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Por María José Navarro
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Orgullosa del Orgullo

    En nuestra Constitución, esa que debería ser reformada para que algunas cuestiones en ella planteadas pasaran a ser del siglo XXI y no anduviéramos todavía sumergidos en charcos pretéritos, como pudiera ser la cuestión de la financiación de la Iglesia, la definición de Estado Aconfesional o el hecho de ser una Monarquía, aparecen artículos con los que toda la ciudadanía nos podemos sentir identificados, como el artículo 14, que dice así:

    “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

    Sin embargo, todas sabemos que esto no funciona solo porque la Carta Magna lo diga, sino que hay que implementar otras acciones que avalen lo que en el texto se dice para que, poco a poco, se vayan consolidando… Es lo que pasa con el movimiento LGTBIQ y con los logros que tan lentamente se producen, aunque también, y esto sí que es lamentable, vamos a ser espectadores (y espero que no pasivos) de retrocesos notables, como los que ya se están dando en algunas zonas de nuestro país, de la mano de la rancia derechona.

    Es lo que ha pasado esta semana en Les Corts Valencianes, donde se pretendía aprobar una declaración institucional en la que todos los grupos parlamentarios se comprometieran a defender de manera activa las medidas necesarias para garantizar los derechos de igualdad y no discriminación de todas las personas, y se ha visto truncada ante el rechazo de los representantes de ese “viejunuevo” partido, que seguiré sin nombrar, que se acaba de instalar en nuestras instituciones, con el pretexto de que esto ya viene recogido en la Constitución…

    Y esto, que puede parecer algo sin importancia, la tiene y mucha, ya que estos nuevos “representantes de la ciudadanía” no solo rechazan la diversidad, sino que la estigmatizan y criminalizan, abriéndose con ello la veda a los ataques hacia cualquiera que se pueda mostrar diferente a los parámetros que esta gente (con una perspectiva de miras muy limitada) tiene. Y algunos, bajo el paraguas de este rechazo, se sienten legitimados para maltratar a otras personas que se muestran como son, sin artificios, que aman libres y se identifican libres…

    Desde luego tenemos que protegernos de estos ataques, denunciándolos, rechazándolos y trabajando para que cada cual pueda vivir y amar de la manera que se sienta mejor, sin prejuicios, sin odios, sin ataques…

    Quiero ser libre y quiero que las personas que me rodean también lo sean. ¡¡¡Orgullosa del orgullo!!! ¡¡¡Orgullosa de esas personas valientes!!!   

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