Crónica de una semana sin plásticos
A pesar de estar ya muy concienciada con el tema de los residuos y aquello de reciclar, reutilizar y reducir, la semana sin plásticos no me ha resultado fácil, pues es preciso hacer un esfuerzo, sobre todo a la hora de planificar la compra y la salida de casa con los utensilios necesarios, para evitar los envoltorios superfluos. Además, hay muchos productos que no son fáciles de encontrar a granel, así que no he conseguido superar el reto al 100%, pero sí que he reducido muy considerablemente los desechos dirigidos al contenedor amarillo.
En mi caso, al ser vegetariana, resulta algo menos complicado, pues las frutas y verduras son mucho más fáciles de encontrar sin vestir de plástico… Pero a pesar de ello, se hace preciso calcular la compra para llevar envases para las piezas más pequeñas, tipo fresas o cerezas… También hay que acordarse de coger recipientes para los quesos y productos a granel, aunque esto es cuestión de acostumbrarse y poco a poco estas prácticas se irán convirtiendo en lo habitual.
Pero lo cierto es que no resulta sencillo salir del círculo del consumo al que nos vemos abocados en esta sociedad en la que vivimos, por lo que se hace preciso un cambio en nuestras costumbres y hábitos diarios: utilizar utensilios de loza, cristal o acero inoxidable; beber agua del grifo; ir a la compra con bolsas de tela, rafia o arpillera; reducir el consumo de carnes; volver a la dieta mediterránea (la de verdad, no lo que hacemos ahora en la que aparecen productos elaborados que nada tienen que ver con ella); reencontrarnos con nuestras cocinas y elaborar recetas tradicionales; reducir los productos de limpieza e ir cambiándolos por productos naturales como el vinagre, bicarbonato, jabón natural…; evitar las compras compulsivas; la ropa de segunda mano es una muy buena opción para darle una nueva oportunidad y evitar más basura… y así, un largo etcétera de acciones que podemos (deberíamos) ir asumiendo.
Todo esto es un proceso a largo plazo, pues hay que buscar alternativas a los plásticos cómodas, cercanas y que no supongan un extra para los bolsillos, ya que muchas veces, los productos a granel tienen un coste inasumible para algunas personas, al igual que tampoco es asumible tener que dedicar horas y horas buscando y desplazándonos a esos comercios, que en algunos casos quedan demasiado alejados…
Sin embargo, a pesar de las dificultades, a pesar de las caras raras cuando apareces con tu fiambrera y explicas que no quieres ningún envoltorio, a pesar de que hay que hacer un esfuerzo de adaptación, estoy convencida de que nuestros gestos obligarán a las empresas a reducir los plásticos y cambiar sus estrategias comerciales (algunas ya lo están haciendo).
Para poder salvar al planeta debemos concienciarnos y exigir los cambios necesarios para evitar la destrucción ambiental que nos acecha…
…Y esto no se va a lograr con un reto de una semana, así que, para mí, el reto queda ampliado indefinidamente.