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Por Santiago Ríos
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La devoción a la Virgen Dolorosa

    Repasando la historia de nuestro pueblo, muy rica en costumbres y eventos, se ve como expresa su espiritualidad en el propio arte, en su vasta cultura e incluso en sus manifestaciones folclóricas.

    Y es aquí donde interviene el sentimiento popular que se remonta a cientos de años pasados y que desde hace unos cuantos menos, se refleja en el nacimiento de las Hermandades, con sus artísticos pasos, frutos de la devoción y sacrificio de sus componentes que en los desfiles procesionales, recorren nuestra geografía urbana.

    ¿Qué mujer, devota de su pasado, no ha recorrido con sentimiento la procesión, ahora del Miércoles Santo?  La Hoja Parroquial, en 1950, reflejaba que un 40% de las mujeres de Burriana, tenían por nombre Dolores.

    ¿Cuántos miles de ciudadanos intervienen, como espectadores o desfilando, en la procesión del Viernes Santo?

    El que nuestra fiesta es popular, es algo muy evidente y no es algo que deba acuñarse como invento propio, porque no es de nadie y a la vez es de todos. Pero también es cosa propia y en cada hogar se siente de manera profunda, como alimento espiritual para una satisfactoria vivencia cristiana.

    En demasiadas ocasiones, tenemos conceptos equivocados o tal vez contradictorios del cristianismo, como si este fuera enemigo acérrimo de lo bello y la alegría, olvidándonos por un instante que el cristianismo es humanismo y la evidencia nos demuestra que no vamos a encontrar un cristianismo que no sea humano.

    En este ejercicio se cumplen 52 años de la fundación oficial, de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y pretendo hacer un breve relato histórico de ella, en busca del origen de la devoción a la Virgen Dolorosa.

    Desde su fundación, adscrita a la Parroquia de El Salvador, tiene su sede en la iglesia de San Blas, siendo su Consiliario el Párroco de El Salvador. Sin embargo, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, la titular que preside las procesiones de la cofradía, tiene su altar y es venerada durante el año, en la iglesia Parroquial.

    ¿Y desde cuando existe la devoción, en la ciudad de Burriana?

    Había desde tiempo inmemorial en Burriana, dos Cofradías, cuya finalidad era dar esplendor a las solemnidades de la Semana Santa: La de “Nostra Senyora” que hacía la fiesta el Jueves Santo y la del Santísimo o de “Nostre Senyor” que la celebraba el Viernes Santo.

    Cada año dos familias, “els festers”, se encargaban de sufragar los gastos que ambas fiestas ocasionaban: Clero, Misas, Oficios, cirios, música de las procesiones y el Monumento del Jueves Santo.

    Al desaparecer “els festers”, la Hermandad del Santo Entierro suplió a la del “Nostre Senyor” y la de los Dolores a “els festers de Nostra Senyora”.

    Desde tiempos antiguos, todos los años se montaba en la desaparecida Iglesia de la Sangre, el Monumento del Jueves Santo, del que se encargaban los festeros de la Dolorosa y de aquí salía la Virgen, para el Encuentro del Sábado Santo. Iglesia que por la segunda mitad del siglo XV había servido de parroquia, cuando la reforma y ampliación de la de El Salvador.

    Este edificio, primeramente sinagoga, había sido transformado en iglesia cristiana cuando la expulsión de los judíos, en tiempos de los Reyes Católicos. Al hacerse la adaptación, fue propuesta la nueva iglesia bajo la advocación de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, como desagravio de la Pasión infligida por los judíos.

    A mediados del siglo XVI ya tenía este título, según consta en el “Llibre Dels Sensals Redo/Clero de Burriana”.  Hay una anotación del 4 de febrero de 1593, de una casa propiedad de “Frances Lop Lop y sa muller” que linda “ab la esglesia de la sanch de Jesuchrist...”

    Durante la Guerra Civil, el bando republicano la utilizó como Cárcel Municipal, de donde fueron sacados para su último viaje, algunos de los Burrianenses. En su interior, murió violentamente uno de los presos, en riña con otro de los detenidos. Por ello la iglesia quedó “violada”, sin que se pudieran desde entonces celebrar los Oficios Divinos, ni administrar Sacramentos.

    El 24 de mayo de 1965, se inició la demolición de la Iglesia de la Sangre que estaba situada en la calle Mayor. Al deshacer los cimientos de la antigua ermita, en la fachada principal, fue hallada una gran piedra y en un hueco de la misma, una botella lacrada en cuyo interior había, entre otros papeles, un documento, cuyo original fue entregado al señor Cura Párroco.

    El documento, fechado el día 10 de noviembre de 1897, siendo Cura Ecónomo D. Salvador Domingo Musoles y Alcalde D. Benjamín González Monsonís, nos aporta datos diversos sobre la historia del edificio.

    Hacia la mitad del escrito, la siguiente anotación: “En el siglo XV, cuando el ensanche de la Parroquia desde el altar de la Misericordia a la Virgen de los Dolores, se trasladó el reverendo Clero a esta iglesia para Celebrar los Divinos Oficios y administración de Sacramentos. La importancia de esta iglesia la tiene la Semana Santa, en donde el Clavario de la Virgen de los Dolores, viene obligado a levantar el monumento y a costear la procesión del Jueves Santo que sale de esta iglesia”

    ¿Dónde estará nuestro origen? Lo que si es cierto, es el remoto fervor mariano que late a lo largo y ancho de la geografía española, desde tiempos remotos y de forma notoria, ejemplar y consustancial, al espíritu cristiano de nuestra Burriana.

