Los negocios con los pobres
Lo he visto. Es un piso, un primero, en Burriana c/ Virgen de las Nieves. Subiendo una estrecha escalera, tras cruzar la puerta, a la derecha hay una habitación y a la izquierda un largo pasillo en el que la primera puerta es una cocina vieja y desmochada (¿Cocina he dicho?) en donde muy pocos se atreverían a hacer allí sus guisos. Decir que la segunda da a un baño es mentir, pero voy a llamarla así para que Uds. me entiendan. En el mal llamado baño, vi un wáter con pegotes de yeso sujetándolo al suelo, un pequeño lavabo, una negra ducha y poco más. La puerta siguiente es una habitación y al fondo está el patio de luces parcialmente cubierto. En todos los habitáculos, el pequeño hall incluido (¿hall he dicho?), hay, encima de un suelo magullado y con regatas de cemento ente azulejos, muebles viejos y enseres propiedad de sus moradores. No les he hablado de las paredes, por que Uds. podrán adivinar están a juego con el lúgubre entorno.
Por este cuchitril, la propietaria contrató, con un inquilino argentino, percibir 300 euros mensuales más gastos. El sudamericano locuaz, hábil, con buena presencia y los bolsillos vacios (no le culpo ya que intenta sobrevivir como puede) había subcontratado con un muchacho de aquí, con una pequeña pensión de invalidez, realquilarle una habitación por el precio de 220 euros.
Tres meses después de que el muchacho hubiera subcontratado su habitáculo, pagando religiosamente, un día llegó al piso y se encontró, - me dijo- con que había sido precintado por el juzgado, ya que el inquilino argentino había sido denunciado porque hacía nueve meses que no pagaba sus mensualidades, según he sabido después por boca de la dueña de la mal llamada “vivienda”.
Por la circunstancia de ayudar al muchacho a sacar de allí sus pertenencias y tratar de buscarle una solución, pude saber que él había acudido a Cáritas para pedirles que desde allí intercedieran en buscarle un cobijo.
Cobrar un alquiler a precio de oro por un piso tan lamentable me sirvió para reflexionar sobre los negocios abusivos que se hacen con quienes no pueden acceder al crédito para comprarse una vivienda, ni pueden acudir a alquilar un hogar “normal” por su imposibilidad de superar los mínimos filtros de garantía.
Vigilante en el desalojo ¿tal vez temía que se llevaran las paredes o su insalubre wáter? allí estaba la dueña: Una rumana bien vestida, maquillada y enjoyada, acompañada por un fornido muchacho (hijo, yerno o vecino) lamentándose de que el argentino no le hubiese pagado durante nueve meses, al tiempo que, altiva, reprochaba a su cliente suramericano el incumplimiento y la suciedad que decía ver en la vivienda.
“Con lo limpio que estaba cuando lo alquilé” - repitió, dirigiéndose a mi la afligida la señora-
No puede contenerme:
“Señora, la vivienda estará sucia, pero yo me la imagino limpia y no entiendo como se atreve Ud. a pedir 300 euros por un piso en tan lamentable estado, cuando por 400 puede alquilarse una vivienda casi nueva, bien dotada, amueblada, en un lugar privilegiado del puerto, mirando al mar y con el sol entrando por los amplios ventanales, con tres habitaciones, dos aseos y un amplio comedor.”
La rumana, enjoyada, bien vestida y altiva siguió a lo suyo: a la vigilancia y la bronca con el argentino mientras rumiaba “su desgracia”. Yo me marché con el muchacho cargando sus enseres y documentos personales de escasísimo valor, lamentando no haber cogido mi cámara de fotos y pensando que, tal vez, de haber disparado el flash, me hubiera encontrado con problemas.
He aprovechado para pasarme por Cáritas, (organización que, dicho sea de paso, realiza una labor social, encomiable y absolutamente necesaria, con más voluntarios que medios) para explicarles el lamentable estado del piso que yo vi. Allí me enteré de que ellos encargan viviendas a una inmobiliaria y se limitan a conceder una ayuda en concordancia con Servicios Sociales del Ayuntamiento. Tres pensamientos:
1) Habrá desheredados a los que siempre será necesario ayudar, aunque el mercado laboral se recupere, cuando se recupere. Hay personas que nunca serán útiles para el trabajo.
