¿Otra huelga general?
En Grecia se han convocado ya hasta 25 huelgas generales en los últimos tres años, todo un récord mundial, ¿y qué se ha conseguido? Absolutamente nada.
¿Qué podemos esperar de nuestra segunda huelga general en el mismo año aquí en España? Pues está claro, parecernos un poco más a Grecia. Un país donde la población administrativa supera con creces a la española y donde el tejido productivo empieza a ser prácticamente inexistente.
Mientras algunas centrales sindicales se incrementan su retribución, mientras despiden a los excesos de plantilla, tenemos que plantearnos ¿cuál es el coste de esta huelga general? En mi opinión hay dos valoraciones que debemos hacer: una, directa y relativamente sencilla de calcular, pues podemos estimar que, con un seguimiento medio del 35%, España puede perder 1.000 millones de €; pero creo que hay otro coste mucho más difícil de evaluar y que se recoge en la pérdida de la imagen de nuestra capacidad productiva y nuestra resistencia a la adversidad que provoca la crisis.
Nuestra marca “España” se resiente cada vez más y multitud de empresarios empiezan a ver la marca como lastre más que un apoyo. Es una verdadera tragedia, puesto que veremos o mejor dicho “no veremos” cómo los proyectos de nuestras empresas comienzan a deslocalizarse al mismo ritmo que la necesaria internacionalización a la que las hemos sometido empieza a dar sus frutos y nuestras fábricas también se vayan. Cualquier empresa española puede crear una filial en un país de la CEE y tener un proyecto sin los lastres que supone encuadrarse en un mercado laboral anquilosado, poco flexible y con una amenaza de huelga que tiende a periodificarse cuando las centrales sindicales necesitan pasar su factura al Gobierno del Señor Rajoy.
Es imprescindible que nuestros sindicatos aprendan de sus homólogos europeos, y que se den cuenta que de la huelga general únicamente se recoge la ruina. Si estas organizaciones tuviesen un sistema de autofinanciación propio, no necesitarían presionar a un estado agonizante que ya no puede atender ni siquiera a los chantajes.