Llamados a cuidar de la creación
Manos Unidas celebra estos días su Campaña anual. Este año se fija en la crisis medioambiental, en especial en el cambio climático, que está afectando a millones de personas, sobre todo del Sur del planeta, perjudicando sus derechos más básicos como el derecho a la alimentación, al agua potable, a la salud, a una vida digna y a un entorno saludable, lo que genera además una gran injusticia climática.
Existe una evidente desigualdad tanto en las causas como en las consecuencias del cambio climático. Mientras que las causas de este cambio están, sobre todo, relacionadas con la creciente actividad económica de los países más desarrollados, sus riesgos, impactos y consecuencias más severas las sufren sobre todo los pueblos del Sur, que poco han participado en originar el problema. Los efectos negativos de este cambio son visibles en todo el mundo: cambios del clima, pérdida de cosechas, escasez de agua e incendios forestales. A la vez, muchas personas se ven obligadas a emigrar a otras tierras y países.
Pero todavía estamos a tiempo de revertir esta situación. Hacerlo depende de todos y cada uno de nosotros. Por ello, el lema de este año habla de “El efecto ser humano”, porque el ser humano es la única especie capaz de cambiar el planeta, para bien o para mal.
El papa Francisco, en su Encíclica Laudato si' sobre el cuidado de la casa común, nos urge a poner remedio a los males medioambientales y al problema de injusticia social, unido a ellos. Y en su encíclica Laudate Deum, el mismo Papa nos exhorta a un compromiso para revertir el cambio climático; un compromiso que brota de nuestra fe cristiana que “no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado” (n. 61).
Es necesario volver la mirada a Dios. “Y vio Dios que era bueno” (Gn 1,25). La tierra, las aguas, los árboles, los animales y el ser humano, todo es hermoso y bueno a los ojos del Creador. El universo entero es un don de Dios; en su cima ha situado al hombre y a la mujer, creados a su imagen y semejanza, para ‘llenar la tierra’ y ‘dominarla’ como ‘administradores’ (cf. Gn 1,28). Este encargo original de Dios es una llamada a la responsabilidad de todos. Somos administradores, y no dueños de la creación. Todo lo que existe, lo ha confiado Dios al ser humano para administrarlo con responsabilidad, justicia y solidaridad. Lo que realmente importa y hace bien a las personas son la justicia, la caridad, la solidaridad, el respeto y la sobriedad. Hemos de cambiar la mente y los hábitos de vida y de consumo insolidarios e insostenibles.