Diario de mi Camino. De Ponferrada a Sarria

Jueves 26-9 Burriana-Ponferrada
He decidido reanudar una nueva etapa del Camino desde Ponferrada a donde he llegado en tren a las 4,30 de la tarde tras escuchar el canto del gallo en la estación de Burriana y poner en mi mochila 6 kilos de peso.

Voy en busca de mí mismo y del curso de la vida, dispuesto a no saber nada durante un tiempo de noticias, radio, televisión ni periódicos.

Apenas llegar, desde Ponferrada, me he trasladado a Columbrianos para iniciar desde allí mi primera etapa vespertina.

La ruta tiene el inconveniente de que se circula por la carretera. Encuentro zarzales que aún conservan su fruto e inmensos campos de viñedos que producen una uva muy pequeña y muy dulce Un labriego me dice que son las variedades godella y mencía.

Finalmente me espera Cacabelos.El albergue municipal está increíblemente lleno y pernocto en el privado de La Gallega.

Visito el santuario de las Angustias en donde está una de las curiosidades de los artistas religiosos: el Niño jugando a las cartas con San Antón.

Viernes 27-9 Villafranca del Bierzo- Vega de Valcarce
Al entrar en Villafranca del Bierzo y la Puerta del Perdón empieza a lloviznar y sale un medio círculo completo de arco iris muy nítido. ¡Qué maravilla! Es una imagen espectacular. A la salida me encuentro con un alemán que no habla nada español y muy poco inglés, No vemos una señal y nos metemos en un túnel. Me doy cuenta de que vamos en dirección a Ponferrada. Pregunto y damos la vuelta. No para de lloviznar. La señal del arco iris como final de lluvia no ha funcionado. El camino junto a la carretera, en donde lo más feo en el paisaje son las enormes columnas de cemento de autopista y tren. Nogales y castaños nos vigilan.

Acostumbrado ya a la suave lluvia, pienso que es mejor avanzar, saltarme el fin de etapa inicialmente previsto en Trabadelo y llego a Vega de Valcarce a las 2 de la tarde.

Tengo una ampolla en cada pie y mañana hay que subir a O Cebreiro.

Sábado 28-9 Vega de Valcarce-O Cebreiro
Con los pies fastidiados camino lloviendo 3 Kms rumbo a Las Herrerías.

Desde allí he subido hasta O Cebreiro en 1 hora 40 minutos a caballo. Fuimos compañeros de viaje un colombiano y una estadounidense (que más que pareja parecían ama y esclavo), un joven mexicano que vive en Alemania y yo.

O Cebreiro es un pequeño poblado encantador en donde los perros entran en la iglesia de los franciscanos. Como cualquier núcleo importante del Camino, no falta allí su milagro: Un labrador, en plena tempestad acudió a oír misa y recibió el desprecio del sacerdote. El milagro vino al convertirse durante la misa el vino en sangre y la hostia en carne.

Impresionante vegetación al ascender. Ya estamos en Galicia. Atrás quedan los ocres castellanos.

A la una abren el albergue y en la espera un italiano improvisa la canción “volare” y todos en grupo nos unimos al cántico moviendo los brazos.

El albergue municipal de O Cebreiro tiene 104 plazas y a las 3 de la tarde, increíblemente para estas fechas, está completo.

Domingo 29 De O Cebreiro a Tria Castela
Salgo lloviznando antes del amanecer. Como es de noche me uno a una mujer que lleva una luz para ver las señales del Camino. Me ha preguntado algo y yo le digo “yes”, Luego reflexiono y sé que me dijo “¿This is de way?” Menos mal que acerté.

Hemos cogido un camino rural hacia Lliñares, aunque nos lo desaconsejaban porque “se va mejor por la carretera de la derecha”. Estoy harto de asfalto.

Paso por el alto de San Roque.

Por el camino me encuentro con el que inició el canto de “volare” y un catalán. Dormimos juntos en la misma habitación del albergue con una mujer de Hungría y un franquista catalán.

