¿Qué puede esperarse de casi 4 millones de rechazos en vacunaciones?
¿Vivir vacunados o no?
Probablemente una de las escasas buenas noticias que nos traigan los próximos barómetros del C.I.S. relacionadas con la aparición del ÓMNICRON y su ola de contagios, sea el rescate de un porcentaje importante de esos cuatro millones de personas adultas, aproximadamente, que hasta mediados de noviembre quedaban sin vacunar por propia iniciativa.
Lo que no acabamos de entender una vez más, es la costumbre de este apéndice de noticiero gubernamental, en mezclar ideologías políticas, tanto de votantes como no, con especial referencia a los no vacunados, identificándolos con distinta corrientes ideológicas.
Se trata, de una decisión al amparo de la libre voluntad del individuo, sin que, a nuestro entender, el vacunarse o no, pueda ser sinónimo de simpatizar o ser contrario a cualquier corriente política.
Más bien, la opción de no vacunarse podría encuadrarse mejor en la desilusionante opción de no desear continuar viviendo.
Interesante, para los sociólogos incluido el C.I.S. y, transcurrido un tiempo, es llevar a cabo un trabajo de campo destinado a conocer el comportamiento y resultados finales a fin de obtener conclusiones sobre los pensamientos de esta sociedad actual víctima de la Pandemia.
Dentro de otras consideraciones destinadas a valorar el sentido opuesto a la vacunación voluntaria del individuo, lo cual, razonablemente podría ser considerado rechazable, el imponer un sistema punitivo, qué aun considerando el interés público, consistiría en hacer abonar a los no vacunados que contraigan el virus el coste del tratamiento anti Covid-19.
Se trata de un punto de vista de signo economicista, pero que probablemente llevase aparejado el riesgo que el afectado optase por no acudir a los servicios sanitarios hasta muy avanzada la gravedad de su estado, lo cual supondría un mayor coste y tensionamiento del sistema.
Queda pues finalmente seleccionable, salvo mejor opinión, la utilización de las “Líneas de Triaje” oportunas, consistentes en mediante un sistema de clasificación y selección de pacientes en los servicios de urgencias, basados en sus necesidades terapéuticas y recursos disponibles para atenderlos.