Las otras pandemias mortíferas
No sé ustedes, pero personalmente estoy saturada del puñetero coronavirus, y las horas y horas… y más horas, que está ocupando en los medios de comunicación, que nos informan de cada uno de los afectados, de si viajó a las zonas de riesgo, si se relacionó con alguna persona infectada, de si comió, o bebió, o besó, o tosió, o le tosieron, o abrazó, o dio la mano, de si se la lavó, o de… para luego decirnos que no nos preocupemos, que está todo controlado, que hagamos vida normal, aunque, si acaso, no besemos, no bebamos, no abracemos, no tosamos, no demos la mano, no nos relacionemos…
Sin embargo, la gente muere por otras causas, que de momento están siendo bastante más efectivas que el virus coronado: hay personas refugiadas que están muriendo (están siendo masacradas, sería más propio decir) en las costas griegas y 15 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que llevamos de año… El virus del odio y el virus del machismo, combinación letal, aunque como sus víctimas son extranjeros y mujeres, no merecen más que un minuto en los noticiarios.
Y, hay niños y niñas, contados por miles, los que mueren cada día en los países subdesarrollados por falta de alimentos, agua limpia, o vacunas… y nada pasa. No tenemos a las televisiones volcadas con el virus de la indiferencia, diciéndonos que nos lavemos las manos, y eso, que la indiferencia, el odio y el machismo nos las ensucian mucho más y nos van convirtiendo en depredadores de otros seres humanos, a los que ignoramos, pasando de puntillas por su lado, evitando que nos afecte, no vaya a ser que sintamos un poco de empatía por ellas y nos haga sufrir dentro de nuestra burbuja estéril…
Lo del coronavirus no sé en qué quedará, pero intuyo que como afecta al primer mundo, tendremos vacuna en breves y las grandes farmacéuticas harán sus negocios millonarios con ella, y a otra cosa.
Y los otros “virus”, algunos coronados, que siguen viviendo en nuestro país de pandereta, seguirán saliéndose de rositas, sin que se abran investigaciones sobre esos millones que aparecen en unas cuentas en Suiza, y sin que se comente demasiado en las tertulias televisivas, que para llenar horas ya tenemos el otro, aunque no sea tan fiero y maligno como nos quieren hacer creer.