El arte en malas manos: Navalcarnero, Oropesa, Burriana / Black is black
Escuché por televisión al prestigioso crítico de arte Fernando Castro, con quien me relacioné cuando estuvo de jurado en el Certamen de Escultura de Oropesa, hablando de las barbaridades cometidas por los políticos en las esculturas instaladas en Navalcarnero.
Le escuché y me dije: En Navalcarnero y no solo en Navalcarnero. Aquí también, y ya es hora de que, como coordinador del Certamen que lo fui durante años, lo denuncie públicamente.
En la ciudad turística, la idea del Certamen nació en el seno del centro de iniciativas de Oropesa con el objetivo de llenar de arte sus calles y que sirviera, a la vez, como instrumento de proyección turística.
Quienes estuvieron allí, en aquellos inicios (el actual alcalde Rafael Albert fue uno de ellos) tuvieron muy claro que el Certamen solo podía prestigiarse apoyándose en unos jurados de nivel y en una organización transparente que alejara a las obras ganadoras de la mínima sospecha de manipulación. Ha sido así a lo largo de su historia.
La convocatoria fue un referente cultural. Ahí han estado los mejores críticos de arte: Santiago Amón, Fernando Huici, Miguel Cereceda, Román De la Calle, Nassio Bayarri, Fernando Castro y un largo etcétera de personalidades como Andreu Alfaro, Antonio Gascó o Felipe Garín vinculadas al mundo del arte.
El problema ha estallado, después de mucho tiempo a punto de estallar, cuando el poder real han pasado a ejercerlo personas influyentes, pegadas al poder, que manipulan todo y a todos y que hace tiempo tomaron la decisión de finiquitar ese certamen.
Su influencia sutil ha ido haciendo mella de forma sibilina, y se ha ido manifestado en necedades como la de situar en la diana a un escultor porque presentó una obra similar en otro certamen; porque un crítico dijo la obviedad de que “él y sus compañeros eran los entendidos de arte y no la concejala de cultura”, etc. Es decir, magnificando pequeñeces para ir poniendo carcoma que fuera royendo sin que se notara. En pasos posteriores se le ha ido restando presupuesto, se ha ido quitando importancia al catálogo y hasta se han olvidado de distribuirlo. Lo último fue acabar dejando tirado al jurado, que falló la última convocatoria, y dejar la obra sin pequeños detalles propuestos por el artista. Así han sido los hechos.
Decir que, en general, no hay en los poderes políticos la menor sensibilidad artística es decir algo evidente. De ahí, al abandono de las obras instaladas hay solo un paso. Apunto: La obra de Álvaro Falomir no sabe lo que es recibir un limpiador de metales desde años. La instalada en lo alto del casco antiguo ha estado oculta detrás de unas yucas, lo mismo que la que está en la Plaza de España cubierta con ramas a la que, para indignación mía, hasta le han puesto, pegado a su base, un buzón de correos. La obra de Lidón Fabra estuvo años en un almacén y con mucha insistencia logré que la repusieran. La obra instalada en el centro de salud reclama un pequeño jardín cuyo proyecto hizo el propio escultor. La de la plaza de toros se deterioró al poco tiempo y sigue perdida en algún lugar. No hace falta seguir por ese rosario de letanías, solo añadir que las pequeñas esculturas de premios anteriores estaban amontonadas (o mejor tiradas) en un rincón de la oficina de turismo la última vez que las vi. Hay más: Una obra de mármol de más de tres metros de altura, instalada frente a la estación de ferrocarril, desapareció como por arte de magia al remodelar la calle. “Se rompió” -dicen- Nadie se ha ocupado de recuperarla o de recoger los trozos o de pedir a la empresa que la reponga, si realmente la rompió. He insistido mucho sobre ese gran misterio y han ido dilatando y dilatando hasta que la prescripción ha hecho acto de presencia.
