmobiliarios). Embelesados por la riqueza que fluía, y parecía no tener fin (los periodos de vacas flacas ya eran cosa de la historia) llegaban muchos inmigrantes y hasta los más tontos veían que con un coste del dinero tan bajo, el negocio estaba en endeudarse hasta las cejas y eso hicieron las empresas, el Estado y los ciudadanos de a pie. “El crédito crea riqueza. Los bancos -se decía- están para prestar dinero”…Y los bancos prestaron y prestaron dinero mirando las comisiones que cobraban y viendo que en Europa (los duros de ahora) les cambiaban, muy felices, sus cromos por más liquidez para poder seguir en un juego macabro que beneficiaba a deudores y acreedores.
A nadie interesaba frenar aquella locura. Las viviendas subían y subían. Si subían los pisos era “porque los españoles tienen dinero para pagarlos” (Álvarez Cascos, conservador). Los pelotazos urbanísticos fueron creciendo. Pero los grandes negocios especulativos funcionan solo cuando los realiza un minúsculo grupo de privilegiados. En el momento en que se “socializan” esos negocios y los especuladores se convierten en mayoría, el saco se rompe. Es lo que ha sucedido ahora. Es lo que siempre ha sucedido.
Con un nivel de vida tan alto, los españoles utilizamos el endeudamiento para mudarnos a un chalet, vendido el piso viejo al inmigrante recién llegado, cambiamos de coche y nos instalamos en un estatus alto, aprovechando los tipos de interés reales negativos y las facilidades crediticias. Los gobiernos autonómicos maquinaban proyectos cada vez más fantásticos; el Gobierno central repartía generosas dádivas, afirmaba que “bajar impuestos es de izquierdas”, los Ayuntamientos daban dinero para que las peñas estuvieran contentas y se cambiaban las baldosas de una acera por otras de distinto color y de peor calidad.
Nadie pinchó la burbuja (ni Aznar ni ZP) sino mas bien lo contrario. Aquí en tierras levantinas nuestros políticos, alumnos aventajados del PP, se sacaron de su chistera la Ley conocida por LRAU que facilitaba que todo fuera urbanizable y daba oxigeno a la gran burbuja.
Luego vendría el “necesario” apoyo multimillonario a los bancos y los déficits desbordados de las cuentas públicas a causa de ese apoyo, pero esa es otra historia.
A partir de ese pasado cada cual saque las consecuencias que quiera para entender el presente y que nadie se preocupe, si no le cuadra se cambia el pasado o se le justifica ¡y no pasa nada! La historia, aunque la hayamos vivido y esté ahí tan fresca, es fácilmente manipulable.
Tal vez la solución correcta sería cambiar las reglas del Catón con el fin de eliminar de él sus reglas más injustas aplicadas unidireccionalmente, pero para eso sería necesario un acuerdo exprés similar al que PP y PSOE firmaron un día por la mañana para cambiar la Constitución por la tarde. No van por ahí los tiros.
Sempre atinat i amb trellat. Felicitats. Jo sempre dic, ara i fa poc. El treballador que vota al PP està políticament cec i el que ho fa al PSOE, miop de 10 dioptries.