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Por José Luis Ramos
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Republicanos en fosas comunes: ¿hasta cuándo?

    “Los muertos son para ser enterrados, son para ser individualizados en los cementerios, pero no para ser escondidos”. Papa Francisco

    Luis Sancho Monleón, fue un valenciano nacido, el 08.12.1917, en la Plaza de los Escolapios de Valencia. Pero es conocido con el nombre artístico de Jorge Sepúlveda. Es el vocalista español más popular y admirado de la década de los 40 y 50, interpretando boleros y pasodobles. Entre sus éxitos destacan: Santander y Mirando al mar. Su asistencia a la Sociedad Coral El Micalet, despertó su interés por la música, y comenzó a recibir sus primeras lecciones de canto. En el 90 aniversario de la Republica, quiero recordar a los republicanos españoles que yacen en tumbas comunes, sin referencia personal alguna, como si de animales se tratara. Explicaré por qué elijo a Jorge Sepúlveda para hablar de los españoles, condenados a descansar en el anonimato por los franquistas.

    En la Guerra Civil, fue soldado del ejército republicano, llegando a Sargento. En la guerra, recibió un disparo en la mano izquierda que le inutilizó tres dedos. Por eso, en sus actuaciones, sujetaba el micro con la mano izquierda cerrada, para disimular su discapacidad. Fue recluido  en el campo de concentración de Albatera, al acabar la guerra. Fue condenado a muerte y llevado al paredón de fusilamiento, al lado del cementerio de Valencia, con otros republicanos. Se cuenta, que, igual que le pasó a Gila, salió vivo del fusilamiento. Eduardo Alcázar, (DEP), un amigo mío que fue uno de los fundadores de CCOO al País Valencià, siendo niño, sufrió la masacre de la carretera de Málaga-Almería, conocida popularmente  como la “Desbandada”. En ella murieron entre 4.000 a 5.000 personas; por los ataques que los golpistas realizaron, por mar y aire, contra civiles que huyeron hacia Almería, a la entrada de las tropas franquistas a Málaga. En uno de esos ataques, sufrió la desaparición de una hermana menor. Eduardo me contó, que en la posguerra participó en el robo de cadáveres de fusilados, en el cementerio de Paterna. Lo cuento, porque por lo que me contó, resulta creíble que salieran vivos de aquellos fusilamientos.  Los fusilados eran enterrados en fosas comunes, sin dar ninguna información a la familia. Por eso, algunas familias querían enterrarlos ellos. Como no se dejaba comunicar a la familia la fecha del fusilamiento, y las cartas eran censuradas, cuando el preso lo sabía, por medio de una contraseña pactada, lo hacía saber a la familia. A la fecha fijada, la familia y algún amigo, acudían de madrugada cerca de la tapia del cementerio de Paterna. Los camiones llegaban llenos de republicanos, en plena madrugada. Eran fusilados en grupos, con la luz de la noche. Ejecutados los fusilamientos, se marchaban los camiones y se quedaban solo los cadáveres, tal como quedaban, medio amontonados. A la primera luz del día, los enterraban en el cementerio de Paterna, o un camión los recogía para enterrarlos en el cementerio de Valencia. En ambos casos, en fosas comunes. Entonces, cuando los cadáveres quedaban abandonados, Eduardo y los familiares, saltaban la tapia del cementerio y una vez localizado el cadáver que buscaban, se lo llevaban y sus familiares lo enterraban donde querían.

    Esos fusilamientos de grupos masivos, a la luz de la luna, que se dejaban abandonados los cadáveres, permite creer que más de uno sobreviviría, porque cayeran al oír los primeros disparos, sin ser alcanzados, o no recibieran ningún tiro mortal. Además, el amontonamiento y la falta de luz no permitiría practicar diligentemente el tiro de gracia. Luego, aprovechando la oscuridad y que no había nadie, podrían escapar tranquilamente.

    Al morir el dictador, Jorge Sepúlveda se incorporó a la Asociación de Militares Republicanos que prestaba ayuda a las viudas de los militares que combatieron contra el fascismo. Tras retirarse de la actividad artística se retiró a vivir en Palma de Mallorca con su mujer, llevando una vida sencilla y tranquila, con la misma normalidad que supo llevar en los escenarios. Falleció en Palma de Mallorca en 1983. Tras su muerte, cumpliendo su deseo: no tuvo funeral, una bandera republicana cubrió su féretro, y sus restos fueron depositados en la fosa común nº 7 del cementerio de Palma de Mallorca, donde reposan republicanos fusilados en Mallorca.

    Cabe pensar, que, por su éxito artístico, se merecía, y podría permitirse tener un importante panteón. Sin embargo, quiso que sus restos corrieran la misma suerte que los miles de sus compatriotas republicanos, enterrados en fosas comunes, sin funeral y sin ninguna indicación.  Es decir, una vez muerto quiso tener el mismo trato que le habrían dado los que le condenaron a ser fusilado, y que tuvieron tantos fusilados republicanos. Solo se permitió el lujo de ser cubierto por la bandera de la República. Se puede pensar, que, con su acto, quiso contribuir a que no nos olvidemos de los republicanos fusilados, cuya existencia quiso borrar el franquismo, escondiéndoles en fosas comunes sin nombre. Esperemos que un día les llegue, a todos, su reparación y tengan una tumba digna.

    A los católicos que se oponen a que se recuperen los cadáveres de las fosas comunes de fusilados, hay que recordarles que el Papa Francisco en su entrevista con Évole, dijo; “Siempre he defendido el derecho a encontrar los cadáveres. Una sociedad no puede sonreír al futuro teniendo sus muertos escondidos.”

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