¿Cerdos o Sardos?
Quizá se nos conozca más por nuestro apodo de “serdos” que por las virtudes atesoradas durante siglos, a los nacidos en la ciudad de Burriana.
Pero, ¿de dónde viene realmente tal apelativo? Llevo varios meses rebuscando por las redes sociales y en mi biblioteca particular, sin encontrar ningún estudio al respecto. Pero tras mucho releer, he decidido plasmar en este artículo, las premisas que me permiten aventurar una teoría sobre el origen de nuestro seudónimo.
¿Que fueron, algunos antiguos inmigrantes pobladores de nuestra ciudad, cerdos o sardos?
a) Erróneamente se tiende a pensar que un sardo es realmente un habitante de la isla de Cerdeña (Sardegna en italiano), pero no es exactamente correcto.
Italia surgió como país a partir de 1860, antes de esa fecha la península italiana estaba dividida políticamente en una serie de estados (reinos, ducados, condados) gobernados por distintas casas reales europeas y por el Papa.
En el Sur los Borbones (españoles) en el Reino de las dos Sicilias. En el Centro los Estados Pontificios y una serie de ducados como el Ducado de Módena y el de la Toscana, que estaban gobernados por casas reales asociadas al Imperio Austriaco, del que también formaban parte la Lombardía y el Véneto.
La República de Génova fue un antiguo estado italiano que gobernó la actual Liguria y territorios limítrofes, durante el período de 1096 a 1797. Génova fue siempre una república gobernada por cónsules o capitanes del pueblo. La ciudad se declaró comuna libre en el siglo XI, resultando ser una potente república marinera.
Al Norte de Génova se encontraba el Ducado de Saboya, gobernado por la Casa de Saboya, una familia real de origen italiano. Los restos de 42 príncipes y princesas de esta casa, más el último rey de Italia Umberto II, se encuentran en la Abadía de Hautecombe, junto al lago Bourget, cerca de la ciudad francesa de Chambéry y frente a Aix-les-Bains. Este ducado ocupaba el actual Piamonte italiano más los actuales departamentos de Saboya, Alta Saboya y Alpes Marítimos en Francia. En el departamento Alpes Marítimos se encuentra la ciudad de Niza, que fue un centro administrativo muy importante de la época.
Esa zona fue escenario de guerras y alianzas entre franceses, austriacos y españoles. En el año 1706 los Saboya con la ayuda de los austríacos logran liberarse de la dominación española y compran la isla de Sicilia, que luego cambian por Cerdeña. El Ducado de Saboya adquiere status de reino y se pasa a llamar Reino de Piamonte y Cerdeña, más conocido como Reino de Cerdeña.
En 1792, cuando comienza la Revolución Francesa, vuelven las disputas territoriales entre franceses, españoles y el Reino de Cerdeña. La Liguria que dependía administrativamente del Condado de Niza y el Reino de Cerdeña, pasan a formar parte del Imperio Francés.
Cuando Napoleón es expulsado de Italia (1815) la Liguria no vuelve a ser la república independiente sino que es anexada al Reino del Piamonte y Cerdeña y los habitantes del reino eran conocidos como “sardos”. Por lo cual un “sardo”, a partir de 1815, bien pudo haber sido piamontés, sardo o ligur como así también francés.
b) En el libro “El repartiment de Burriana y Villarreal”, podemos constatar en el índice de nombres y apellidos personales, los de los inmigrantes que en el siglo XIV repoblaron ambas ciudades, cuyos patronímicos aún perduran hoy en día, algunos de ellos con cierta deformación fonética.
