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Por Manuel Pérez Fenoll - Ex alcalde de Benidorm y concejal del PP
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Votos sin argumentos

    Los concejales tránsfugas que hoy gobiernan en Benidorm tienen trece votos, pero no tienen argumentos. Todo el mundo pudo verlo en el pleno del pasado martes. Los ex socialistas y su socio Bañuls, pusieron en marcha el rodillo para impedir que se restituya la legalidad en el Ayuntamiento de Benidorm. Votaron pero no hablaron, se quedaron mudos, sin palabras, hurtando así el debate sobre un asunto que está en la médula de nuestra representatividad democrática.

    ¿A quién representamos, en nombre de quién estamos en una institución democrática? Pues bien, cuestiones de este calado y otras de mayor trascendencia, como la legalidad o ilegalidad de algunas de las decisiones que se están tomando, son cuestiones, digo, que no merecen ser tratadas en un pleno según la nueva mayoría. Otra variante de secuestro, un término muy del gusto de la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, cada vez que recuerda, eso sí, su designación como senadora. Para el secuestro de la voluntad popular de Benidorm no tiene memoria ni palabras. La ausencia de debate del pasado martes fue otra forma de secuestrar las competencias del máximo órgano de decisión y debate de la administración local: el Pleno Municipal.

    A Natalia Guijarro y a Jaime Llinares les tocó la patética papeleta de comparecer para tratar de justificar lo injustificable, es decir, explicar ante los medios de comunicación lo que no se atrevieron a explicar ante la Corporación y, lo que para ellos debiera ser lo único importante, el pueblo de Benidorm: las razones por las que rehusaron hablar en la sesión del martes. Dicen que el Pleno no es el sitio para debatir esas cuestiones y que para eso están los tribunales. No les quepa ninguna duda de que acudiremos a ellos, pero es bueno quedarse con la calidad democrática y la transparencia institucional que representa el mutismo de la nueva mayoría. No es extraño que hayan dado la callada por respuesta.

    El transfuguismo es un caldo de cultivo que disuelve los escrúpulos, te hace abandonar los principios y adultera todo lo que toca. Esto lo sabe bien José Bañuls desde que dejó el partido por el que resultó elegido y ahora también los doce tránsfugas del PSPV-PSOE. También saben que la senda del transfuguismo es muy corta, pero también estrecha y peligrosa. Te lleva por el peor de los caminos, el que conduce a creer que el fin justifica los medios.

    Lo que está en juego es la ética, la legitimidad y hasta la autoridad moral con la que se gobierna ahora el Ayuntamiento de Benidorm, y esa es no es una cuestión menor, puesto que también preocupa a muchos ciudadanos de Benidorm.

    Hay quien piensa, como los tránsfugas instalados en el gobierno municipal, que ya no interesa hablar de estas cosas. En el Partido Popular pensamos que hay que seguir haciéndolo aunque sólo sea por el respeto que nos merece la voluntad de los ciudadanos; por los que votaron al PP y por los que votaron al PSOE. Sólo unos pocos, los que han conseguido un acomodo laboral en el Ayuntamiento o un aumento de sus retribuciones, no se sentirán traicionados por los representantes que votaron en las elecciones de 2007. La inmensa mayoría se sentirán engañados por los que han sido capaces de aliarse con un tránsfuga y de abandonar las siglas socialistas con tal de consumar la moción de censura y lograr el gobierno municipal. Esta nueva mayoría ha puesto en práctica su doctrina: el fin justifica los medios.

    Y seguiremos hablando de esto, del flagrante y continuado incumplimiento de la Ley perpetrado en un Ayuntamiento que ha consentido que trece concejales No Adscritos, vean mejorados sus derechos políticos y económicos. Lo dice la Ley, pero no es suficiente para los integrantes de esta nueva mayoría. Quieren que se lo diga un juez. Una burda estrategia para ganar tiempo, pero deben saber que la verdad y la justicia, tarde o temprano, acaba siempre prevaleciendo. Nada de esto va a desaparecer de mi agenda de trabajo, pero tampoco el estado y el desarrollo de la ciudad, ni la situación de su tejido empresarial, ni la difícil realidad de muchas familias, el futuro de sus jóvenes o el bienestar de sus mayores. El compromiso que adquirí con mis vecinos pienso cumplirlo hasta el último día siguiendo una sencilla y nítida hoja de ruta: trabajar para que se cumpla el programa electoral que mayoritariamente eligieron en las elecciones de 2007.

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