Víctimas silenciosas: Bullying, por Jesús Salmerón (Ciudadanos)
Hace ya unos cuantos años de aquellos momentos, aunque nunca los olvidaré, al igual que nadie que lo haya sufrido podrá hacerlo.
Era mi primer día en el instituto, lo que implicaba nuevos profesores, nuevos compañeros y nuevas experiencias, algunas más dulces y otras no tanto, llegó pues el momento de conocer al tutor, el horario que íbamos a tener, dónde se iban a impartir las clases, etc.
Pues bien, hubo algo que me marcó desde el primer momento, fue la mirada de "odio" de uno de mis nuevos compañeros desde la última fila, miradas que se repitieron durante muchos meses.
Los lunes y los miércoles a las ocho de la mañana teníamos educación física, por lo que la clase se impartía en el gimnasio del centro, justo al lado de las pistas, en el mismo habían unos vestuarios, donde dejábamos durante la clase nuestras mochilas y la bolsa de aseo.
No olvidaré nunca esa clase de educación física en el Instituto, esa clase donde sentí como ese "compañero" me miraba con más desprecio que nunca e intentaba que el resto de compañeros no quisiera ponerse conmigo y con otro compañero a hacer los ejercicios que el profesor nos mandaba, se podía escuchar cómo les explicaba que mi amiguito y yo "éramos maricones", que "dábamos asco", que "les mirábamos el culo", y otra serie de lindezas acerca de nuestra sexualidad, mientras nosotros pasábamos de él y de sus comentarios, mientras hacíamos nuestros ejercicios junto al resto compañeros y compañeras.
Llegó pues el final de la clase y por tanto el momento de ir a cambiarnos, fue entonces cuando sucedió algo que no olvidaré jamás, mi mochila y la de mi compañero aparecieron pintadas, en ellas aparecía la palabra "MARICÓN", en rotulador permanente negro, todo esto a las nueve de la mañana, ante la atenta mirada de mis compañeros. Algunos de ellos no hicieron nada, otros intentaron sin éxito borrar esa dichosa palabra, recuerdo que uno de ellos me sugirió modificarlo con típex.
Fue sin duda, un duro golpe para mí. Me encontraba en una fase de adaptación, en la que me había dado cuenta de mi orientación sexual y en la que estaba ordenando mis sentimientos y emociones, aquella palabra me sentó como una maza que golpeaba en mi espalda, ya que la misma buscaba hacerme daño por motivo de mi orientación sexual, palabra que a día de hoy no me ofende en absoluto, pero que en el contexto en el que se utilizó me hizo mucho daño.
La cosa es que tuvimos que estar desde las 9.00 de la mañana que ocurrió este traumático hecho, hasta la salida del centro con la mochila pintada, y fue entonces cuando pensamos que cómo íbamos a ir a casa con la mochila así, por lo que decidimos sacar los libros y tirar las mismas, e intentar hacer como si nada hubiera pasado, ya inventaríamos algo al llegar a casa, y así fue, en mi caso tuve que inventarme que la misma se había roto, algo difícil de creer tratándose de una mochila nueva a principio de curso.
Al día siguiente al llegar a clase, mi "compañero" se encontraba en la puerta riéndose junto a sus nuevos amigos del asunto de la mochila, fue entonces cuando al pasar por su lado para entrar a clase me estiró de mi nueva mochila y me dijo delante de todos, "bujarrón, mariquita, aún te pasa poco, ya verás ya, nos vamos a hacer muy amiguitos", a lo que muerto de miedo y con la impotencia y la rabia de no saber qué hacer, no supe qué contestar y me marché junto a mis compañeras, a día de hoy mis amigas, las que me dijeron que no le hiciera caso, que no valía la pena, pero que si persistía aquella situación, que hablara con mi tutor o con el jefe de estudios.
Al llegar la hora del patio me senté en los bancos de siempre, junto a mis compañeras y compañeros de clase, fue entonces cuando este "compañero" se acercó y volvió a insultarme, pero en esta ocasión fueron mis compañeras dieron la cara por mí, y el mismo no supo hacer otra cosa que insultarles a ellas también.
Desde aquel día, durante dos años, sufrí todos los días los insultos de este compañero, sus desprecios, continuas amenazas de esperarme a la puerta del colegio, alguna que otra pintada en mi mesa o en la pizarra, donde hacía alusión a mi orientación sexual, donde me llamaba cobarde, donde decía que no tenía "huevos" a plantarle cara, buscando siempre el enfrentamiento conmigo y todo esto lo viví en silencio, sin decir nada a nadie.
Tuve la suerte de que cambié de centro por causas ajenas a esta situación, y le perdí de vista, nunca más volví a verle y de encontrar a los mejores compañeros que uno podía tener, nunca más volví a sentir miedo.
