El patriotismo de algunas, de las grandes empresas
Tras el anuncio de FERROVIAL, de trasladar su sede a Países Bajos, desde los medios de comunicación se informa, que FERROVIAL, junto a otras grandes empresas, manipularon durante décadas licitaciones de contratos de obras o servicios públicos. Por ello, en los últimos años, han recibido varias sanciones. Desde, hace 10 años, que se creó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la suma de las sanciones recibidas asciende a centenares de millones de €. Según parece, a las grandes empresas, ponerse de acuerdo para fijar precios comunes y repartirse los contratos públicos, les resulta rentable, porque a pesar de las multas que se les imponen, ellas se siguen burlando de la libre competencia, que es la base fundamental de la Unión Europea (UE).
Me asombra, que haya personas que se expresan escandalizadas, como si se acabaran de enterar que esto ocurre. Por cierto, esos mismos empresarios, se declaran liberales, pero pactan precios infringiendo la libre competencia, y, siempre quieren más subvenciones que las que ofrece la U.E. Explicaré mi asombro. Hace unos 30 año, un buen amigo mío constructor, se presentó a varias licitaciones para la contratación de obra pública. No obtenía ninguna. Si no le descalificaban por baja temeraria, lo hacían por falta de cualificación técnica. En el primer caso, supone que se estima que el presupuesto ofertado, es tan bajo que no podría acabar la obra. En el segundo caso, es cuando la empresa, ni tiene experiencia, ni personal con la titulación técnica para hacer la obra. El caso es que él tenía un estudio riguroso en el que se hacía constar que la obra pública se estaba presupuestando con un incremento del 200% al 300% de su coste real. Como ellos, solo cargaban el 100%, les acusaban de baja temeraria. Por otra parte, le llegaron a descalificar por carecer la empresa de la cualificación técnica suficiente, a pesar de tener varios años de experiencia y contar con arquitectos e ingenieros en plantilla, en una licitación, para hacer nichos en un cementerio. Cómo si hacer nichos, tuviera la complejidad técnica que tiene hacer el Puente sobre el rio Kwai.
Cansado de ver que se rechazaran sus ofertas, se le ocurrió hacer un estudio de las adjudicaciones, de los contratos de obra pública en los últimos 10 años, en la provincia de Castellón. De los datos verificados la conclusión era clara: todos los contratos de obra importantes se los repartían tres importantes empresas, que no cito, porque después de tantos años no recuerdo exactamente. Pero lo curioso es, que cada año, se repetía el porcentaje que se llevaba cada empresa. Para la más grande era entorno el 40%, para la segunda el 35%, y el 25% restante, para la tercera. Pero ese no era el porcentaje de contratos que se llevaba cada una de las empresas, sino del valor de los contratos. Es decir, si en un año se había licitado obra por un coste de 100 MM de €, una empresa se llevaba contratos, por 40 MM, otra por 35 MM y la otra por 25 MM. Podía darse el caso que la empresa con más contratos adjudicados fuera la que el coste de todos ellos fueran unos 25 MM. Sería mucha casualidad, que durante 10 años se repitan los mismos datos, sin que haya una concentración entre los licitadores. Dicho de otra manera, sin que hayan constituido un cártel.
Quienes han trabajado en el ámbito de la contratación pública, saben que para que, muy pocas constructoras, se queden con la gran mayoría de los contratos de obras públicas, el procedimiento es el siguiente: quienes forman el cártel, deciden el coste y a quien le corresponde quedárselo; presentan la correspondiente oferta; contactan con alguna persona cercana a la licitación, para que les informe si se han presentado otras ofertas; a última hora del ultimo día de la licitación, reciben la información, y si se han presentado más ofertas, presentan nueva propuestas a la baja, que ya tienen preparada, sino lo dejan como está.
Luego, como suelen tener pactado con los que tienen el poder de decisión, que se les adjudicará a ellos, la administración rechaza el resto de ofertas, alegando falta de idoneidad técnica, o por supuesta baja temeraria. Si algún constructor recure la decisión, en el primer caso, lo justifican en un mayor historial de trabajos y mayor número de técnicos en plantilla de la empresa elegida. Pero nunca se pronuncian sí la empresa rechazada carece de experiencia, y plantilla cualificada para hacer la obra, cuando se trata de obras sencillas, como puede ser el caso de nichos. Lo de la baja temeraria, lo tienen más fácil. Como los precios de la obra pública, llegan a estar hinchados del 200% al 300%, quien se conforma con ganar unos porcentajes razonables, le comparan su presupuesto, con los datos del registro de precios de la obra pública, y concluyen baja temeraria. En los casos, que un tercero presenta una oferta, y los del cártel han tenido que presentar nueva propuesta, con una rebaja sustancial, nunca corren el riesgo de perder dinero. Primero por el alto margen de los presupuestos iniciales que se presentan, y luego, se suele pactar una modificación del proyecto, e incrementar el presupuesto inicial, hasta un 20% que permite la ley.
Que una empresa consiga importantes beneficios, gracias a la creatividad de sus iniciativas, es legítimo, digno de admirar, y merecedora de respeto. Pero cuando la fortuna se ha hecho, por ser adjudicatarios de contratos con presupuestos hinchados, gracias tener unas relaciones fraudulentas, primero con la dictadura, y luego con la democracia, como es el caso de FERROVIAL, y otras grandes empresas, si luego se comportan como desagradecidas, esas empresas no merecen admiración, ni respeto.