Libertad de expresión sin libertad de pensamiento (JL. Sampedro)
Yo, por mi parte, siempre he dudado de esa supuesta sabiduría, porque si los pueblos como tales fueran tan sabios, en Alemania no habrían elegido a Adolf Hitler, ni Fujimori (dictador encarcelado por corrupto en una lujosa y placentera mansión que es cualquier cosa menos una cárcel) habría obtenido, para su clan familiar, la mitad de los votos de los peruanos. Ni un borracho como Yeltsin habría sido presidente en Rusia; ni otro ignorante como Bush habría logrado la presidencia de EEUU apoyándose en millones de votos y en un escrutinio fraudulento (Les invito a que lean “¿Qué han hecho con mi país, tío?” de Michael Moore); ni un populista como el venezolano Chávez sería reelegido una y otra vez con mayorías tan abrumadoras.
Sin ir lejos, aquí, tras la últimas elecciones, tenemos a una larga lista de imputados que el “pueblo sabio” acaba de elegir, otra vez, para que sigan administrándonos.
Los corruptos, no sólo no son rechazados en las urnas (como debería ser con sentido común), sino que vuelven a recibir nuestro apoyo. Así ha ocurrido en muchos Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas. La lista es muy larga. No hace falta que cite nombres. Ahí están: acosadores sexuales, imputados por cohecho, por tráfico de influencias, por prevaricación. Defraudadores fiscales, imputados por financiación irregular, por fraude a las arcas públicas, por delitos ecológicos, por falsedad documental. Ahí están de nuevo dispuestos a administrar los recursos del Estado (los de Ud. y los míos), acusados de todo ese rosario de delitos y de otros que no lo son, como esconder facturas, sin contabilizar, en los cajones o no dar cuenta de las finanzas de su partido político.
Este es el mensaje: “Nos han votado porque lo hemos hecho bien y con el voto nos han absuelto.”
¿Por qué ocurre eso? Creo, al igual que José Luis Sampedro, que tenemos libertad de expresión para denunciar u opinar sobre cualquier tema, pero no tenemos libertad de pensamiento. El pensamiento nos lo tienen secuestrado los miles de mensajes que nos aturrullan, anulando nuestra atrofiada capacidad crítica. En la mente llevamos grabado con fuego: “Tu del Barça, yo del Madrid.” A partir de ahí cualquier opinión puede expresarse libremente, pero cada cual, en defensa de los suyos.
Si razonáramos con libertad de pensamiento ¿Cómo podríamos repetir lo de “estado de derecho” y asumir sin repugnancia los asesinatos que cometen Israel, EEUU o nuestros socios europeos? La libertad de expresión lo aclara sin que nadie se sonroje: “Mejor vivir en un mundo sin Sadam Husein” “Mejor un Bin Laden muerto” “Hay que matar a los piratas somalíes”.
El respeto a la legalidad, en la que se basa el estado de derecho, importa muy poco.
Voy a detenerme en el caso de los piratas somalíes: Alguien o muchos (no de ellos, sino de los nuestros) han venido arrojando a las costas somalíes misteriosos bidones conteniendo substancias muy contaminantes. Esos residuos peligrosos han acabado con la pesca artesanal, medio de vida de los habitantes. Los casos de cáncer en la zona se han triplicado según testimonio de médicos locales, sin que ellos, carentes de medios, puedan hacer nada. Las malformaciones en recién nacidos se suceden: niños sin genitales y deformaciones en las extremidades.
Nadie ha investigado a los que impunemente han destruido aquella zona. La ONU mira para otro lado. Lo mismo hacemos los países más desarrollados. Los pescadores se han quedado sin poder pescar. Ahora se alistan en bandas de pillaje. Nuestro análisis es contundente: “Hay que matarlos a todos”.
Lo que les cuento son hechos reales no demasiado conocidos. Por si acaso se difunden, más allá de un documental de medianoche o en algún rincón de la prensa, hay preparado un mensaje en la recámara que permite liberar el pensamiento de culpas: “Son exageraciones que pretender justificar la piratería”.
Podría extenderme hablando sobre los miserables que huyen de sus países y tratan de alcanzar Europa muriendo por centenares en el trayecto. El mensaje ya reposa en nuestro cerebro: “Vienen engañados por las mafias que les explotan”. Así de claro. Así de simple. Así de tranquilizador.
A nadie le importa, ni quiere, ni puede dirigir su mirada hacia el análisis de los matices, de las circunstancias, para razonar sobre otros detalles u otros puntos de vista con una mirada crítica. El mensaje cuando más simple, mejor. Da tranquilidad y nos ayuda en la defensa del equipo, “de los nuestros”.
REDUCIENDO GASTOS. Rajoy, para evitar despilfarros, propone que los altos cargos utilicen un mismo coche para dos personas y contempla en silencio como su jefe de filas en Castellón se reserva el cargo de presidente de una sociedad pública (dinero de todos) AEROCAS, con un sueldo de 90.000 euros que incluye además chofer, coche y escolta.
UN ARZOBISPO. Hay un arzobispo, que se opuso con todas sus fuerzas a la guerra de Irak y que criticó el asesinato de Osama Bin Laden, que acaba de decirle al gobierno que no se escude en gobiernos anteriores para recortar en sanidad y educación y para que, “a pesar de la grave crisis, se ocupe de la pobreza, la educación y las infraestructuras de las comunidades más pobres”. Ese arzobispo se llama Rowan Williams y es el máximo responsable de la iglesia de Canterbury.
Los fiscales imputan con indicios apoyados en pruebas que luego un tribunal valorará dandoles validez o no o restándosela. De acuerdo en que los minoritarios cuentan poco y no tienen otro interés que sumalarlos para constrituir mayorias que los grandes no tienen. Pero a veces los enanos crecen y se hacen grandes, a pesar del control que ejercen pp y PSOE. Vamos a dejar a los imputados como tales sin ir mas alla y emitir neustro juicio ¿al juez Garzón tambien? Bones vacances.