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Por Miguel Ángel Bodí
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En Burriana tampoco estamos a salvo de inundaciones

    Aprovechando el momento de estupor por lo sucedido en el sur de Valencia el pasado 29 de octubre, y todavía incrédulos porque nadie podía pensar que un suceso así pudiese ocurrir con los medios tecnológicos y de alerta actuales, no está de más volver los ojos a las incidencias que podría tener en nuestra ciudad una precipitación similar en la cuenca del rio Anna.

    En un fenómeno tan extraordinario como éste, los daños materiales casi nunca se van a poder salvar, pero sí las vidas humanas con una gestión de alertas eficiente, que esta vez por errores en la gestión no se realizó a tiempo.

    Centrándonos en el barranco del Poyo, más parecido en morfología a nuestro río, en cuyo curso final habitan más de 250.000 personas en varias ciudades, la cuenca hidrológica tiene una superficie de 462 Km2, una longitud de 44Km y su nacimiento se sitúa en los 1023m. En este suceso la precipitación en su parte superior superó en muchos lugares los 400l/m2 en pocas horas, llegando a los 700l/m2 en alguna población.

    Como dice Juan Marco Segura, catedrático jubilado de Hidráulica y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia, “lo que ha pasado se sale de todos los números conocidos”. De hecho se calcula que la precipitación del día 29 de octubre en la zona tiene un periodo de retorno de más de 1000 años.

    El período de retorno es en hidrología  el tiempo que estadísticamente se puede producir una lluvia de la misma intensidad, con lo que este caso teóricamente no se volvería a repetir en 1.000 años, aunque nadie puede predecir que mañana mismo se pudiera producir otra igual. También es conveniente señalar que la mayoría de infraestructuras, puentes o encauzamientos, se calculan para caudales producidos por una precipitación con un periodo de retorno de 500 años, con lo que el caudal de cálculo en este barranco es de 1.420 m3/seg, ampliamente sobrepasado en este fenómeno.

    En esta avenida se calcula que en el barranco del Poyo a la altura de Paiporta llegaron a pasar más de 3.000 m3/seg a la vista de los cerca de 2.000 m3/seg que marcó la baliza situada  en Ribarroja a las 19h, en que en varias horas dejó de enviar datos por la crecida, añadidos a los caudales de dos pequeños afluentes en los que no hay medidas de aforo, que vierten al barranco antes de su paso por Paiporta. En esta ciudad y aguas arriba la capacidad teórica del encauzamiento es de 1.800m3/seg, pero en el cruce con la V-31, más conocida como Pista de Silla, se reduce considerablemente,  lo que da idea de la magnitud del fenómeno de desbordamiento del cauce y la laminación de la avenida por el entorno inmediato con los efectos en las poblaciones afectadas que se produjeron.

    Se ha hablado mucho estos días de la falta de infraestructuras adecuadas en este barranco, con proyectos programados desde principios de siglo pero que ningún gobierno estatal (que es quien tiene estas competencias) en coordinación con el autonómico se ha atrevido a realizar. Se ha hablado también de ejecutar varias presas que ralenticen la avenida para que pierda velocidad y efectos destructivos, de preparar una gran superficie de laminación de la crecida antes de llegar a las ciudades del tramo final o incluso un encauzamiento de menos de 2Km hacia el nuevo cauce del Turia, en el punto de menor distancia, a la altura de Picanya.

    Es más que probable  que lo que antes llevaba un retraso de más de 20 años en ejecutarse se pueda realizar ahora con prontitud y que las diversas administraciones se pongan las pilas para que no vuelva a suceder un desastre como éste, aunque ya se llegue demasiado tarde.

    Es importante conocer estos datos, ya que con su comparación con la cuenca del rio Anna y su encauzamiento en Burriana,  se podrá calibrar mejor las incidencias que tendría una lluvia semejante en nuestro río.

    La cuenca del río Anna es de 240 Km2, poco más de la mitad de la del barranco del Poyo, con una longitud de 42 Km y una altitud máxima de 850m en la Sierra de Espadán. A su paso por la ciudad tiene una capacidad actual de 550 m3/seg o de 350m3/seg en el Clot.