     Familias enteras que se vinculaban especialmente, en celebrar con devoción los actos litúrgicos. Han sido cientos y entre ellos tengo constancia de los clavarios de la Virgen de los Dolores: Juan Granell Pascual, Vicente Ríos Enrique, María Daudí, Domingo Vernia García, Pascual Safont Rochera, Juan Bautista Ríos Granell y la Sociedad Católico Recreativa Centro España, corrieron con la obligación de levantar el monumento y costear las procesiones, previa solicitud al Sr. Cura de la Parroquia de El Salvador.

    Curiosamente, durante un período anterior, la procesión del Jueves Santo, en su recorrido, entraba en las iglesias donde había Monumento. Partiendo de El Salvador, por El Plà y La Tanda, accedía al Convento de la Merced y por su entrada interior, a la iglesia, por cuya puerta principal salía hacia La Carrera, Barranquet y terminaba en la iglesia de Sant Blai.

    El Domingo de Resurrección, a la salida del sol, por la puerta del campanario salía el Santísimo, bajo palio, acompañado por su Hermandad, hasta la calle Mayor, donde estaba ubicado el estanco, para recibir a la Virgen Dolorosa que partía de la Iglesia de San Blas o de la Iglesia de la Sangre, según épocas. Desde el balcón de la casa de la familia Font de Mora, se le quitaba la mantilla que cubría su rostro y dos filas de tres reclinatorios servían para que los acompañantes, respetuosamente hincaran sus rodillas, adorando al Santísimo. Era la procesión del Encuentro.

    Posteriormente, siendo párroco D. Manuel Monferrer Agut, escribe el salesiano D. Tomás Utrilla, en la Hoja Parroquial que: “Debido al ambiente y mentalidad de los nuevos tiempos, pudiera resultar irreverente el seguir sacando al Santísimo, por lo que, adquirida una imagen de Cristo Resucitado, con esta se realiza el Encuentro y es la Hermandad del Sepulcro la que sustituye a la antigua del Santísimo”

    Nuestra Hermandad, dijo su primer presidente, Antonio Manrique “es la cristalización de viejos afanes, encaminados a honrar a la Virgen”

    En tiempos de la post-guerra, siendo Párroco Don Elías Milián y estando aún en Burriana Mosén Ochando, hubo numerosas reuniones en el salón parroquial, con la intención de constituir la Cofradía, pero el principal obstáculo vino por parte de Don Elías que consideraba no dispersar fuerzas, sino potenciar las ya existentes, colaborando todos unidos, en el mayor esplendor de los actos de la Semana Santa.

    El Sábado Santo de 1962, hubo una numerosísima reunión, la que puede considerarse como fundacional, en la que se formó la primera Junta de la Hermandad. Esta comenzó inmediatamente sus actividades y al año siguiente, ya estaba constituida formalmente, contando con setenta asociados y pudo, aunque con un paso provisional, realizar los desfiles procesionales y los actos litúrgicos de Semana Santa.

    Formaron parte de la primera junta, entre otros, Antonio Manrique Daudí, como Hermano Mayor; Manuel Capella Alfonso, Tesorero; Constantino Muñoz Granell, Secretario; Ernesto Oliver Moros, Contador;  y los señores Manuel Vilana Girona, Salvador Ribes Coria, Joaquín Soriano Fortea, José Cantavella Claramonte y Alfonso Martín Chimeno, entre los vocales

    El 5 de abril de 1963, Viernes de Dolores, tuvo lugar el primer acto oficial. Constantino Muñoz, secretario de la Hermandad, tuvo que realizar ese día un viaje a Valencia en el coche de línea, para recoger las insignias, regresando tarde por la demora del viaje. Al llegar, encontró la iglesia con las puertas cerradas. No obstante, estaban dentro los Hermanos cofrades esperándole, por lo que esa misma noche aún se pudo realizar la primera imposición de insignias, de la Cofradía titular.

    La anterior imagen de la Virgen, era de madera policromada y fue quemada y destruida durante la pasada Guerra Civil. Pasada la contienda, la familia Daudí-Agramunt, junto con otras familias de fieles, costearon la actual que fue construida entre 1940 y 1941.

    La carroza fue encargada en febrero de 1965, al artista valenciano. D. David Solano, por la primera junta que presidia Don Antonio Manrique Daudí y bendecida por el Cura Párroco D. Cornelio Monfort en 1966, siendo ya presidente D. José Vicente Ríos Guinot, al tener que haber fijado su residencia fuera de Burriana, el anterior presidente.

    En el Acta de la Junta del 22 de abril de 1965, se refleja la falta de material litúrgico de la iglesia de San Blas, por lo que la Hermandad se haría cargo de la adquisición del mismo.

    Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que como nos relató Don Tomás, “la Hermandad de los Dolores, es en cierto modo, la heredera y continuadora de los antiguos y tradicionales festejos, en honor de esta advocación de Nuestra Señora”.

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    comentarios 10 comentarios
    paco planelles
    paco planelles
    15/10/2013 10:10
    Los años y la critica.

    Apreciado señor, el rosal tiene la capacidad de transformar el estiérco en aromaticas rosas. La critica enriquece y el tiempo pudre o madura. Con su fogosidad ha ejercitado mi criterio, de lo que le estoy muy agradecido. Eso si, no me pida cambios por cuanto en la vida me ha ido bastante bien. Tiene usted que comprender que en este mundo hay criticos y maestros. Sinceramente espero que sigamos en contacto. Pero a otro nivel Muchas gracias.

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