El paisaje es una impresionante vegetación de castaños y robles.

El alto del Poio es decepcionante con dos bares en lo alto de la cima.

Desde el Poio empieza el descenso. En el primer pueblo, Fonfría, una anciana ofrece “filloas”. Me dicen que las da como regalo y tras cogerlas pide un precio desorbitado.

En As Pasantes me encuentro con un enorme y vigoroso castaño de 800 años de antigüedad que algunos dicen fue plantado por el santo del Camino.

Lunes 30 Triacastela- Sarria
Paisaje increíble que solo supo describir Emilia pardo Bazán. Invita a ver meigas o gnomos y confieso que, atravesándolo con niebla y la pequeña lluvia que soltaban los árboles, al ser empujada por el viento, a punto estuve de creer en las brujas y de preguntar a cada mujer a la que adelantaba si ella lo es. Me he perdido Silos pero mereció la pena.

Almuerzo en Pintin con el franquista catalán con el que pude compartir la idea de “ciudadano del mundo” (sin querer entrar demasiado a fondo en lo que esa frase significa para cada uno) que me muestra mensajes de Franco.

Por recomendación de una amiga me quedo en el albergue privado A Pedra en habitación de 2 literas con 4 camas con baño privado que da cierta intimidad, algo que no existía en O Cebreiro donde la puerta del wáter quedaba abierta.

Por la mañana me he cruzado con una catalana con la que hemos hablado de la corrupción y del absurdo de la privatización de la sanidad que va a dar beneficios a costa de una menor calidad y que si no los da pedirán más dinero al Estado.

A las 7,30 cena colectiva de los que pernoctamos en el albergue. El encuentro es fugaz pero enriquecedor. Somos gentes venidas de diferentes puntos, hablando diferentes idiomas.

Comparto habitación con dos de Madrid y una holandesa.

Uno de los de Madrid va con un móvil que suena con el himno de la legión y el otro es un trabajador de medio ambiente, ahora mismo en paro. Tiene mucha afición a los animales y cría gallinas. Me da consejos. Me recomienda dos libros. Dice que compra fruta con defectos en la piel porque la considera menos tratada y tiene muy claro que el futuro es ecologista. Compartimos muchas cosas. Me recomienda dos libros: “Las 9 revelaciones” de James Redfiel y “Magia en los jardines de Findhorn” de Paul Hawken. Nos contó muchos chistes pero el del gato y la vasija de anticuario me hizo mucha gracia.

Martes 2 de octubre. La vuelta a casa
El viaje de vuelta es una gran paliza.

Salgo de Sarria en tren a las 9,25 de la mañana. Tras coger 4 trenes llego a Castellón a las 11,15 de la noche.

En el tren, camino de Madrid, un joven que ocupa el asiento contiguo al mío habla por teléfono con un amigo: “En la empresa de mi padre van a despedir a mil personas y no sabe si le tocará a él. Dicen que si no se reactivan las ventas la empresa cerrará antes de un año. Mi madre está en pleito por lo que le deben pero no cobrará antes de dos años. ¡Es crudo -se lamenta- el panorama que tenemos en mi casa! Ya sé -sigue diciendo- que lo de tu hermano también es un problemón.”

Acabo de volver a la realidad de este país después de no haber escuchado radio, televisión ni leído la prensa.

Ya en casa, leo y escucho las noticias y me quedo sorprendido al saber que Hacienda acepta que el PP se desgrave el dinero negro recibido. Escucho de nuevo al Papa Francisco en su talante rompedor y a Bauzá decir que 100.000 personas manifestándose son una minoría. Fabra se sienta finalmente en el banquillo con jueces que no ven sus delitos y esta vez sus discípulos no le acompañan al juzgado. Rajoy va a Fukushima y dice que tenemos “temores infundados”, mientras la nuclear sigue vertiendo residuos altamente contaminantes al mar. El PP dice que en España “estamos ya en la recuperación económica”.