OPINIÓN
¿Dictadura? ¿Presos políticos en Túnez?
25/01/2011
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Muy pocos de nosotros sabíamos de Ben Ali. Muy pocos sabíamos de su inmensa fortuna amasada en bancos suizos durante 23 años en el poder y 31 a la sombra de Burguiba. Muy pocos sabíamos de la dureza de la policía tunecina. Muy pocos sabíamos de los miles de ciudadanos pudriéndose en las cárceles y la desigual distribución de la renta, en un país que era ejemplo de “desarrollo y modernidad”.
Y Túnez está ahí, a nuestro lado, besando nuestro mismo mar. Y Túnez es un país visitado por decenas de miles de turistas españoles que se pasean por Sousse, Hammamet, Tozeur, Chebika, el café de Sidi Bou Saïd, las ruinas de El Djem, el Museo del Bardo, la Medina… Turistas que han entrado en una mezquita, han montado en un camello y al regresar nos han hablado del maravilloso Túnez, de su modernidad, de sus excelentes hoteles, sus playas, sus campos de golf, su alto nivel de vida, el alto crecimiento del PIB, su seguridad, su europeísmo... Los mismos turistas que al regresar de una semana de estancia en la Habana nos han hablado de la feroz dictadura de los hermanos Castro, de la ausencia de libertades y la opresión del régimen cubano.
Ahora que Túnez está convulso y su régimen ha saltado por los aires, ante la despistada Europa, cuya prensa se olvidó de contarnos la realidad de un tirano corrupto que ha oprimido y amordazado a su pueblo, al que no le llegaba la riqueza de la que presumía el FMI: “el país con mayor desarrollo del norte de África y uno de los mayores de ese continente”. Una Europa que se olvidó de denunciar y presionar al dictador Ben Alí que ganaba las elecciones con el 98 % de los votos. Una Europa que también se olvidó de expulsar al Reagrupamiento Constitucional Democrático de la Internacional Socialista.
La Europa de los valores, encabezada por Francia, no pensaba en otros valores que los de mantener el orden (un orden de saqueo desde el poder, de torturados y encarcelados, con una injusta distribución de la riqueza). Tan preocupada estaba la diplomacia gala que, ante los primeros altercados, ha estado a punto (a propuesta de la Ministra de seguridad francesa) de mandar tropas y toneladas de material antidisturbios para ayudar a que la policía pudiera mantener “el orden”. ¿Desconocía la diplomacia europea la realidad de lo que allí sucedía días antes de que el 17 de diciembre Mohamed Bonazizi prendiera en llamas sus propias carnes?.
En claro contraste, hemos visto al otro lado del Atlántico, a Obama empujando en otra dirección a Hosni Mubarak para que no interviniese, al tiempo que aplaudía el derrocamiento de un ácrata y demandaba “elecciones libres y justas, con respeto a los derechos humanos”. A través de los cables de Wikileaks todos hemos sabido que el embajador norteamericano sí conocía y explicaba bien lo que allí estaba sucediendo, aunque hubiera sido deseable que lo denunciara también públicamente.
¿Y Europa? ¿Dónde está la Europa de los valores? ¿Dónde está la Europa que perdona todo a países tan corruptos como Argelia, Marruecos, Egipto, Jordania, Libia, Arabia Saudí,…? ¿Aceptamos que sus gobiernos puedan torturar impunemente con la escusa de Al Qaeda? ¿Solo nos preocupa que hagan de gendarmes y apliquen derechos inhumanos a los subsaharianos que huyen de la pobreza de sus tierras en busca de un rayo de esperanza?. El régimen marroquí y sus vecinos se encargan de maltratarles, encarcelarles y luego arrojarles al desierto ante nuestra mirada esquiva. Luego el gobierno nos enseñará las estadísticas: “ha decrecido espectacularmente el número de los inmigrantes ilegales llegados a nuestras costas”, sin añadir: “dejando un terrible reguero de torturados y muertos en el camino que no vemos”. Otros ilegales, con más recursos, llegan en avión e instalan tranquilamente sus mafias en la Costa del sol. Así de claro lo dijo Aznar actuando mano a mano con Marruecos: “teníamos un problema y lo hemos resuelto”. Sin sentir ni hacernos sentir remordimientos de conciencia por mandar a una muerte segura a un centenar de desheredados arrojados al desierto.