    Abundando en más datos, las últimas inundaciones importantes que tuvieron lugar en nuestra ciudad en octubre del año 1956 (en 1883 hubo incluso unas mayores) por la salida del río a la altura de Les Alqueries, se ocasionaron por un caudal estimado de 850 m3/seg, correspondiente a una precipitación con periodo de retorno de 200 años.

    Está claro que si se produjesen lluvias de mayor intensidad, incluso sin llegar al nivel de las medidas en Valencia, el río saldría de su cauce, siendo la zona más débil a la altura del puente de ferrocarril en el término de Les Alqueries donde desde su margen derecha, la más baja, llegaría a toda la ciudad desde el camino de Onda, como también ocurrió en 1956. De hecho, se calcula que para una lluvia con un periodo de retorno de 500 años el caudal del río a su paso por Burriana puede llegar a los 1.200 m3/seg.

    Alguien podría pensar que la presa de Benitandús, que es la única que existe en el cauce, podría ayudar a laminar una probable avenida, pero desde el  año 1953 en que se inauguró, solo tiene utilidad para el riego de los campos de Onda su escaso Hm3 de capacidad. Muy diferente a lo ocurrido  hace unos días en el río Magro con la presa de Forata, que ayudó a que la avenida hacia Algemesí y su entorno  se mitigara en parte ya que agotó en poco más de dos horas su máxima capacidad de 35 Hm3 e incluso la crecida llegó a rebasar su coronación, con el peligro de rotura que supuso durante toda la tarde.

    Como no parece posible la ubicación de presas de alta capacidad de laminación de avenidas a lo largo del cauce del río Anna, las únicas infraestructuras posibles para reducir los efectos de posibles inundaciones pasan por mejorar el encauzamiento y ampliarlo a la llegada al río a nuestra ciudad.

    A raíz de la riada de 1956 se construyeron los muros de contención a ambos lados del río a su paso por el casco urbano. Pero ya se ha visto que con una precipitación de poco más de 150 años de periodo de retorno, se volverían a producir inundaciones si no se realizan inversiones, mucho más si su nivel se acercase a la barbaridad de la caída recientemente en el barranco del Poyo.

    Desde el propio PGOU de Burriana del año 1995 o el PATRICOVA de 2004 de la Generalitat Valenciana, se prevén diferentes mejoras en el término municipal, como son la ampliación del muro en la margen derecha del río hasta el citado puente de ferrocarril, la elevación del dique de la margen derecha en la desembocadura del río o  la ampliación del cauce hasta la zona de la Bota, eliminando el azud existente y el sifón de la acequia de Nules.

    Posteriormente, en el año 2012 se redactó dentro de la tramitación de un nuevo Plan General que finalmente se paralizó, un estudio de inundaciones muy detallado en que se hacía referencia a un nuevo canal de drenaje  desde el margen izquierdo antes de llegar a la ciudad para evacuar los excedentes de los 550m3/seg que no pueden discurrir por el cauce actual, siguiendo el trazado por el Camí Marjalet hasta el proyectado canal de desagüe en Sant Gregori.

    Todas estas actuaciones están contempladas en  el Plan Local de Adaptación al Cambio Climático aprobado  por el Ayuntamiento en 2022 y tienen un presupuesto  estimado de más de 20 Millones de euros.

    Después de las inundaciones de  estos días en la provincia de Valencia, con la cantidad de recursos que se necesitan para restaurar  las infraestructuras, las viviendas  y los polígonos industriales en la zona afectada, parece difícil que las administraciones      puedan tener en cuenta las necesidades de Burriana para evitar desbordamientos  futuros en nuestro río, pero no estaría de más seguir revindicando en donde corresponda que también nuestra ciudad necesita inversiones para prever futuras inundaciones.

    Esperemos que no se llegue tarde como ha sucedido en el sur de Valencia, porque aquí tampoco estamos a salvo de inundaciones.

    A quien corresponda mucho ánimo en el empeño.

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