La culpa, otro
En estos tiempos extraños que corren, cualquier se siente capaz de adivinar los signos de madurez democrática que tiene un país: alta participación electoral, aceptación de la abdicación del Rey, normalidad en los acuerdos y pactos de Gobierno entre distintos países… Parece que hemos dejado atrás los tiempos de la saga Los siete pecados capitales, de Díaz Plaja, donde cada nación debía enfrentarse a sus demonios.
Sin embargo, un servidor de ustedes, que tiene un punto importante de malvado y de cenizo, asegura que hemos alcanzado nuestro límite como civilización cuando somos capaces de atribuirnos todos los derechos conocidos y ninguna de las obligaciones (lo que se conoce vulgarmente por yolovalguismo), y cuando consideramos que, pase lo que pasa en nuestra vida, la culpa la tienen los demás.
Hemos pasado de señalar a la diosa Fortuna y al Todopoderoso como causantes de nuestras desgracias, y caer en el absurdo círculo conspiranoico donde, a pesar de la evidencia, a pesar del delito flagrante, el culpable es alguien ajeno al hijo de perra que aparece sonriendo en la escena del crimen, cubierto de sangre y con el cuchillo jamonero en la mano.
Hace apenas un par de días, nos desayunamos con que la presentadora y locutora Àngels Barceló, señalaba airadamente al Gobierno como culpable de todo lo que ocurre alrededor de la figura del ex Molt Honorable Jordi Pujol. Una nueva pieza en el juego que antes funcionaba con el Espanya ens roba y que ahora ha caído por su propio peso… pero que muchos paniaguados se niegan a admitir.
No sé si el pistoletazo de salida a las excusas de chiste entre la alta sociedad cuando son pillados con el carrito de los helados, comenzó con la hermana del nuevo monarca asegurando que esas cosas las lleva mi marido, demostrando que una Licenciatura de Ciencias Políticas y un Máster en Relaciones Internacionales no sirven para un pijo cuando una está cegada por el amor. Con decir, la culpa la tuvo otro, suficiente.
Y si quieren, para rematar el ramillete de celebridades, podemos hablar de las airadas manifestaciones sindicales en Andalucía, culpando a una mujer de toda la podredumbre que no para de salir alrededor de los cursos de formación y los expedientes de regulación de empleo. Esas entidades decimonónicas, adecuadamente subvencionadas y que han acabado convirtiéndose en el brazo armado (de hoz y martillo, entiéndase), del partido político de turno, han decidido unilateralmente que no solo no son culpables de haber puesto la mano y mirado hacia otro lado (o quizá sí miraban… que no cayera un euro al suelo), sino que el origen de todo mal lo tiene una señora llamada Alaya que por ser muy seria y vestir de gris marengo tiene que ser de la raza de los señoritos andaluces, y por trabajar como toca debe ser una aborrecible pepera.
La verdad es que, al final, todo esto me recuerda a una vieja anécdota de mis tiempos de friki impenitente, donde un pobre muchacho mentó a mi santa madre y se rasgó las vestiduras, jurando vendetta contra el abajo firmante, debido a que me culpaba de no haber logrado la gloria en un certamen de miniaturas que se celebró el Albacete.
Lo que podría llegar a ser razonable, si no fuera porque servidor estaba a doscientos kilómetros de allí, de campo y playa. Dicen que no dejes que la verdad te arruine una noticia, a lo que yo añadiría no dejes que un inocente impida que señales a alguien como culpable de todos tus males…
N'hi ha molts més, ara bé, no sé si culparan al proïsme. Curiós és el cas de Jordi a Catalunya. Crec que fa molt de temps que se sap, els que ho poden saber, que la família Pujol feia cosetes presumptament no legals, i de l'altra algú l'ha avisat de que anaven a destapar el presumpte frau. Pregunta: per quin motiu no el van imputar en el seu temps i ho fa ara? El referèndum, potser? I per que li van donar temps per a confessar-se públicament? Jo no puc saber-ho però saberuts hi ha...