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Por José Luis Ramos
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“El sexo débil”

    Hasta 2017, la Real Academia Española (RAE), definía el concepto “sexo débil” como al “conjunto de las mujeres”.  Por contra, definía el “sexo fuerte”, como el “conjunto de los hombres”. Contra esa distinción se impulsó una iniciativa desde Change.org,  y tras recoger decenas de miles de firmas,  la RAE  modificó dichas definiciones. La RAE tuvo que informar que, en su próxima actualización del Diccionario en la red, añadiría a la entrada 'sexo débil' una marca de uso, en la que se indicaría que esa expresión se utiliza "con intención despectiva o discriminatoria". Y, así lo hizo.

    Si hasta hace cuatro días, la RAE daba por buena una definición claramente machista, de sexo débil, ya podemos imaginar cual era la opinión mayoritaria, sobre el tema, en los años 70. En esos años, tuve una experiencia personal, y conocí distintos casos de mujeres, que me hicieron comprender, que el que una persona sea débil, o fuerte, no depende de su sexo, sino de su carácter.

    El año 1971, compré una moto Ducati, de 200 Cc. Motos de esa potencia, había pocas en esas fechas. Bien cuidada podía alcanzar entre 120, a 140 km. la hora. Las carreteras entonces eran de dos carriles. Las autopistas estaban en construcción. Por lo que era una moto potente, para aquellas carreteras. Además, el manillar de ese modelo, es como el de las motos de carrera, es decir, no giras doblando el manillar, sino decantando la moto. Esa maniobra de tumbar la moto, como si fueras a caer, impresiona a las personas, qué por primera vez, viven la experiencia. Sobre todo, si no pilotan ellos.

    La primera vez que llevaba a alguien, si entrando fuerte en una curva, decantaba la moto,  era normal, que se me cogieran a mí, con fuerza. Algunos, se agarraban como si fuéramos al lomo de un toro de rodeo. A otros que presumían de valientes, les sentí asustarse en su primera experiencia con la moto.

    En el 71, hacía varios años, que una chica de Castilla, venía a veranear al puerto de Borriana. Manteníamos cierta amistad. Además, me gustaba. Era una hermosa morena de grandes ojos y mirada profunda.  Una tarde, sin rodeos, me pidió que le diera una vuelta en la moto. Como no quería perder la ocasión, respondí, vamos ahora. Para mi sorpresa, me dijo que prefería que quedáramos después de cenar. Quedamos a las 22 horas.  Con tal de pasearla, yo estaba dispuesto a la hora y el día que ella dijera. Me gustó la idea que fuera de noche, porque en el fondo yo quería impresionarla, y por la noche el viaje en moto, impresiona más. Llegado el momento, en vez de pasearnos por una carretera entre ciudades, que eran las menos malas de entonces, decidí ir a la playa de Nules desde el puerto de Borriana por la antigua carretera de la Serratella. Entonces no era más que un camino rural estrecho, oscuro, lleno de baches y curvas. Por la forma que se agarraban a mi cuerpo, yo percibía el miedo que pasaba la persona que trasportaba. Yo había previsto que al llegar a la playa de Nules, ella estaría tan asustada, que necesitaríamos parar a tomar algo hasta que recuperara el aliento. Pensé que ya tendría bastante paseo y regresaríamos. El caso es que al llegar a la playa de Nules, yo no había notado en ella ningún movimiento que delatara que se sentía impresionada o asustada. Por lo que sin parar, cogí el camí Cabeçol, que no era más que un camino rural oscuro, con baches, por donde no circulaba nadie. Aceleré la moto, en dirección a Nules, para meterme en las curvas decantando la moto más rápido. Llegamos a Nules, y ella seguía impasible, como si paseáramos a pie.

    Algunas personas, recordaran que la carretera Nacional 340, entonces era de solo dos carriles, y el trozo de Nules a Vila-real, era más estrecha de lo normal. En cada carril, se formaba una caravana que impedía adelantar. Los coches circulaban a una velocidad de unos 80 km. hora. En esas situaciones yo metía la moto en el centro de la carretera a unos 90 km, la hora, e iba adelantando. Circular en medio de dos hileras de coches, circulando cada uno en dirección contraria al otro, impresiona. Así que al ver que circular por caminos rurales no le impresionaba, decidí meterme en la general. Fuimos de Nules a Vila-real, a 100 por hora. Por la noche y circulando por medio de dos carriles de coches. Eso impresiona mucho, porque las luces de los coches que te cruzas, te impactan haciéndote sentir más velocidad de la real. Al llegar a Vila-real, ella seguía tranquila como si todo fuera normal. Sin embargo, yo había percibido mucho riesgo, porque era fin de semana de mucho tráfico. Circular por medio de dos hileras de coches, tiene mucho riesgo. Eso lo había hecho en otras ocasiones, pero en pleno día. Me sentí fracasado, en mi intención de impresionarla o asustarla, porque me di cuenta que el asustado era yo. Por lo que pensé, que no tenía sentido correr más riesgo. Así que, al llegar a Vila-real, reduje la velocidad y decidí regresar al puerto de Borriana, por la carretera normal. Vila-real, Borriana y puerto. En esas fechas, comencé a conocer mujeres vinculadas al movimiento sindical y político de oposición a la dictadura. Todas ellas, me hicieron comprender, sin lugar a dudas, que el valor para asumir situaciones de riesgo, no depende del sexo, sino del carácter y valor de cada persona.

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