2) Visto lo visto y para evitar abusos como el que yo he sido testigo ¿no sería el momento de aglutinar esfuerzos y construir un albergue en lugar de subvencionar a caraduras que ofrecen desechos a altísimo precio? Tal vez podría financiarse con la colaboración de organismos, Ayuntamiento, Generalitat y muchos particulares que podrían contribuir.
3) Cuando hablamos de reducir impuestos a los que podemos obtener crédito para comprarnos un coche nuevo, no hay que olvidar que recortar impuestos, subvenciones, ayudas, estímulos y gastos, es dejar necesidades mínimas sin cubrir y a más gente en la calle.
Y bastantes preguntas: ¿Cuánto aporta el Ayuntamiento a esta organización altruista a donde, -por lo que me dijeron- desvía a los necesitados? Aparte de la campaña del kilo y una colecta mensual en las iglesias ¿Cáritas tiene convenios con tiendas de alimentación para poder dotarse de un banco de alimentos? ¿Sería descabellado disponer de algunas de las muchas tierras abandonadas para que algunos se plantaran allí sus habas y sus lechugas? ¿Además de ayudar, no sería útil asesorar a los necesitados sobre como administrar mejor sus escasos recursos? ¿Por qué no construir entre instituciones y personas de buena voluntad un albergue o similar? Sobran argumentos: Por caridad, por conciencia social, por amor al prójimo, por humanidad o por justicia.
En el lado oeste de la ciudad , opuesto a donde se ubica Caritas, en la Burriana de Paris y Londres, con la ayuda de la Generalitat y el Ayuntamiento, se ha levantado, ocupando un rincón del gran patio del Colegio Salesiano, un amplio edificio, con parquet y azulejos de Porcelanosa, dotado con desahogadas dependencias: sala de visitas, parking, comedor, sala de juegos, aulas para psicólogo y cuidadores, despacho para el director, cocina (que quisieran tener restaurantes que atienden a cien comensales) y 14 habitaciones, para ubicar allí a un máximo de 12 niños atendidos por 10 profesores, cuyo coste ha superado los 167 millones de ptas. y cuyo mantenimiento calculo que rondará los 20 millones de pesetas anuales.
Está bien que se atienda unas necesidades también necesarias, pero las organizaciones sociales que se mueven en la penuria y con escasos medios pensaran -yo también- en lo que en economía se denomina “coste de oportunidad“ que hay detrás de cualquier decisión inversora. El Burriana de Paris y Londres me suena muy mal en estos tiempos de grave crisis en los que es necesario establecer prioridades, también para satisfacer atenciones sociales y sacar la máxima rentabilidad a los escasos recursos.
El edificio, acabado, aún no funciona (se espera -dicen- inaugurarlo en Setiembre), pero los salesianos disponen ya para su uso de un parking, dos vestuarios y un bar. Cuando la Generalitat les ceda, dentro de unos años, el resto de la instalación “para los fines que consideren oportunos”, se habrá completa el círculo. ¿Seguirá entonces Cáritas trabajando en la misma penuria?.
No era , evidentemente, el tema central de mi comentario el tema salesiano, pero a veces uno no se expresa bien y enl a lectura extraen parrafos marginales. Me he ido al archivo de este mismo periodic. 30-1 y sin haber estado en la explicación del amigo Alfonso, leo que nuestro Ayuntamiento aporta 100.000 euros en 2010 y que se ha implicado a la Fundación Caixa Castelló (algún dia esta ajena al mundillo poliico, hoy no) y a un particular como Porcelanosa(esta empresa que haga lo que quiera, pero que por unpoco mas que complete la obra y la mantenga). Ahi está con aportaciones privadas y "publicas", algo que va a tener un gran coste y un beneficio reducido. Con 100 euros se puede atender a 10 personas con 10 euros o entregar 100 a una sola. Esa era mi critica (marginal).