Gana la banca

Como buenos trileros que son, la banca, los bancos y banqueros en nuestro país, mueven su bolita debajo de los cubiletes con un derroche de habilidad, fruto de tantos años de aprendizaje, consentido por las diferentes administraciones, y ganan siempre. Sin ningún rubor. Gana la banca.

Ganan lo que no está escrito. Ganan sin escrúpulos.

Sin ir más lejos, el presidente de CaixaBank acaba de anunciar los ingresos extraordinarios que ha obtenido la entidad tras la fusión con Bancakia, con un beneficio atribuido de 5.226 millones de euros en 2021… después de cerrar muchísimas sucursales y quitarse de encima a una buena parte de su personal…

Y llegados a este punto de cinismo es cuando mi cerebro entra en colapso.

Esta gente, trileros de traje de marca y corbata, es la misma que recibió un rescate millonario de las arcas públicas y que nunca se dignó a devolver. Nada menos que 101.500 millones de euros (de los que Bankia recibió 22.424 millones de euros) y que el Banco de España solo prevé recuperar el 14%.

No debemos olvidar que el dinero del rescate es dinero de toda la ciudadanía, es dinero público destinado a salvar entidades privadas, que no contentas con recibirlo, deciden no devolverlo, y jugar con los beneficios a su favor, pero ofreciendo cada vez menos y peores servicios a esa ciudadanía que está obligada a tener una cuenta abierta, porque en estos momentos de nuestra existencia, no es posible realizar ningún tipo de movimiento sin pasar por la banca. Y la banca gana.

Y sigue ganando gracias a las comisiones aplicadas a las cuentas de una clientela sometida a condiciones abusivas, con horarios kafkianos, tratadas despóticamente y con pocas alternativas de cambio (cada vez menos, con fusiones y más fusiones que monopolizan el sector).

Y vemos largas colas de personas en las puertas de las pocas sucursales que quedan abiertas… y en esas filas muchas personas mayores que no tienen habilidades (y tampoco tienen por qué tenerlas) en busca del dinero de su pensión, pasando frío o pasando calor, de pie demasiado tiempo, y con un mal trato (en algunas entidades se les aplica una comisión de varios euros a quienes no saben utilizar el cajero) que debería ser castigado por el mismo Estado que las rescató.

Todos estos abusos han hecho que las personas mayores hayan decidido plantar cara a este despropósito, reclamando sus derechos, algo que el resto de la ciudadanía deberíamos copiar, poniéndonos a su lado para pelear por recuperar aquello que es de todas, y para exigir una banca que, de verdad, estuviera al servicio de las personas y no al revés.

Porque ya estamos hartas de que la banca siempre gane.