Tenemos a Túnez a nuestro lado, bañándose en nuestro mismo mar. Tenemos miles de periodistas en busca de la noticia. Tenemos decenas de miles de turistas que visitan cada año a Túnez y todos ellos han estado dirigiendo sus miradas al Caribe, fijándose en los 70 presos políticos del régimen cubano a los que hemos fotografiado, entrevistado y comentado hasta la saciedad. Todos sabemos de la falta de libertades en el régimen castrista ¿Quién no conoce a las damas de blanco? ¿Quién no ha leído escritos de anticastristas? ¿Quién no les ha visto y escuchado por televisión? ¿Qué político de bien no ha ido a la isla y se ha reunido con la disidencia cubana? Y en toda esa abundante información que está muy bien que conozcamos ¿no había un hueco para mirar hacia Túnez? ¿no lo hay para mirar a Marruecos, a Egipto, a…? ¿Por qué no hemos conocido presionado y denunciado a Leila Trabelsi y a Ben Ali? ¿Qué político ha ido a Túnez a reunirse con la disidencia? ¿De que sirven nuestros testimonios como turistas observadores de la realidad de un país? Si la realidad no es la que vemos ni la que nos cuentan ¿qué es la realidad? ¿Hasta qué punto estamos informados como creemos estarlo? ¿En base a qué datos conformamos nuestras opiniones? ¿Vemos la realidad o repetimos lo que previamente nos han contado?
¿Quién mueve los hilos de la información? ¿Dónde está la Europa de los valores? ¿Dónde esa prensa libre que vomita noticias en tantos boletines? Ahora, finalmente, no han tenido más remedio que llenar los informativos hablando de Túnez. Tal vez dentro de poco no tendrán más remedio que hablarnos de Marruecos o del egipcio Mubarak, pero en el intermedio ya tendrán de qué ocuparse y ocuparnos en repetitivas, sesgadas e intrascendentes noticias.
Una última reflexión: Con una clase política tan desprestigiada, un nivel de paro insoportable, unos salarios en muchos casos de miseria, un excesivo endeudamiento, un sistema financiero en la UVI y una disminución de las ayudas de subsistencia para espabilar a los que apenas les da para comer ¿no estaremos incubando aquí una salida de las gentes a las calles?
Y Túnez está ahí, a nuestro lado, besando nuestro mismo mar. Y Túnez es un país visitado por decenas de miles de turistas españoles que se pasean por Sousse, Hammamet, Tozeur, Chebika, el café de Sidi Bou Saïd, las ruinas de El Djem, el Museo del Bardo, la Medina… Turistas que han entrado en una mezquita, han montado en un camello y al regresar nos han hablado del maravilloso Túnez, de su modernidad, de sus excelentes hoteles, sus playas, sus campos de golf, su alto nivel de vida, el alto crecimiento del PIB, su seguridad, su europeísmo... Los mismos turistas que al regresar de una semana de estancia en la Habana nos han hablado de la feroz dictadura de los hermanos Castro, de la ausencia de libertades y la opresión del régimen cubano.
Ahora que Túnez está convulso y su régimen ha saltado por los aires, ante la despistada Europa, cuya prensa se olvidó de contarnos la realidad de un tirano corrupto que ha oprimido y amordazado a su pueblo, al que no le llegaba la riqueza de la que presumía el FMI: “el país con mayor desarrollo del norte de África y uno de los mayores de ese continente”. Una Europa que se olvidó de denunciar y presionar al dictador Ben Alí que ganaba las elecciones con el 98 % de los votos. Una Europa que también se olvidó de expulsar al Reagrupamiento Constitucional Democrático de la Internacional Socialista.
La Europa de los valores, encabezada por Francia, no pensaba en otros valores que los de mantener el orden (un orden de saqueo desde el poder, de torturados y encarcelados, con una injusta distribución de la riqueza). Tan preocupada estaba la diplomacia gala que, ante los primeros altercados, ha estado a punto (a propuesta de la Ministra de seguridad francesa) de mandar tropas y toneladas de material antidisturbios para ayudar a que la policía pudiera mantener “el orden”. ¿Desconocía la diplomacia europea la realidad de lo que allí sucedía días antes de que el 17 de diciembre Mohamed Bonazizi prendiera en llamas sus propias carnes?.