¿Excesivo coste? En absoluto. El último certamen tuvo un bajo presupuesto y la escultura ganadora dedicada a Jaume I es una pieza espectacular de once metros, hecha -como otras- casi por prestigio o por puro amor al arte.
La convocatoria ha logrado un embellecimiento y un atractivo turístico más de Oropesa con un coste muy bajo comparado con la asistencia a ferias de turismo (muy útiles para viajar a gastos pagados quienes ocupan el poder en los municipios) y lo que se gasta en campañas promocionales en favor de terceros. Está claro que falta sensibilidad y un poco más de interés por lo público.
La convocatoria, con el desdén de los responsables y en manos de segundones del poder en la sombra ha muerto y las rentas obtenidas durante años están en el mayor de los abandonos.
No solo Navalcarnero y Oropesa, Burriana recuperó la estructura del certamen oropesino y lo mantuvo durante varias ediciones. Después he visto quitarse de las calles una escultura tan interesante como la de Enric Pladevall y otra de Miquel Gozalbo. La primera por que alguno, en una ciudad llena de aristas, temió que las de la escultura dañaran a algún niño y la segunda para instalar ahí (precisamente ahí como si no hubiera otros sitios) la estatua de un cantaor a la que es difícil encontrar valor artístico alguno.
Réquiem por el arte cuyo mecenazgo, en estos tiempos, está en manos equivocadas.
BLACK IS BLACK
Lo más grave de lo que está pasando en este país no es el montante de 15 millones derrochados utilizando tarjetas opacas. No lo es si lo comparamos con lo que nos ha costado reflotar a las Cajas o el agujero de los ERES andaluces. No es mucho dinero pero sí es un montante más que suficiente para comprar voluntades.
Lo grave del tema es que entre esos derrochadores está Rodrigo Rato, ex del FMI y competidor con Rajoy a la presidencia del PP. También está ahí echando mano de tarjetas opacas Virgilio Zapatero (Ministro con ZP). También el histórico líder sindical de la UGT asturiana encargado de recibir a Presidentes de gobierno para inaugurar cada curso político. También Juan Iranzo, Decano de los Economistas de Madrid que se ha destacado por prodigarse en declaraciones sobre “los necesarios recortes para salir de la crisis”. Está, también, el vicepresidente de la patronal, Arturo Fernández, empresario cercano al poder político, muy respetado a pesar de que ya le pillaran meses atrás con pagos de nóminas en negro y, por supuesto, Miguel Blesa, el inspector ascendido a Director General de Caja Madrid, con un sueldo de 20 MM, solo por ser amigo de Aznar.
No son personajes cualesquiera. Son líderes de opinión que hablaban reiteradamente de austeridad. Imponían sacrificios y nos decían qué habíamos hecho mal.
Lo muy grave es que todos ellos y sin duda todos sus compañeros de partido/asociación sabían muy bien lo que ocurría y todos han callado. Las Cajas eran fuente inagotable de maná.
Tras el escándalo se ha abierto la caja de los truenos y con las expulsiones por burofax de Sánchez en el PSOE, aparece la acusación: “Tú también obtuviste un préstamo 0,60 puntos por debajo de la media”. Como sigan investigando por ahí, pronto conoceremos los préstamos condonados a unos y a otros, y los intereses a los que el Director de Bankia en Castellón le daba los préstamos a Carlos Fabra.
El PP tampoco puede dejar impunes a los suyos, pero el órdago es muy fuerte porque Rajoy se ve obligado a echar, nada menos, que a Rodrigo Rato, artífice del milagro económico de Aznar. Difícil decisión para un presidente al que las decisiones se le pudren en las manos.
¿Alguien duda, después de lo que vamos conociendo, quienes fueron los que acabaron con las Cajas de Ahorros? Yo lo tengo muy claro: “Una mafia de saqueadores institucionales”.
Y lo bonito del caso es, que todos los responsables de esa hecatombe, viven como reyes al amparo de la ley. Con dos cojones!!