Emociones

Muchos sienten una emoción profunda cuando un jugador de su equipo logra introducir el balón en la portería contraria. Otros sienten algo parecido cuando un balón más grande se cuela en un pequeño aro o al ver una pequeña bola, golpeada con una raqueta, que cruzando una red, se introduce en un cuadrilátero sin que pueda ser devuelta.

Hay otras emociones: Los símbolos de la patria, el himno, la bandera, por los que yo tal vez sentiría un mayor apego si se refirieran a un espacio nacional o comunitario en donde convivir supusiera no dejar de atender a los que no pueden valerse por sí mismos o a los que carecen de los recursos mínimos necesarios.

Ajeno a pelotas de diferentes tamaños, mis emociones sí se han desbordado estos días al ver a esa mujer endeble pero valiente, de huesos de cristal, pero con una voluntad de hierro, Elvira Murcia, que se atrevió hace unos meses a permanecer varios días encadenada ante el Palacio de Justicia y acabamos oírla gritar desde la bancada de invitados en las Cortes Valencianas que atiendan a su colectivo: “Nos deben dinero -gritaba- nos están ahogando” “No pueden dejar la valoración de minusvalía de un niño autista en el 15% , cuando inicialmente se había dictaminado que era del 65%” “¡Vergüenza!, y Blasco ahí sentado”. Un poderoso alto cargo durante décadas, con toda seguridad insensible ante el grito angustioso de esa frágil mujer como también lo estuvo para desviar fondos que iban destinados a los más pobres de Haití.

Muy cerca en el tiempo a lo que ocurría en las Cortes Valencianas, en Madrid el Ministro de Cultura en un acto de entrega de premios de fin de carrera a los alumnos más brillantes de España, sufría el gesto de protesta de un grupo de ellos que se negaron a darle la mano “porque está reduciendo tanto las becas y encareciendo tanto las tasas que el hijo de un barrendero ya no va a poder asistir a la Universidad. La cultura solo va a ser para los que puedan pagarla haciendo añicos la igualdad de oportunidades”.

Una sociedad que no es capaz de atender las necesidades de los colectivos más desfavorecidos, ayudar a quien está enfermo o facilitar el acceso universitario a quien tiene capacidad pero carece de medios, es una sociedad demasiado injusta para compartirla y sentirse satisfecho.

Creo en una patria, la mía, pero con otros valores más solidarios y una Comunidad, la mía, que me duele que no aleje del poder a los corruptos para que ocupen sus puestos personas más sensibles ante los dramas sociales que estamos viviendo.

Sí valen los gestos y a mí esos gestos sí me han emocionado.

PODER ECONOMICO Y POLITICO

Josep Piqué, Eduardo Zaplana, Aznar, Felipe González, Solbes y muchos otros cuando estaban en el poder tomaron decisiones que afectaron a las empresas energéticas. Nos explicaron las subidas del gas y de la luz tan necesarias para atender el incremento de costes.

Aquellos líderes políticos ocupan ahora asientos en los consejos de administración de Endesa, Gas Natural, Repsol,… unos puestos con altísima retribución económica.

Han sido años de gobiernos del PPSOE en los que se ha fraguado una estrecha simbiosis que me lleva a preguntarme ¿Esos políticos tomaron decisiones desde el poder para beneficiar a sus votantes o para hacer méritos para el puesto al que aspiraban?

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

Ahora nos dice el FIM que los ajustes que ellos ordenaron fueron excesivos y que no midieron bien las consecuencias que ello conllevaría. Dentro de nada nos dirán que en España ha ocurrido lo mismo y que lo sienten, pero sus medidas, aquí como en Grecia, van a quedarse para siempre y el trabajo seguirá siendo precario y la sanidad cara y las pensiones futuras inaccesibles y los pensionistas actuales van a dejar de mantener el poder adquisitivo.