En claro contraste, hemos visto al otro lado del Atlántico, a Obama empujando en otra dirección a Hosni Mubarak para que no interviniese, al tiempo que aplaudía el derrocamiento de un ácrata y demandaba “elecciones libres y justas, con respeto a los derechos humanos”. A través de los cables de Wikileaks todos hemos sabido que el embajador norteamericano sí conocía y explicaba bien lo que allí estaba sucediendo, aunque hubiera sido deseable que lo denunciara también públicamente.
¿Y Europa? ¿Dónde está la Europa de los valores? ¿Dónde está la Europa que perdona todo a países tan corruptos como Argelia, Marruecos, Egipto, Jordania, Libia, Arabia Saudí,…? ¿Aceptamos que sus gobiernos puedan torturar impunemente con la escusa de Al Qaeda? ¿Solo nos preocupa que hagan de gendarmes y apliquen derechos inhumanos a los subsaharianos que huyen de la pobreza de sus tierras en busca de un rayo de esperanza?. El régimen marroquí y sus vecinos se encargan de maltratarles, encarcelarles y luego arrojarles al desierto ante nuestra mirada esquiva. Luego el gobierno nos enseñará las estadísticas: “ha decrecido espectacularmente el número de los inmigrantes ilegales llegados a nuestras costas”, sin añadir: “dejando un terrible reguero de torturados y muertos en el camino que no vemos”. Otros ilegales, con más recursos, llegan en avión e instalan tranquilamente sus mafias en la Costa del sol. Así de claro lo dijo Aznar actuando mano a mano con Marruecos: “teníamos un problema y lo hemos resuelto”. Sin sentir ni hacernos sentir remordimientos de conciencia por mandar a una muerte segura a un centenar de desheredados arrojados al desierto.
Tenemos a Túnez a nuestro lado, bañándose en nuestro mismo mar. Tenemos miles de periodistas en busca de la noticia. Tenemos decenas de miles de turistas que visitan cada año a Túnez y todos ellos han estado dirigiendo sus miradas al Caribe, fijándose en los 70 presos políticos del régimen cubano a los que hemos fotografiado, entrevistado y comentado hasta la saciedad. Todos sabemos de la falta de libertades en el régimen castrista ¿Quién no conoce a las damas de blanco? ¿Quién no ha leído escritos de anticastristas? ¿Quién no les ha visto y escuchado por televisión? ¿Qué político de bien no ha ido a la isla y se ha reunido con la disidencia cubana? Y en toda esa abundante información que está muy bien que conozcamos ¿no había un hueco para mirar hacia Túnez? ¿no lo hay para mirar a Marruecos, a Egipto, a…? ¿Por qué no hemos conocido presionado y denunciado a Leila Trabelsi y a Ben Ali? ¿Qué político ha ido a Túnez a reunirse con la disidencia? ¿De que sirven nuestros testimonios como turistas observadores de la realidad de un país? Si la realidad no es la que vemos ni la que nos cuentan ¿qué es la realidad? ¿Hasta qué punto estamos informados como creemos estarlo? ¿En base a qué datos conformamos nuestras opiniones? ¿Vemos la realidad o repetimos lo que previamente nos han contado?
¿Quién mueve los hilos de la información? ¿Dónde está la Europa de los valores? ¿Dónde esa prensa libre que vomita noticias en tantos boletines? Ahora, finalmente, no han tenido más remedio que llenar los informativos hablando de Túnez. Tal vez dentro de poco no tendrán más remedio que hablarnos de Marruecos o del egipcio Mubarak, pero en el intermedio ya tendrán de qué ocuparse y ocuparnos en repetitivas, sesgadas e intrascendentes noticias.
Una última reflexión: Con una clase política tan desprestigiada, un nivel de paro insoportable, unos salarios en muchos casos de miseria, un excesivo endeudamiento, un sistema financiero en la UVI y una disminución de las ayudas de subsistencia para espabilar a los que apenas les da para comer ¿no estaremos incubando aquí una salida de las gentes a las calles?
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So la forza e el vigore va bene, avanti el pene Si la forza e il lvigore mingua, avanti la lingua Si la forza e zero, avanti el dedo Me sempre avanti. Avanti il Caballieri..... i jo m´envaig a la volta a peu a les ermites.