El abrevadero
Doble Ud. la columna. Incline la cabeza hacia abajo. Abra la boca. Mastique -si quiere- el brebaje y vaya tragando despacito. ¿No le gusta? Pues es lo que hay. No hay otra cosa. Concéntrese mirando el abrevadero, trague y calle.
¿Dice que lo le gusta? ¿Dice que esa comida le produce ardores y daños en el estómago? Tiene que aguantarse. Tiene que tragar y callar. Es lo que hay.
No pretenderá que le cambiemos el menú porque Ud. tenga problemas de salud y sufra una enfermedad muy grave. No sea necio. ¡Ande coma y vaya engullendo!
Si Ud. no fuera tan necio sabría que si le damos a Ud. una comida especial -que no digo que no le iría muy bien- en ese caso nos veríamos obligados a atender a otros que también tienen ardores de estómago y por ahí empiezan los problemas. Nada, ¡a comer! No intente revolucionarnos el gallinero.
¿Cómo? ¿Dice Ud. que va a denunciar que no le tratamos bien y hace discursos diciendo que somos unos terroristas? Pero ¿quién se ha creído Ud. que es?
¿Dice Ud. que su familia le apoya y que todos ellos lo están pasando muy mal? Pues arréglenselas como puedan ¿Qué culpa tenemos nosotros de que Ud. no haya cuidado su salud? ¿Ud. no se ocupó de cuidar a su cuerpo y pretende ahora que seamos nosotros los que tengamos que hacernos cargo de Ud. su enfermedad? ¡Vaya por Dios! Coma de lo que hay, que es lo único que hay, y hágame el favor de callarse de una vez.
¿Cómo? ¿Dice que ha estado tomando durante cinco años medicinas equivocadas que en lugar de mejorarle han empeorado gravemente su salud? ¿Y qué quiere que hagamos nosotros? Ha tenido Ud. muy mala suerte. Tal vez no le dimos la medicación adecuada. Qué le vamos a hacer. La vida es así. Hay gente que tomando las mismas medicinas ha notado mejoría en algunas partes de su cuerpo, aunque les haya dañado gravemente su hígado, el estómago y los riñones. Las cosas son así.
¿Qué dice? ¿Que somos sus amigos? ¿Que somos socios? Pero en qué mundo vive Ud. Es Ud. un idealista, un utópico y un soñador que viven en un mundo de fantasía. Acepte quien es el que manda aquí. Acepte la realidad tal cual es y la realidad es el abrevadero que tiene Ud. delante de sus narices. Doble la cabeza, inclínese, vaya tragando y cállese.
Nada de levantar la cabeza. Nada de rechistar lo más mínimo. Sepa Ud. que hemos tomado buena nota de su actitud y que hasta nos estamos planteando reducirle la ración que le hemos asignado. También estamos dispuestos a quitársela. Va a enterarse muy pronto de quien es el que manda. ¿No lo tiene claro? El que manda es el dueño de la granja y del pienso. Es decir, nosotros. Ud. coma y cállese de una vez. Esas son nuestras reglas, las reglas que nosotros hemos dictado.
¿Qué dice? ¿Qué puede contagiarnos? ¿Qué su enfermedad va a contagiarnos a todos y que todos vamos a pasarlo muy mal? No lo crea. Todos no. A algunos muy poquito. Otros van a salir ganando y el resto ya se las apañara como pueda. ¡Que se calle! ¡Que se calle he dicho! Pero ¿cómo se atreve a dar lecciones? Tómese la medicina que le hemos preparado. Si no muérase, aléjese del abrevadero y déjenos en paz.
(Extracto de la conversación Varoufakis y el olvidadizo, deshumanizado y ciego Diablo Alemán sobre Ruedas -cuyo acrónimo (DAR) ya es en sí diabólico e induce a error- Es olvidadizo porque no recuerda el perdón del 60% de la deuda alemana tras la Primera Guerra Mundial. Es deshumanizado porque desconoce que Europa se rige (o debería) bajo los principios de democracia y solidaridad. Es ciego porque ha producido heridas en Grecia y en el resto de Europa imposibles de cicatrizar, a las que añade un trágala humillante a un pueblo que ha sufrido con recetas equivocadas. Vamos a sentarnos y a esperar la resaca mientras suena la música del Papa Francisco que allá por tierras americanas se posiciona denunciando los excesos de un capitalismo global, empeñado en no tener rostro humano. Demasiados lo consideran perfecto y venerable).
PD No me gustan las arrogancias, ni el ordeno y mando, ni el aquí mando yo. No me gusta el poder, ni tampoco los que se ponen siempre a su lado y lo halagan. No me gusta la humillación y mucho menos la humillación de los débiles. Es la actitud que hace tiempo veo desde Alemania, dictando unas políticas insolidarias que no comparto. Ante situaciones así suelo reaccionar como lo hice en la guerra de Vietnam: prohibiéndome beber coca-colas y sigo sin probarlas. Cuando Francia hizo pruebas nucleares en el Atolón de Mururoa hice lo mismo y me prohibí comprar un coche francés. Ahora, mi conciencia me dicta minimizar el consumo en los supermercados alemanes y prohibirme que sea de ese país el coche que sustituya al viejo que ahora uso. Ellos no van a notarlo, pero privar de un puñado de euros a quienes, con su poder y sus decisiones comete injusticias, me hace sentirme bien y es lo poco que individualmente puedo aportar para subsanarlas.
Ya sabes que valoro tu nivel intelectual y la profundidad de tus reflexiones. También sé de tus principios. Todo es de sumo interés. En este espacio, tras escribir sobre lo que me motiva en cada momento, me detengo, sobretodo, a leer detenidamente todos los comentarios a lo que escribo con mucho interés ( también me gusta leer lo que otros compañeros escriben y especialmente los comentarios de los lectores) . Entenderás que, cuando lo hago, como en ese momento, mi motivación es conocer la opinión ( la que sea) sobre lo ahí expuesto. Un abrazo, siempre caluroso, porque el aire fresco de Montevideo aquí no llega.