Pues bien, todo esto que he contado es un ejemplo de la cruda realidad a la que nos hemos enfrentado muchas personas, a la que se tristemente se enfrentan muchas personas a día de hoy y a la que se enfrentarán otras tantas si desde las Administraciones no se da respuesta, una auténtica tortura, en muchos casos silenciosa, pero muy dolorosa, no hay más que observar la lentitud en la actuación de los diferentes titulares del Ministerio de Educación, como en el caso del Observatorio Estatal, creado en 2007, totalmente paralizado y estéril, sin repercusión y efectividad alguna, o en la puesta en marcha del Plan Estratégico de la Convivencia Escolar, en el que a día de hoy todavía se echa en falta la creación del Registro Estatal de casos de acoso escolar, protocolos de coordinación territorial entre las Comunidades Autónomas, la guía de apoyo para padres o manual de apoyo a las víctimas, mientras que las medidas tomadas hasta ahora apenas han tenido impacto y repercusión en la conciencia social sobre esta lacra.
Estas palabras no son más que uno de los tantos casos de acoso que existen en nuestros centros educativos, un caso que yo viví en primera persona y que sin duda relata una de las experiencias más dolorosas que he experimentado en mi vida, ya que llegas al Instituto sin amigos y lo primero que te encuentras es a una persona de tu misma edad, que se convierte en el matón de clase que intenta que tus días sean aún más difíciles, de lo que por sí ya son en un período tan sensible de cambios y adaptaciones a todos los niveles.
Por todo esto, es necesario en primer lugar afrontar el problema, ya que hasta ahora se veía el bullying como un "problema oculto", una vergüenza o un tema tabú o sencilla y tristemente, objeto de relativización en la práctica, por parte de padres, profesores y sociedad en general, como un conflicto que ha sucedido siempre, o atribuido a una mera falta de control del profesorado en los centros, pero que va mucho más allá, por su gravedad y repercusiones, sobre todo para los menores, pero no ha dejado de ser, lamentablemente en muchos casos para los menores, un grito silencioso.
Pues bien, pese a los tímidos avances realizados, tenemos que seguir trabajando por visibilizar el problema como primer paso hacia la concienciación de esta lacra, y consecuentemente dotar de medios y formación adecuada a los centros educativos y todo su personal, para que puedan afrontar el problema.
Desde Ciudadanos creemos que es fundamental impulsar un plan de Convivencia Escolar contra el Bullying, ya que es un problema que afecta a una gran cantidad menores, yo mismo fui víctima en el instituto.
Se trata de un problema, que no ha recibido respuesta en la práctica por parte de las Administraciones, pese a las denuncias de numerosos colectivos educativos, especialmente de los psicólogos de los centros educativos. Así como también en multitud de casos, las medidas que se han tomado han sido insuficientes e insatisfactorias para víctimas y familias, ya que no se trata solo de abordar la resolución de este tipo de situaciones, que en muchos casos se tildan de esporádicas o de meros "conflictos", derivados de la edad de los menores, sino que hay que incidir especialmente en la atención y prevención, tanto hacia el personal docente, padres y madres como alumnos.
Otra de las medidas, que resultan de suma importancia y que desde Ciudadanos venimos reivindicando y solicitando sin cesar es la incorporación de la convivencia escolar, como contenido transversal en todas las etapas educativas, así como la realización de campañas de difusión frente a todos los tipos de violencia entre menores y el 'ciberacoso', en colaboración con asociaciones y entidades locales, así como el refuerzo de los protocolos de actuación de los centros educativos, tanto para las aulas como, especialmente, durante los espacios de recreo y períodos de interrupción de clases y horario lectivo.
También consideramos desde Ciudadanos que es necesaria la adaptación de los Reglamentos de Régimen Interno de los centros públicos a esta dura y en muchas ocasiones silenciada realidad, con el objetivo de incorporar a los Planes Integrales de Convivencia mecanismos de prevención y actuación frente a la violencia y el acoso entre menores, haciendo especial hincapié en el tratamiento del ciberacoso, por tratarse de un nueva modalidad que supone una problemática más grave si cabe, por perpetuarse a lo largo del tiempo y la dificultad a la hora de identificar este tipo de situación.
Y por último, no podemos olvidar que los profesores tienen un papel clave en la lucha contra el Bullying y el Ciberacoso, por lo que es necesario y Ciudadanos así lo entiende, que existan itinerarios formativos específicos para el profesorado y para las familias, así como programas formativos y la consecuente dotación a los centros de los medios humanos, materiales y formativos para poder prevenir y actuar de manera eficaz contra todas las manifestaciones de violencia y el acoso escolar.