El antídoto y las tarjetas
Para el ladrón solo existen dos grandes momentos en su vida: cuando llega a la cárcel y cuando parte de ella.
Ante la avalancha de hechos supuestamente delictivos, de los cuales nos mal-informan los noticieros, me estoy vacunando con la lectura de textos de escritores franceses de principios del siglo XIX, donde aparecen con excesiva exactitud, situaciones análogas entre políticos, banqueros y empresarios de aquellos tiempos, con los actuales de ahora.
Ellos ya habían pasado su famoso período de la Ilustración –movimiento cultural e intelectual- que terminó con el inicio de la Revolución Francesa y la posterior derrota de Napoleón.
Los intelectuales pensadores de la Ilustración sostenían que con la sola razón humana podía combatirse la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor.
Ahora estaban con la restauración de la monarquía francesa de los Borbones, pero con nuevas limitaciones definidas por una Carta Magna. Luego vendría la revolución de julio de 1830, en la que una sublevación civil derrocó al rey Carlos X y estableció la monarquía constitucional llamada "de julio", llevando al trono a Luis Felipe I, de la casa de Orleans. Su reinado duró hasta que la revolución popular de 1848 estableciera la Segunda República Francesa.
En aquellos días, los tribunales sentenciaban rápidamente a una retahíla de los anteriormente citados, enclaustrando a los condenados, además de obligarles a pagar económicamente sus deudas y desfalcos. En cierto modo existía también un acuerdo entre el gran mundo financiero y el del teatro, para representar obras donde el pueblo pudiera reírse de los encarcelados.
Nosotros en 39 años, hemos vivido la degradación de la enseñanza, la cultura y la intelectualidad de una manera imparable, con continuos cambios en los planes de enseñanza y la desidia de políticos y gobernantes. Hemos sufrido la lentitud de la justicia incluso ante hechos consumados aparentemente evidentes y en algunos casos admitidos por los infractores como tales. Las burlas del teatro, las hemos sustituido por los debates televisivos, mientras necios espectadores se embeben de sus intencionadas y “sobre” manipuladas opiniones.
Pero con el tiempo el género humano sufre lentamente su desamparo. Mientras las epidemias arrasan a la vecina África (SIDA, malaria, ébola, desnutrición y tiranías dictatoriales), aquí hemos descubierto la pandemia del plástico institucional.
Paralelepípedos rectangulares de 85x54x1 milímetros, confeccionados con derivados del petróleo y chip electrónico, en manos de presuntos descerebrados consejeros, han consumido ferozmente los ahorros de miles de jubilados estafados, llevando con su mala administración a la desaparición de las Cajas de Ahorros.
Ahora veo claro el porqué de tanta prejubilación. No les interesaba tener cerca de la entidad, a alguien con conocimientos y experiencia profesional que se atreviera a denunciar sus fechorías. Pero otra vez, con el tiempo todo madura y la fruta les ha caído en la cabeza. Lástima que no fuera un coco. Lo digo por lo que se han gastado en viajes caribeños, donde abundan los cocoteros.
¿Cuándo les llegará ese primer gran momento de la vida, a todos los supuestos (y dale con la palabrita) acaparadores de manos largas? Deberíamos hacer un referéndum, para que nunca les llegue el segundo gran momento de sus vidas. Podríamos tratar el tema con los miembros del Tribunal Constitucional que últimamente no se andan con chinitas, previa comprobación de sus tarjetas de visita.
Esas sí que eran tarjetas de verdad, cuando reinaba Luis XIV en Francia, donde la gente solía poner su firma y escribir notas y mensajes en ellas.
Le felicito por el tema que ha descrito ,con su permiso lo pasare a mis compañeros para debate P.D le recuerdo que Luis XIV (Rey Sol)r creo la idea de la lotería ,que era tan cara que solo le tocaba a sus familiares y cortesanos un saludo