Allí encontramos a: Abril, Aguilera, Alamani, Alamán, Albalat, Albert, Alegre, Álvaro, Andrés, Aragonés, Arnal, Aymerich, Balaguer, Barrachina, Benavento, Berenguer, Bonet, Calatayud, Caldes, Cantavella, Castellano, Castelló, Catalán, Centelles, Cervera, Cid, Cirera, Cornel, Cothanda, Çabater, Daudé, Díaz, Domingo, Ebrí, Escolano, Escrivá, Exea, Febrer, Félix, Ferrer, Folch, Fontanet, Garcés, García, Gaschón, Gil, Gisbert, Gual, Gurrea, Gutierrez, Jorge, Jover, Juan, Julián, Lombart, López, Llopis, Lluch, Manrique, Marco, March, Marín, Marqués, Martí, Martí-Navarro, Martín, Martínez, Martorell (quien fue el juglar de Burriana), Mateo, Meliá, Molinos, Moncada, Montoliu, Monzó, Monzonis, Moollá, Navarret, Navarro, Noguera, Núñez, Oliva, Orta, Ortells, Osca, Palau, Paredes, Pastor, Peyró, Pérez, Peris, Pertegaz, Prades, Prado, Prats, Puig, Redondo, Ribera, Ripoll, Ripollés, Riusech, Rocell, Rocha, Roger, Roig, Ros, Rovira, Sabater, Safont, Salto, San Martín, Sánchez, Sancho, Sanz, Segura, Serra, Soler, Soriano, Tena, Teruel, Tomás, Tortosa, Torrent, Torres, Traver, Vera, Vidal, Vilanova, Villalonga y Villanova.
c) Hurgando en el censo de habitantes de Cagliari (la ciudad más poblada de la isla de Cerdeña), me aparecen apellidos conocidos en Burriana que al menos nos resultan familiares, siempre teniendo en cuenta la distinta fonética de nuestras lenguas vehiculares.
Baldó, Bello, Besalduch, Bois, Momboí, Bono, Cadau, Casas, Costa, Felis, Ferrero, Ferri, Grimal, María, Masiá, Mata, Montalbano, Moro, Palau, Parada, Peralta, Polo, Raga, Roca, Roich, Romero, Ros, Senís, Serra, Soro, Vaquer y Ventura.
Si como sabemos por la historia que en 1354, una parte de Cerdeña se convirtió en una posición aragonesa, y todavía en la actualidad permanece vigente la lengua que se denomina “catalana”, no es de extrañar que algún apellido se repita en Burriana y Cagliari.
El dominio de la isla estaba en manos de la nobleza aragonesa, catalana y valenciana que esquilmaron los recursos de la rica agricultura. A la extrema pobreza que generaron, se añadieron epidemias de peste y cólera que junto a la malaria que azotaba anualmente la isla, abocaron en una disminución de la población.
Ante un panorama tan desolador, era lógico que muchos de los supervivientes tomaran la decisión de emigrar a zonas más saludables y prósperas, como pudieron ser la península itálica, el sur de la actual Francia y el Reino de Aragón. Particularmente me inclino a pensar que los más, se decantaron por esta última opción, ya que la larga presencia aragonesa, había influido fuertemente en las costumbres sardas y no tan solo por utilizar la misma lengua.
d) Les decía al principio de mi artículo que un “sardo”, a partir de 1815, bien pudo haber sido piamontés, sardo o ligur como así también francés.
Curiosamente Burriana tiene entre sus moradores, diversidad de apellidos provenientes del sur del país vecino. Abad, Abella, Alemany, Amoros, Aranda, Arnal, Arnandis, Arnau, Arquimbau, Asensi, Asensio, Boix, Candau, Cortés, Guinot, Mainer, Oliver, Petit, Pons, Ricard, Siñoret, Soler y otros muchos que harían esta lista, larga, copiosa y pesada de leer.
Después de analizar y meditar estos cuatro puntos, me hacen suponer que en el siglo XIX, algún o algunos provenientes de estos territorios “sardos”, debieron provocar algún suceso extraordinario (pienso que no sería bueno), por el cual nuestros vecinos limítrofes, despectivamente, metiéndonos a todos en el mismo saco, decidieron llamarnos a todos los pobladores de Burriana, “sardos”, fuéramos o no nacidos en el término municipal. “En ser negre, botifarra”.
Si no, ¿a qué viene eso de decir, “Xe quina serdà”, cuando sucede una gamberrada muy gorda o un suceso fuera de lo normal?
¿Qué piensan ustedes que somos realmente, “serdos” o “sardos”? Les dejo la respuesta a su libre albedrio, pero yo con esta exposición me quedo más tranquilo, aunque quepa la posibilidad de que haya confundido la velocidad con el tocino.
M'agradat l'article, és curiós i instructiu de com pot venir un mal nom. Que a Vilafamés siguen "cul rojos", a Figueroles, "escalda sants", a l'Alcora "gelats", a Atzeneta del Maestrat "albarduscos" té una menuda historieta al darrere, però que a Costur siguen "tarugos", a les Useres "apaputs" i a Llucena "raboses"... jo no arriba a més.