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Por María José Navarro
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Bochorno climático e institucional

    Acabamos la pasada semana con un record histórico en altas temperaturas, no solo comparando con las máximas y mínimas logradas este mismo mes otros años, sino con las máximas totales, lo que indica que algo está pasando aunque todavía queden escépticos que no ven eso del cambio climático como algo de lo que haya que preocuparse. Lo cierto es que, lo llamemos cambio climático o inicio de una nueva era glacial, nuestra climatología está cambiando y ello supone que vamos a tener que hacer adaptaciones vitales a las oscilaciones extremas de los termómetros, y seremos espectadores de cambios también en la flora y fauna de nuestro planeta, con extinciones de muchas especies que serán incapaces de la aclimatación.

    Estas temperaturas bochornosas nos han distraído momentáneamente de ese otro bochorno que la ciudadanía soporta desde hace ya demasiado tiempo, con nuestros políticos como protagonistas. Sí, me refiero a este estado “de buena esperanza” institucional en el que nos encontramos, más que nada por aquello de que es la esperanza lo último que se pierde, esperando que de una puñetera vez se consiga parir un gobierno y dejen ya de jugar con las expectativas de muchas personas, que fueron a votar con la ilusión de tener un gobierno de progreso en este país de pandereta.

    Yo lanzaría algunas preguntas a todos estos que desde hace muchas semanas están recibiendo un sueldo por representarnos: Señoras y señores, diputados y diputadas, ¿no les da vergüenza cobrar por un trabajo que no están haciendo, mientras hay muchas personas en su país que subsisten con sueldos miserables? ¿No les avergüenza pensar que muchas otras están siendo desalojadas de sus viviendas mientras ustedes no hacen nada por legislar para que estas cosas dejen de ocurrir? ¿No les produce ni siquiera sonrojo las situaciones que se están dando con la extrema derecha en nuestras instituciones campando a sus anchas? 

    Pero a nivel europeo la cosa empeora más todavía… el bochorno insoportable de ver morir a cientos de personas en el mar, prohibiendo a los barcos de rescate marítimo salir en ayuda humanitaria, lo que es un homicidio en toda regla, consentido por todos los países que se han sumado a la iniciativa.

    Ante este panorama de vergüenza, solo se vislumbra un rayo de luz de la mano de una mujer: la capitana del “Sea Wacht 3”, Carola Rackete, que en un acto de rebeldía, desafiando a Salvini, llevó su buque al puerto de Lampedusa con 40 migrantes a bordo, que había salvado de una muerte segura en el Mediterráneo. La otra protagonista de esta historia también tiene nombre de mujer, la jueza Alessandra Vella, que después de la detención de Carola, con acusaciones gravísimas de rebeldía e intento de naufragio de un buque de la policía de fronteras, la puso en libertad argumentando que había cumplido con su deber de salvar vidas en el mar. ¡¡Mi aplauso y admiración para ambas!!

    Y es que, a pesar de que estos calores que nos acompañan no ayudan y el panorama político mucho menos, lo cierto es que hay personas muy valiosas que cada día hacen que el bochorno se diluya en un baño fresco de esperanza. Gracias.

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