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Por J. P. Enrique
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Berlanga. Adiós al amigo austrohúngaro/ Saharauis

    Yo, Luis, sabía muchas cosas de ti a través de tus películas, pero no nos conocimos personalmente hasta el verano del 83 en el que, con motivo de un curso de cinematografía para niños que organizamos en Oropesa siendo yo presidente del CIT, fui a verte y pedirte que asistieras a la entrega de premios a los participantes.

    Sabía que eras un genio con un humor ácido, corrosivo, demoledor y tierno a la vez, que supiste torear la férrea censura de la época en películas como Bienvenido Míster Marshall, Plácido y El verdugo, entre tantas.

    Por ser libre, te acusaron de anarquista, de bolchevique y de mal español. Eras un mal español que supiste contribuir a la historia de España utilizando como pluma el objetivo de tu cámara para escribir en ella con letras de oro. Muchos de los que se autoproclamaban buenos y ejemplares españoles nos han dejado las páginas más negras de la misma historia. Con tu estilo y saber hacer les pusiste en su lugar burlándote con gracia de ellos retratados, como Goya hizo con la corte, en La escopeta Nacional y Patrimonio Nacional.

    Aprovechando la parcela de poder (que si sirve para algo es para poder hacer cosas) que yo ostentaba como presidente de los empresarios, te pedí poder utilizar tu nombre para organizar lo que denominamos “Semana del Vídeo García Berlanga”, con un premio especial al humor. Durante siete días, que llenamos de actividades, unimos el cine (acompañados de actores de la talla de José Luis López Vázquez y Violeta Cela) al arte de la videocreación. El evento fue un éxito y tuvo amplia repercusión mediática a lo largo de las tres ediciones que duró la convocatoria. El periódico El País mandó un corresponsal y la Segunda cadena de TVE cubrió el evento, logrando una promoción turística de la localidad, de un coste impagable, a un precio irrisorio.

    No debo olvidarme que durante la Semana, gracias al buen hacer del técnico José Miguel Gómez, realizamos las primeras emisiones de televisión local y captamos, vía satélite, emisoras internaciones cuyas imágenes se difundieron en pantallas gigantes instaladas en la calle para asombro de los viandantes. Algo nada fácil ni común en aquellos años de tecnología incipiente.

    Eras vecino estival durante muchos años en Oropesa y allí, lamentablemente, muy poca gente sabía de ti. Tanto es así que recuerdo que la concejala de cultura me comentó, tras ver La escopeta Nacional: “No sabía que Berlanga fuera tan divertido”.

    Con gran pesar nuestro no pudiste acudir a la primera edición del Certamen porque estabas en Sos del Rey Católico rodando otra de tus grandes películas “La vaquilla”. Hablamos por teléfono y nos deseaste que la Semana fuera un éxito, como finalmente así fue.

    En mi recuerdo están tus interesantes comentarios, en cálidas noches veraniegas, sentados en alguna terraza oropesina acompañados de amigos, cervezas y horchatas. Recuerdo las anécdotas que contabas, como aquella de que la censura no te permitió hacer un plano general de la Gran Vía madrileña por si acaso captabas a algún cura saliendo del Copacabana. ¡Que torpeza la de aquellos censores! ¡Que obsesión!.

    Con cámaras y un gran despliegue de medios llegaste, años después, a Burriana para rodar en el puerto imágenes sobre la vida de Blasco Ibáñez ¡Cuanta gente se amontonó para trabajar como actor y que mal se comportaron muchos de los que superaron el casting, al comprobar que el rodaje es algo más duro de lo que pensaban!

    Te has marchado corroído por una maldita enfermedad que te ha dejado sin memoria.

    Mientas yo conserve la mía, en mí vivirán los recuerdos de un hombre genial y a la vez sencillo, con el que tuve la suerte de compartir momentos mágicos.

    Es una pena que la vejez y tu enfermedad no te hayan permitido hacer, con todos los personajes esperpénticos y deshonrados que pululan por estas tierras valencianas, una versión autonómica de Patrimonio Nacional que acabara con Todos a la cárcel.
    Adiós amigo austrohúngaro. Adiós.


    SAHARAUIS.

    Quiero unir mi voz a la de los que han denunciado la tiranía del sátrapa y tirano monarca marroquí que lleva oprimiendo, como su padre, al pueblo saharaui durante 35 años y al que la ONU y otros países, como España, Francia y EEUU permiten actuar con total impunidad por razones geoestratégicas que a mi me importan un bledo. ¿Para cuando vamos a promover a una damas de blanco, premiadas con el Sajarov, que reclamen la libertad de miles de encarcelados torturados en sus cárceles? ¿Le premiamos por que persigue a palos a los subsaharianos que llegan allí exhaustos pretendiendo entrar en Europa? ¿Le agradecemos que nos venda a precio de saldo los fosfatos, el petróleo y el enorme banco de pesca saharaui? ¿Vemos de interés disponer de sus cárceles secretas en donde esconder a nuestros presos sin juicio ni pruebas acusatorias? Me repugna ver a la ministra Trinidad Jiménez hablar con dulzura de prudencia, sin que se le hiele la sonrisa y se le caiga la cara de vergüenza.

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    comentarios 5 comentarios
    j.megias
    j.megias
    23/11/2010 05:11
    El trabajo tiene recompensa

    Las personas que han realizado cosas importantes siempre seran importantes ,su recompensa es el recurdo un saludo j.megias

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