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Por José Vilaseca
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Charlie o no Charlie… he aquí la cuestión

    Aviso para navegantes: El siguiente artículo hablará de temas relacionados con “Charlie Hebdo”. Sí, ya sé que alguno de Vds. puede estar más que harto de leer, ver y escuchar detalles de una revista francesa de la que la mayoría no teníamos puñetera idea de su existencia hasta hace apenas una semana, pero como verdes las han segado y mi originalidad no daba para más, vamos a ello, con su permiso.

    Dicho esto, sepan que cada uno de los que me lean, advertidos de lo que va el artículo de hoy, cuentan con mi simpatía (sí, como el androide de “Alien”). También he leído, visto y escuchado multitud de opiniones sobre lo ocurrido en la redacción de la revista satírica parisina, desde la repulsa inicial generalizada hasta los “pero” más ocurrentes, venidos tanto de la progresía más librepensante a la rama democristiana más conservadora.

    Al igual que todos los demás, me he formado una opinión: Como persona anónima, como “juntaletras”, como seguidor de una religión y, Dios (o Alá) no lo quiera, como daño colateral de un “comando libertador de conciencias” al que se le escape un balazo de Kalashnikov y me pille por ahí cerca. Ahora, la compartiré como ustedes, con la esperanza de que, al acabar, me sigan queriendo como ese cachorrillo mojado que se encuentran en una cuneta, leyendo mis artículos y comprando mis libros. Incluso me conformaré con que me ignoren, “mireusté”. Intenten no matarme por decir lo que pienso, ¿de acuerdo?

    Cuando alguien hace un chiste o una gracia, incluso en el caso del humor negro más extremo, se busca un elemento absurdo en algo que no tiene porqué ser cómico. A veces, el verdadero chiste es entender que la situación presentada no es “socialmente” graciosa: Una coña sobre un tumor puede incomodarnos, pero si resulta que se trata de ese viejo chascarrillo del “testículo mucho más grande que el otro”, seguro que nos arrancará una sonrisa. Supongo que entienden por dónde van los tiros (con perdón… ¿ven? ¡si es que los chistes salen solos!).

    Quizá, la única línea roja que no debería cruzarse, es la de la difamación, la injuria o la calumnia. Se trata de un ataque personal hacia alguien que “es”, de carne y hueso, con nombre y apellidos… y no una simple creencia. Para mí, la blasfemia no entra en la categoría de lo prohibible ni de lo condenable.

    Porque, se mire por donde se mire, algo en “lo que creemos” merece un respeto muy relativo. Mis muchos amigos “frikis” que se disfrazan de personajes de “La Guerra de las Galaxias”, difícilmente acribillarán a aquellos que se burlen de su fe en La Fuerza, así que un grupo de tipos encapuchados que masacran a una docena de personas porque “algo en lo que creen” ha sido dibujado con más o menos gracia, debe provocarnos la misma sensación de absurdo y la misma condena firme y unánime. Sin “peros”, sin cortapisas. “Nunca mais” y todo eso que se dice…

    Hay que entender una cuestión fundamental, y sé que es muy duro de decir (y más de aceptar): Existe una enorme cantidad de personas que ven “normal” o que justifican que una ley particular, que se basa en las enseñanzas de un señor con turbante, fallecido hace 1400 años y que se casó una niña de 6 años –eso sí, espero a que tuviera 9 para penetrarla-, debe convertirse en ley universal, y aplicarse a sangre y fuego… aunque no creamos en ella, ni la hayamos votado, ni participemos democráticamente en su creación y mejora.

    Así, cualquier hijo de perra de la peor condición que pueda conseguir un fusil de asalto y afirme que cree en un plato de spaghetti volador como creador del Cielo y de la Tierra (por cierto, esta religión existe… precisamente como crítica a las religiones organizadas), puede exigir que mi mujer se cubra la cabezao, porque Dios lo manda. O que un médico certifique la virginidad de mi hermana para entrar en la Policía, porque Dios lo manda. O que no pueda meterme entre pecho y espalda un “bocata” de panceta y un copazo de Sangre de Toro, porque Dios lo manda.

    Y es que, entre ustedes y yo (y como dicen que afirmó Tierno Galván cuando alguien lo animó a abrazar determinada fe), si ya me cuesta creer en el Dios Único y Verdadero… imagínense lo que me supone creer en otro. O, por qué no decirlo, si apenas le hago caso a un señor con barba y un acento raro que dice ser mi Presidente, supongan el puñetero caso que le voy a hacer a un señor con barba… cuyos adalides ni siquiera admiten un buen chiste.

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    comentarios 2 comentarios
    Vicent Bosch i Paús
    Vicent Bosch i Paús
    20/01/2015 09:01
    Qui és Carles.

    La valoración de la vida blanca por encima de todo lo demás es un componente fundamental de la supremacía blanca y no se limita a los pueblos que podrían definirse como blancos. Esa es la razón de que a nadie le importen las familias que lloran a sus seres queridos en Nigeria y que nadie se manifieste en su apoyo. Esa es la razón por la que la violencia antiárabe y antimusulmana ha estallado por toda Francia, sin embargo, la única mención recogida en la prensa occidental es el supuesto temor de la comunidad judía. ¡Y esa es la razón por la que, tras el ataque en Baqa, las autoridades nigerianas se quedaran mucho tiempo silenciosas hasta que el Presidente nigeriano Goodluck emitió finalmente un comunicado sobre el terrorismo en el que condenaba enérgicamente el ataque en París! El de París, sí que el condemnava el del seu país...

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