El éxito no es por el festival, es por Burriana
Una vez se van apagando las voces del Arenal Sound y después de que en toda Europa e incluso allende los mares nos dicen que ha llegado el eco del exitoso evento, creo conveniente reflexionar sobre este supuesto éxito y sobre lo que supone para la ciudad.
No hay ninguna duda de que la capacidad de convocatoria del festival de música no lo es por su calidad musical, algo que es muy sabido hasta por sus más acérrimos defensores, ya que prácticamente todas las 60.000 entradas (y más que hubiesen habido) que este último año se han puesto a la venta han sido adquiridas tan solo en 12 horas con una antelación de 8 meses sin ni siquiera conocerse a ninguno de los grupos iban a amenizar el evento.
Y si no lo es por sus cualidades musicales, está muy claro entonces que lo es por lo que ofrece, no ya el propio festival, cuyos servicios no son de primera que se diga, sino por la ciudad que lo acoge.
Burriana ofrece diariamente a esos 60.000 jóvenes en su mayoría de entre 16 y 25 años, lo que pocas ciudades pueden ofrecer: unas playas de más de dos kilómetros de largo con abundante arena así como un uso exclusivo para alojamiento de unos terrenos públicos de más de 150.000 m2 en primera línea, y todo ello sin contar que lo hace en la mejor semana del verano.
Y todo ello se ha estado ofreciendo durante los últimos 10 años (parece mentira que hayan pasado tan rápido) en que los residentes hemos soportado o disfrutado, a gustos colores, el festival. Es cierto que año tras año la empresa, como es su obligación, ha ido mejorando su organización y lejos quedan en la memoria aquellos años de inmensa suciedad en las calles, caos absoluto de tráfico o la falta de medios y de respuesta ante los problemas ocasionados por la lluvia torrencial del año 2015, que afectaron incluso a la integridad de muchos jóvenes. A pesar de que en la actualidad se han minorado estos problemas, no podemos olvidar que es imposible resolverlos en su totalidad puesto que la ciudad, sus calles y sus infraestructuras no están preparadas para absorber tamaña cantidad de personal.
Por otra parte, no puedo estar más en contra de la afirmación de un importante cargo político que no ha tenido ningún empacho, en su breve visita a la ciudad, en definir el festival como “una bendición para Burriana”.
Pues no, está muy equivocado. Más bien creo que es al revés, es Burriana la que es una bendición para el festival, porque no sé en qué lugar de la costa puede encontrar la empresa organizadora unos terrenos públicos en primera línea casi regalados, en la mejor semana turística del verano, unas playas con las condiciones de la del Arenal y la de la Malvarrosa y unos gobernantes tan conformados y obnubilados a los que solo les interesa la cantidad pero no la calidad de nuestros visitantes, todo lo contrario de lo que pretende cualquier municipio turístico que se precie.
Ya se ha comentado otras veces que los 0.4 €/m2 por el alquiler de los mejores terrenos que tiene la ciudad, cuando la empresa los realquila por casi 20 veces más, deja claro que todavía hay mucho que mejorar.
O las supuestas bendiciones a la economía, que no dejan de ser solo a unos cuantos propietarios por los alquileres de sus pisos y a los grandes supermercados de marca nacional. Los 40 MM € de repercusión que la empresa nos quiere vender no son sino una repetida falacia propia de un sueño en una noche de verano.
Es conveniente llegados a este punto contrastar esta información con la nota de prensa de hace unos días, con nombres y apellidos, de la Asociación de Hosteleros de Burriana que denuncia las “pérdidas” que les ocasiona el festival.
Y para que no sea solo la ciudad una bendición para el festival, sino que el festival sea de verdad una bendición para Burriana, qué mejor que sacar a relucir el flamante Plan Estratégico de Turismo de Burrriana que es el único que nos puede sacar de pobres, que se redactó por cualificados técnicos en la materia y que se aprobó por unanimidad de todos los partidos en la anterior legislatura, y sobre el que todos prometieron seguir sus recomendaciones en la reciente campaña electoral.
Por no dejar a interpretaciones subjetivas las recomendaciones de este Plan, se detallan literalmente varios párrafos del mismo en lo que respecta al festival:
- El objeto es “facilitar la convivencia de los intereses de los organizadores del festival con los del destino, minimizando la incompatibilidad de públicos y productos en un mismo espacio/tiempo”.
- “En el diagnóstico previo se ha podido constatar la débil situación que existe en relación a la convivencia del festival con el resto de la demanda y productos de destino”.
- Y entre sus recomendaciones destaca “renombrar el evento introduciendo el nombre del destino (Burriana Arenal Sound), un ajuste en las fechas al objeto de llevarlo a mediados de julio, para evitar el mes de agosto donde más demanda tiene el destino por sí, la reubicación del festival, ya que la localización en la zona de playa condiciona y limita el uso del espacio de mayor valor del destino durante casi 20 días, o incrementar el nivel del festival, al objeto de aumentar el perfil del consumidor y minimizar los posibles impactos negativos que un público tan joven provoque en el posicionamiento de Burriana en el mercado turístico”.
Ha llegado pues el momento, después de 10 años ya nos toca, de que el equipo de gobierno se ponga a su faena, la de defender el interés de la ciudad y de los ciudadanos, de todos, no solo los que disfrutan directa o indirectamente del festival, sino también de quienes lo sufren a diario por sus excesos. El último exceso es la moda reciente de lanzar un castillo de fuegos artificiales bien entrada la madrugada, más bien parece una chulería propia de quienes se sienten protegidos por el poder político, ya que “si no quieres caldo toma dos tazas”.
Es el momento de dejar atrás la histórica pasividad que impera en la calle y en la casa consistorial ante las más que dudosas bondades del festival y pasar a ser los dueños de nuestro destino. Burriana será turísticamente lo que queramos que sea y lo que consigamos trabajando intensamente para ello, no solo lo que algunos interesados nos quieren vender.