25N, violencias y viernes negro
Todo está relacionado. Todo encaja. Como las piezas de un puzle inmenso, inconmensurable, que nos atrapa, del que es casi imposible salir…
Estoy hablando de esta sociedad patriarcal y consumista, en el que las violencias contra las mujeres se acentúan con cada crisis que aparece en el espectro social y político, y nos deja la amarga sensación de que retrocedemos en derechos y libertades.
La pandemia puso en evidencia la cantidad de mujeres que sufrieron en sus hogares la tortura del encierro con sus agresores. La pandemia, y sus restricciones, pasó, y recuperamos una normalidad rara, en la que se quedaron los bulos y las mentiras que se utilizaron indiscriminadamente para mantenernos en una continua espiral de dudas e incertezas y, lo que es peor, consiguió que las personas se relacionaran menos y tuvieran otras necesidades de consumo, haciéndonos más esclavas aún, de pantallas y artefactos electrónicos.
Y ahora, en noviembre de 2022, vamos recuperando capacidades de acción. Ayer, sin ir más lejos, en la manifestación del 25N miles de mujeres y hombres salieron a las calles en ciudades y pueblos para decir “basta” a las violencias contra las mujeres. Pero también otras muchas personas cayeron en la tentación de salir a comprar, por aquello de no perderse una oportunidad de ¿consumo barato?... sin darnos cuenta que esto también es violencia. Violencia en demasiados casos dirigida hacia las mujeres (o utilizándolas como reclamo); violencia contra el planeta, pues los recursos son cada vez más limitados y se sigue haciendo caso omiso a esa realidad; violencia contra esas personas esclavizadas en ciertos países sin escrúpulos, para que fabriquen esos productos baratos manchados con su sangre…
Por no hablar de la violencia machista que ha invadido los estrados de nuestras instituciones, porque esto ya es la vergüenza máxima que un país debería soportar.
Aunque si de vergüenzas hablamos, igual mejor no mencionar lo de Qatar y nuestra participación es este “teatro negro” (con miles de trabajadores muertos en su proceso de construcción, en un país en el que las libertades individuales dejan mucho que desear, y en que las mujeres no tienen ninguna oportunidad de vida que no sea de sometimiento a un hombre). Pero todo vale mientras nuestros millonarios futbolistas varones puedan participar en el torneo.
En fin, que tenemos mucho trabajo por delante para acabar con estas violencias que nos acompañan, porque la violencia machista es un hecho que está demasiado presente en nuestro día a día (solo nos faltaba su aparición en el Congreso), pero las violencias relacionadas con el consumismo también están ahí, amenazando nuestro futuro y el de las generaciones venideras.