La clase magistral de un profesor denunciable
Castellón está de moda. Lo estamos por tener un aeropuerto que “los que no entendemos nada” no sabemos que no es para los aviones sino para pasear. Castellón está de moda por tener a un presidente del partido más votado que sacaba pecho, ufano, atribuyéndose el éxito de que fuera ésta la provincia con menos paro en la época del ladrillazo y que miró para otro lado cuando aquello se derrumbó. Estamos de moda porque la empresa constructora más importante, Lubasa, está imputada. Estamos de moda porque hemos tenido a un ex-vice-presidente de la Generalitat imputado y confeso y porque tenemos a un ex presidente de la Diputación demasiado conocido también por su habilidad en torear a la justicia.
De tal maestro tal faena. Ahora resulta que de las juventudes del partido en el poder en Castellón ha nacido la idea de que “los alumnos denuncien a los profesores que promuevan el adoctrinamiento en las aulas”.
¿Adoctrinamiento? Sí, dicen que adoctrinan a los alumnos los profesores que les invitan a ir a una manifestación a defender sus derechos.
¿Por manifestarse? Sí, por manifestarse. Dicen que hacerlo es hacer política y lo correcto es salir a la calle dejando en casa el espíritu crítico.
¿Espíritu crítico? ¿Se fomenta el espíritu crítico? Yo creo que no, y no solo eso, sino que molesta a la clase política el menor atisbo de crítica.
Si en una sociedad hay espíritu crítico, hay implicación en la vida social y esa participación se la percibe como molesta desde el poder que prefiere la adulación, la obediencia y la sumisión.
Con miedo la gente asume lo que viene del poder de modo incontestable y el poder es un mero lanzador de mensajes que gobierna sin contestación (punto de encuentro entre dictaduras y malas democracias).
Sin espíritu crítico a un presidente se le debe seguir creyendo a pies juntillas aunque haga lo contrario de lo que ha prometido. Sin espíritu crítico hay que hacer caso al clérigo musulmán que explica como golpear a una mujer sin que se note. Sin espíritu crítico se puede aceptar que una profesora de la Universidad Cardenal Herrera de Valencia diga que “el aborto, en el caso de violación, no es tolerable porque sacas algo bueno que es un hijo, un don de Dios”. Sin espíritu crítico no se cuestionan castigos divinos generacionales ni uno se pregunta por qué es un sacrificio comer bogavante en lugar de solomillo los viernes de Cuaresma. Sin espíritu crítico el género humano aún seguiría adorando al sol. ¿A cuántos les habrán condenado por criticarlo y oponerse a hacerlo?
Durante años he conocido a demasiados fieles aduladores del jefe (cualquier jefe) y a muy pocos discrepando de sus actos, cualquier acto.
Con espíritu crítico y conciencia cívica se puede intentar modificar una ley hipotecaria abusiva y se puede manifestar pública discrepancia con gobernantes, tal como se hacía abucheando a Zapatero. También se puede protestar contra la subida del IVA por muy amparada que esté con la legalidad y pueden protestar las 700.000 familias estafadas en la compra de preferentes.
Entre el silencio sumiso y cobarde yo prefiero la crítica honesta, aunque sea equivocada.
Les cuento una historia tal como la he conocido: Un profesor entró el primer día de clase en el aula y dando gritos dijo:
-¡Todos de pie y en silencio! A ver, Ud., el primero con gafas sentado en el pupitre del pasillo ¡fuera de clase! ¡Márchese de inmediato!
Los demás alumnos, asustados, se quedaron en silencio y el profesor siguió:
-Acabo de expulsar a uno de sus compañeros y todos Uds. han guardado silencio ¿Consideran que es justo lo que acabo de hacer? Seguro que piensan que no, y claramente no lo es. ¿Por qué han callado? ¿No entienden Uds. que con su silencio son también culpables de que aquí se haya cometido una injusticia?
El profesor en su primer día de clase acababa de encender la llama de la necesidad de ser críticos, de movilizarse y de oponerse a cualquier decisión del poder que se considere injusta.
Tal vez será ese profesor, posible candidato a ser denunciado por los pocos que siguen creyendo que lo correcto era aceptar los hechos, asustarse y callar.
¿Hay que callar ante unas leyes que prohíben manifestarse y las que ponen trabas a los cooperantes españoles en el extranjero? ¿O ante el cierre de hospitales? ¿O ante las aguas pestilentes que se vacían en nuestras acequias? ¿O ante agentes urbanizadores amparados por leyes injustas? ¿O ante la estafa sufrida por miles de ahorradores? Yo tengo muy claro que no.
A mí lo que me preocupa de esta campaña no es el supuesto adoctrinamiento del que hablan sino el intento de desmovilizar a la ciudadanía para así gobernar sin crítica ni debate a base de decretos leyes, es decir sin democracia y eso es peligroso porque están cerrando la válvula de escape al contrapoder de la ciudadanía que es donde reside la democracia. Quenotelien.
Osea que lo que Vd. teme es que este Gobierno intente hacer lo mismo que en su dia hizo el Ministro Rubalcaba con su profesorado de la Logse. Pues así nos ha ido hasta ahora: España al culo del mundo en educación.